¿Se acuerdan de ese tipo de película en la que un caballero cabalga hacia un castillo justo cuando el puente levadizo está alzándose y su caballo blanco supera al foso con un glorioso salto aéreo? También la recuerdo, pero cuando busqué esa imagen en Internet, todo lo que pude encontrar fue un par de autos que surfeaban los ríos sobre puentes levadizos y al detective de la Pantera Rosa agitándose en el agua turbia, después de perder pie.

Sin embargo, somos ese jinete. Ahí viene persiguiéndonos el temido coronavirus. Estamos en medio del aire, con la esperanza de llegar al otro lado, donde la vida habrá vuelto a lo que consideramos normal. Entonces, ¿qué debemos hacer mientras estamos allá arriba, entre ahora y entonces?

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Pienso en todas las cosas que esperamos que estén todavía allá, en ese castillo del futuro, cuando lo alcancemos. Entonces, hagamos lo que se pueda ahora para asegurar la existencia futura de esas cosas.

Los trabajadores de la salud no tienen que decirlo: todos deberían estar apoyándolos, porque supongamos que todos queremos un sistema de atención médica en ese Castillo del Futuro. Pero, ¿qué hizo que valiera la pena vivir cuando estábamos sanos, aparte de amigos y familia? Cada cual tiene su propia lista. Aquí hay algo de la mía.

Los cafés y restaurantes favoritos. Es extraño cómo asumimos que esos lugares felices siempre estarán allí, y que podemos salir o meternos cuando querramos. Para ayudarlos a superar el salto en el que están, ordenemos comida para llevar y compremos tarjetas de regalo. Por lo general, se puede encontrar online lo que se ofrece y dónde.

La librería a la que vas siempre. Algunos ofrecen entrega en la vereda, envíos, pedidos por correo. ¡Hagamos que sigan trabajando! En el mismo rubro, los editores y autores pueden ser útiles, especialmente en los casos cuyos lanzamientos de libros de primavera fueron cancelados. Están surgiendo todo tipo de soluciones ingeniosas: lanzamientos de Twitter, podcasts, eventos virtuales de diversos tipos. A la gente le gusta decir “la comunidad de lectura” y “la comunidad de escritores”, lo que no es exactamente real: hay muchos grupos y entidades, no todos amigables entre sí, pero podemos hacerlo más real. Cuando tenía 25 años, las cosas en el ambiente editorial canadiense eran tan precarias que era una obviedad que los escritores debían ayudar tanto a otros escritores como a sus editores. Y la mayoría lo hicimos, a pesar de que algunos de nosotros odiamos a algunos otros. (Eso también es parte de la “comunidad”. Pregúntenle a cualquiera de un pueblo chico. Ante una emergencia, apoyan a sus enemigos domésticos porque, aunque sean unos idiotas, son sus idiotas, ¿no?)

Tus diarios y revistas de confianza. La democracia está bajo una presión creciente, ya que no hay como una crisis para habilitar a un régimen autoritario para que sacuda las libertades civiles, las democráticas y los derechos humanos desde la ventana. Parte de esa sacudida es el movimiento que siempre cuenta con apoyo popular hacia un cierre totalitario de información y debate. Es vital mantener las líneas de comunicación abiertas e independientes. Suscribirse. Apoyar los sitios que combaten las noticias falsas y otros, como PEN America, que lucha por una libertad de expresión responsable. Donemos a estaciones de radio públicas. Entreguemos un poco de tiempo a hacer publicidad gratis, a correr la voz a través de nuestras propias redes sociales. No dejemos que un virus nos corte la lengua.

Organizaciones artísticas, de todo tipo. El arte es cómo expresamos nuestra humanidad, en todas sus dimensiones. A través del arte descendemos a las profundidades de nuestra naturaleza humana, nos elevamos a las alturas y todo lo demás. Teatro, música, danza, festivales, galerías: todos han tenido que cancelar espectáculos, todos están sufriendo. Donaciones, tarjetas de regalo, eventos online pagos. Sin una audiencia, eventualmente, no hay arte. Podemos ser esa audiencia.

Tu planeta. Uno en el que podamos vivir. La hago corta: liquidemos los océanos, y ahí se va nuestro suministro de oxígeno. Muchos han comentado el hecho de que durante esta pandemia, las emisiones globales y la contaminación mundial han disminuido. ¿Será la vida diferente para que eso sea una realidad en el Castillo del Futuro? ¿Conseguiremos energía y alimentos de mejor manera? ¿O sencillamente volveremos atrás? Elijamos una organización ambiental o dos, o más, y donemos. Ahora es nuestra oportunidad.

Finalmente, mantengamos la fe. ¡Podemos atravesar ese foso! Sí, este es un momento aterrador y desagradable. La gente se está muriendo. Las personas están perdiendo sus trabajos, están perdiendo la sensación de que controlan sus vidas, sin importar cuán al borde del precipicio hayan tenido ese control. Pero si no estás enfermo –incluso si tenés niños pequeños y sentís que tu cerebro fue secuestrado–, estás a fin de cuentas en un buen lugar, comparativamente hablando.

Se puede disfrutar de este momento, aunque a un ritmo algo menos frenético que cuando las cosas eran “normales”. Muchos cuestionan aquel ritmo: ¿cuál era el apuro?, y deciden vivir de manera diferente.

Es el mejor de los tiempos, es el peor de los tiempos. El modo en que puedas experimentar este tiempo dependerá, en parte, de vos. Si estás leyendo esto, estás vivo, o eso supongo. Si no estás vivo, me anoto para una gran sorpresa.

 

Traducción de Pablo Makovsky del original publicado en Time. Este artículo es parte de una serie acerca de cómo el coronavirus está cambiando la vida de todos.

Nota bene: Se respetaron los hipervínculos del original, incluso cuando todos son autorreferentes.

la ciudad está en obra
Sobre el autor:

Acerca de Margaret Atwood

Margaret Eleanor Atwood (Ottawa, 18 de noviembre de 1939) es –como puede leerse en Wikipedia– una prolífica poetisa, novelista, crítica literaria, profesora y activista política canadiense. Es miembro del organismo de derechos humanos Amnistía Internacional y una de las personas que presiden BirdLife International, en defensa de las aves. En la actualidad divide su tiempo entre Toronto y Pelee Island, en Ontario. Pese a su carrera y su […]

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