En su “Prefacio” a las Cartas Persas –una de las obras políticas más satíricas y certeras de su tiempo, escritas por Montesquieu– Paul Valéry escribía: “Las sociedades reposan sobre las Cosas Vagas; al menos hasta ahora se han fundado en nociones y entidades bastante misteriosas como para que el alma rebelde esté nunca segura de haberse desembarazado de ellas, y vacile en temer tan sólo a lo que ve. Un tirano de Atenas, que fue hombre profundo, decía que los dioses fueron inventados para castigar los crímenes secretos”. Y concluye: “La barbarie es la era del hecho, es necesario que la era del orden sea el imperio de la ficción”. El orden, en su argumento, no lo proveen sólo los hechos: “se necesitan fuerzas ficticias, la acción de presencia de cosas ausentes”.
Un breve repaso del guión original del Museo Histórico Provincial Julio Marc –que este lunes celebra sus 80 años–, diseñado por Ángel Guido y Julio Marc e inaugurado un 8 de julio de 1939, hace pensar en esas palabras de Valéry: las “cosas vagas” y las “fuerzas ficticias”.
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En 1939 Rosario era una ciudad de algún modo pujante que tenía casi todos, desde instituciones educativas de prestigio hasta una burguesía comprometida con la vida cultural de su sociedad, pero su lugar en la historia era incierto, no había terminado de construirse, no tenía una ficción –que es antes una forma narrativa que un contenido inventado– que la relatara.
El libro Historia de Rosario (1943), en el que Juan Álvarez funda un modo de historizar la ciudad al recoger los interrogantes de su presente, se escribe al tiempo que Marc y Guido planificaban la colección del Museo, según observa Pablo Montini, director del Histórico Provincial (donde trabaja desde 2002, hasta que en julio de 2017 ganó el concurso por la dirección), historiador él mismo y especializado en los guiones fundacionales de los museos de Rosario.
En el catálogo de la Exposición de Arte Religioso Retrospectivo. V Congreso Eucarístico Nacional (Rosario, 1950), Guido escribía: “Por singular designio, Rosario la ciudad quizás de menor acervo tradicional –la más europea, la más sarmientesca diríamos– posee el conjunto de Arte Colonial y Cristiano, más importante del país. Rosario, que casi no tuvo historia virreinal, tiene en el Museo Histórico Provincial una expresión señera de aquella época de América que tanta influencia tuviera en nuestra emancipación”.
Las investigaciones de Montini en el Museo comenzaron con las colecciones: “Me intrigaba mucho –dice– cómo había llegado la colección de arte colonial. Nadie sabía nada. Tenía una letra G atrás. Los donantes habían sido los hermanos Ramón y Ángel García, que eran los dueños de La Favorita. Entonces me decían que la letra G era por los García. Y había un mito de la década de 1930, de que venía un barco de Bolivia, vía Paraguay, bajando por el Paraná y (Julio) Marc, que era juez, se entera de que llevaba pinturas y hace parar el barco. Marc le habría pedido plata a los García para comprar esas pinturas. Era todo un mito porque no hubo ningún barco y en realidad esa colección era de Ángel Guido y de su hermano José; y se la venden a los García, quienes la envían directamente al museo. En realidad era una colección que había creado Guido aplicando una categoría historiográfica que él desarrolla, que es el arte mestizo, y finalmente la incluye en el museo, antes de que se abra, en el 38. También es cierto que ese momento es muy fuerte en la relación de la burguesía rosarina y las actividades culturales, porque ponen mucho dinero, se sentían muy responsables de esa situación, donaban muchas piezas. Este museo tiene la característica de que Julio Marc lo inventa y lo desarrolla y transforma eso en una política: todos donan al museo”.
Diseño de la historia
El Histórico Provincial, subraya Montini, es el primer museo histórico del país que tiene un edificio como museo histórico. Hasta el 2010, cuando se inaugura en el predio de Casa Rosada el del Bicentenario, no se hizo otro museo histórico.
El edificio es parte de su concepción de la historia. Como dice Montini, “todos los otros museos históricos estaban en casas que eran coloniales, históricas, pero este se construyó especialmente para eso”. Y agrega: “(Ángel) Guido proyectó los dos frentes, primero el del 39 y luego el del 50, que son contemporáneos del proyecto del Monumento a la Bandera. En julio de 1939 cuando estaban inaugurando el Museo, Guido ya le dice al gobernador que no va más, que no hay más espacio y que iban a presentar un nuevo proyecto para ampliarlo. Y ahí Marc crea la Asociación de Amigos, que era una estrategia para gestionar donaciones a través de una burguesía súper potente, en la que estaban los Estévez, los Minetti, que empiezan a comprar piezas de mucha calidad”.
La ciudad
Rosario fue de algún modo refundada en la visión de Marc y Guido, reubicada de un modo particular en el gran guión de la historia nacional. “Cuando (Marc y Guido) hacen los considerandos del museo histórico –dice Montini– dicen que acá había centros de enseñanza primaria, secundaria, universitaria de prestigio y faltaba un museo de historia. De hecho, Juan Álvarez también escribe sobre eso, sobre la sorpresa que le va a dar a los rosarinos este museo, con el cual lo tenían todo, donde estaba reflejada la historia de Rosario, que hasta ese momento era una ciudad sin historia”.
Ilustración de Flopa sobre la muestra Arqueología para los Fanzines
En el trabajo de investigación que hizo Montini sobre el museo que dirige, la sorpresa que causó la inauguración del museo fue mayúscula: “Un edificio modernísimo en el corazón del parque Independencia –enumera–, donde todo es nuevo, incluso el diseño de la museografía. Eso también se traduce en la cantidad de público que acude los primeros años. De julio a noviembre (en 1939) creo que pasa la mitad de la población rosarina, cinco mil personas como mínimo los fines de semana. Fue un impacto muy fuerte. Era un museo muy vinculado a lo escolar y la visión nacionalista, era básicamente pedagógico. Aunque es muy difícil saber si realmente Marc estaba de acuerdo con el planteo de Ricardo Rojas, esto que se ve en el frente con las tres esculturas: la América indígena, la colonial y, en el centro, la historia patria. Ese es el planteo euríndico de Rojas. Las colecciones también lo marcan: está la de arte americano, arte colonial y después la historia patria. Pero la historia patria está vinculada a lo que pasó en Rosario. No desconoce a Urquiza, a Rosas, y fue el primer museo de historia de la ciudad, porque todo el siglo XIX está acá, los hitos fundacionales de la ciudad están acá, como el título de ciudad. También hay que pensar que en esa época había una crisis, porque el puerto estaba en crisis: se vencía el contrato privado, se iba a nacionalizar, por eso toda la historia de Rosario tiene que ver con una historia económica vinculada al puerto. Pensá que inauguran el museo y en el frente ponen la piedra fundamental del puerto de Rosario, como si fuera el hito fundacional. Eso es Rosario, el modelo agroexportador. Es también la idea de dejar marcada en la memoria a estas familias, esta burguesía, este crecimiento de Rosario a partir de este modelo que aparece en 1852, liberal”.
También es el guión de Juan Álvarez, que se edita en el mismo momento, dice Montini: “Álvarez cierra su libro en 1939, cuando se inaugura el museo. Y la obra de Álvarez está ilustrada con todos los elementos que están en el museo. También es la idea de proponer mitos fundadores: en el 39 se avecina una guerra, estamos en un régimen conservador que tiene que buscar legitimidad en otro lado, en la obra pública y en lo cultural”.
En los últimos años el guión original del museo fue interrogado y expuesto, así como su operación sobre el lugar de Rosario en la historia nacional y americana. La celebración de los 80 años que se desarrollará este lunes celebra también el triunfo de las fuerzas ficticias que dan forma y definen las cosas vagas como el pasado y las ideas que lo concibieron, dándole imágenes, objetos, relatos, documentos, cosas que pueden tocarse, verse y narrarse.
Celebración
Ilustración de Andrés Yeah para los Fanzines.
El festejo comienza este lunes a las 11 con un taller de guirnaldas. Continúa con visitas guiadas a las exposiciones, que incluye una parada en la muestra de pinturas de María Obligado.
A las 18 se inaugura “El Mataco” (el enlace lleva al texto informativo desarrollado por el equipo del Museo), que le da lugar al célebre meteorito proveniente de Campo del Cielo, Chaco, donado en 1941 por Bartolomé Vasallo (cuya casa es hoy la sede del Concejo Municipal). La exposición, curada por Guillermo Faivovich y Nicolás Goldberg, quienes desarrollan desde 2006 una Guía a Campo del Cielo, donde hace unos cuatro mil hubo una lluvia de meteoritos.
También se presentarán esta tarde los fanzines que realizaron más de veinte dibujantes.
Ilustración de Candela Rosello sobre la colección de Historia Patria para los Fanzines.
Bajo el título “Todo hoy contiene un ayer”, Montini escribió sobre los fanzines:
“El 8 de julio de 1939, el ministro de Instrucción Pública de Santa Fe, Dante Mantovani, en el discurso de inauguración del Museo Histórico Provincial de Rosario, señalaba que los museos eran ‘un mundo poblado no de objetos sino de significaciones’, y que, al comprenderlas, los visitantes podían tomar contacto con la historia. Guiado por el ideario de Benedetto Croce, destacaba el valor de los museos de historia porque se volvían ‘indispensables’ para ‘iluminar la conciencia del presente’.
“A 80 años de aquel acontecimiento histórico que dejó una profunda marca en la historia cultural de nuestro país, el Museo Marc ha establecido para su desarrollo una nueva misión, tomando como matrices inspiradoras el pensamiento de sus fundadores. Hoy, nuestro museo histórico, con su destacada colección, se plantea como un museo inclusivo que celebra la diversidad y la pluralidad con el propósito de revelar de manera crítica la historia de los habitantes y territorios de Sudamérica, Argentina, de la provincia de Santa Fe y de la ciudad de Rosario, poniendo en relación nuestro pasado con los problemas y las demandas sociales del presente.
“Por tanto, el Museo Marc está obligado a difundir, preservar, investigar y ampliar su acervo promoviendo el encuentro de los públicos más diversos con la historia y sus fuentes, por medio de experiencias múltiples, transformadoras e innovadoras. En esa lógica se enmarca esta iniciativa, que propone un cruce entre la producción gráfica contemporánea de Rosario y el patrimonio del museo. Para dar cuenta de este proceso hemos decidido la publicación de cuatro fanzines sobre sus colecciones más importantes y sobre su creador, donde los veinticuatro dibujantes convocados, mediados por la lectura que hacen de las mismas tres destacados historiadores del arte, han interpretado y dotado de nuevas significaciones a nuestro pasado.”