Si la lectura, además de un acto privado y solitario, es un acontecimiento común y social que permite que las ideas se enlacen con otras y provoquen transformaciones, se puede decir que la Biblioteca Argentina,  como mapa de lectura de la ciudad, no quedó ajena a una ola que bañó el país, la región y el mundo. Y se dejó conmover por ese movimiento feminista y transfeminista para sumar voces teóricas, narrativas y poéticas que muchas veces no aparecen en las historias literarias ni en los programas académicos, que se las continúa ignorando.

Luego de la consigna Ni Una Menos –popularizada a partir del año 2015–, del primer paro internacional de mujeres del 8 de marzo de 2017, y en medio de un 2018 marcado por el reclamo del derecho al aborto (que vería su legalización recién a fines de 2020), desde el departamento de Desarrollo de Colecciones de la Biblioteca Argentina Juan Álvarez se diseñó una compra de materiales con una fuerte impronta feminista y queer.

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En 2019 se compró un total de 103 libros que componen un corpus teórico relacionado a los estudios de género, prácticamente ausentes en el catálogo municipal hasta ese momento.

Es así que al día de hoy aparecen en el listado (también disponible en la página web): Contra-pedagogías de la crueldad de Rita Segato, Deshacer el género y Cuerpos que importan: sobre los límites materiales y discursivos del sexo de Judith Butler, Feminismo, diferencia sexual y subjetividad nómade de Rosi Braidotti y Teoría King Kong de Virginie Despentes, entre muchos otros.

El deseo homosexual de Guy Hocquenghem, con prólogo de René Schérer, Terror anal de Paul Preciado, El pensamiento heterocentrado y otros ensayos de Monique Wittig y Cumbia, copeteo y lágrimas: informe nacional sobre la situación de las travestis, transexuales y transgéneros compilado por Lohana Berkins, son sólo algunos de los materiales de diversidad sexual que se incorporaron al catálogo de la biblioteca municipal en 2019.

“Es una compra política que responde a una falta importante que había”, resume Gabi Saloj al frente de la oficina de Desarrollo de Colecciones y quien dio inicio a este recorrido bibliográfico que invitó a revisar un catálogo que estaba marcado por la cultura patriarcal.

Tal es así que al momento de relevar el acervo de la biblioteca se encontró con que había muchas obras de Jean Paul Sartre pero casualmente no había casi nada de Simone de Beauvoir. “Sólo contábamos con un ejemplar de El segundo sexo que se encontraba bastante ajado por los años y por eso se decidió encargar la compra de uno nuevo”, cuenta Saló.

El emblemático libro –que surgió en el contexto europeo en que la mujer conquistaba el voto– no consiguió en ese momento la relevancia suficiente que tuvo años después donde también recibió sus relecturas y hasta sus críticas. La autora reveló ahí su tesis principal de que ser mujer no es ni una esencia ni un destino y que la opresión femenina tenía raíces demasiado profundas: el hombre era considerado sujeto, en vínculo con la cultura y la visión del mundo y la mujer era definida como “lo otro” y sólo en relación a él.

Con la reinauguración de la Biblioteca Argentina en 2018 se puso en funcionamiento la oficina que es la encargada de organizar además de las colecciones, la compra de materiales y la recepción de donaciones. Tareas que si bien se venían realizando desde antes de la ampliación del edificio, lograron cierto marco institucional a partir de esa fecha.

Uno de los primeros alcances de gestión del departamento fue recuperar el presupuesto destinado a la adquisición de libros que desde hacía unos años se había suspendido. Y sobre todo fijar dos compras anuales a través de la licitación de los materiales ausentes en el catálogo de la biblioteca.

La primera lista de compras se organizó reuniendo pedidos de usuarios y usuarias, de los equipos de la institución –incluidos los requerimientos de literatura infantil que se hicieron desde “Casa Imaginada”, espacio destinado a las infancias (ubicado por calle Santa Fe)– y de lo relevado por el mismo departamento de colecciones.

No hace falta aclarar que cualquier selección siempre trae aparejado un recorte que obliga a renunciar a muchas otras obras. Es posible que haya autoras que quedaron afuera de las adquisiciones realizadas ese año, pero esta primera selección, vale decirlo, no quedó limitada a gustos personales ni estuvo sujeta a intereses propios. Sino que hasta podría decirse que fue una selección situada (desde la perspectiva de la que nos habla Donna Haraway, comprendiendo el contexto desde el cual surgen las ideas) atravesada por las características de los feminismos y transfeminismos hoy, pero también por  las distintas épocas, culturas, clases sociales y territorios.

Es así que además de libros, por ejemplo, como El feminismo es para todo el mundo de Bell Hooks y Mujeres, raza y clase de Ángela Davis, dos autoras pioneras en la escritura en clave interseccional, aparecen otros materiales que se aferran a un territorio, el latinoamericano, marcado por grandes desigualdades económicas como Feminismos populares: pedagogías y políticas, compilado por Claudia Korol, entre otros.

Tampoco están ausentes autoras como Silvia Federici con su libro Calibán y la bruja: mujeres, cuerpo y acumulación originaria, encargadas de indagar en las relaciones entre patriarcado y capitalismo.

La segunda compra se realizó en 2021 cuando se adquirieron un total de 105 ejemplares, en su mayoría de literatura y poesía, también con la  resonancia de los tiempos que corren y por eso mismo con una fuerte presencia de voces narrativas femeninas, disidentes y latinoamericanas.

Es así que el corpus teórico de la primera compra se completó luego con el de narrativa y poesía, decisión más que acertada si entendemos que desde la ficción y los distintos géneros literarios es posible referirse a temas íntimos y volverlos políticos. Como ejemplo aparece obra de la poeta Susana Thénon (autora de Por qué grita esa mujer…) como La morada imposible, uno de los libros adquiridos en la segunda tanda.

Se destacan en esta selección las narradoras argentinas Mariana Enríquez, Samanta Schweblin, Ariana Harwicz, Selva Almada, Gabriela Cabezón Cámara, Marina Yuszczuk, Marta Dillon, Camila Sosa Villada, y la africana Chimamanda Ngozi Adichie, entre otras.

También se eligieron obras de poesía disidente: Transgénica, poemas reunidos de Gabby de Cicco por la editorial rosarina Baltasara, El trabajo del sueño de Mary Oliver, El sueño de una lengua común de Adrienne Rich, Poesía (1992-2013) de Macky Corbalán, Única luz del mundo (Poesía reunida 1988-2019) de Osvaldo Bossi y Vigilámbulo de Arturo Carrera, autor del que no había obra alguna en la Biblioteca local.

La tarea de este departamento es también ir al rescate de las obras que ya están en la biblioteca para agruparlas en conjunto. Rastrear esas joyas perdidas dentro del catálogo general, recuperarlas y ponerlas en valor a través del diálogo con otras más o menos actuales.

En esta cartografía feminista y queer hay libros que forman parte de la biblioteca desde hace años, casi por error, y que hoy resultan ser tesoros que pasaban hasta ahora desapercibidos: la novela lésbica El pozo de la soledad de Radclyffe Hall del año 1928 y el Amor de mujeres. El lesbianismo en la Argentina hoy de Ilse Fuskova del año 1994.

También forman parte del patrimonio municipal las obras: Stella (1905), de Ema de la Barra, escritora rosarina conocida por utilizar el seudónimo César Duayen en su obra literaria, y El río de las congojas , de la militante peronista Libertad Demitrópulos, autora también de la biografía de Eva Perón. De la novela El río de las congojas –que podría inscribirse dentro de la tradición literaria que marcan Zama o El entenado– se halló un antiguo ejemplar que fue pasado a conservación y se reemplazó por una edición prologada por Ricardo Piglia más reciente para cuidar el original.

Saldar la deuda cultural con autoras mujeres y disidentes y poner luz en esas zonas marginales de la historia que estaba en sombras es más que un gesto, todo un acontecimiento todavía en proceso. Un verso de Adrianne Rich marcado suavemente con lápiz en uno de los nuevos libros que se halla en la biblioteca municipal lo dice mejor: “No viviremos para conformarnos con menos”.

“Desde julio de 2018, fecha en que se creó la oficina –dice Gabi Saloj–, hasta la actualidad se sumaron nueve mil libros que llegaron a través de donaciones. Los materiales son evaluados por el equipo del departamento y seleccionados con mucha precisión.

Se realizan visitas a domicilio para conocer el estado y contenido de las obras y la condición principal es que las mismas no se encuentren en el catálogo de la Biblioteca.

Las donaciones confirman una empatía de la sociedad con el espacio público y refuerzan una reivindicación de la biblioteca como espacio patrimonial y cultural. Hay también validación y respeto por el trabajo del empleado y empleada municipal a veces tan desgastado, porque quien se acerca a donar encuentra interés y cuidado en la tarea haciendo que eso que hasta hace poco era propio se convierta en un bien público.

Las donaciones se clasifican en dos grupos: las menores que se suman al acervo y las que por su caudal llegan a conformarse como colecciones.

De estas últimas se consiguió incorporar cuatro en los últimos tres años a partir de la donación de las bibliotecas personales de los artistas plásticos Mele Bruniard y Eduardo Serón, de la profesora, pintora y grabadora, Verónica Celman, del docente y crítico literario, Eugenio Castelli, y de Orlando A. Sebrié, médico psiquiatra y psicoanalista”.

Cámara de Diputados de Santa Fe
Sobre el autor:

Acerca de Virginia Giacosa

Periodista y Comunicadora Social

Nació en Rosario. Es Comunicadora Social por la Universidad Nacional de Rosario. Trabajó en el diario El Ciudadano, en el semanario Notiexpress y en el diario digital Rosario3.com. Colaboró en Cruz del Sur, Crítica de Santa Fe y el suplemento de cultura del diario La Capital. Los viernes co-conduce Juana en el Arco (de 20 a 21 en Radio Universidad 103.3). Como productora audiovisual trabajó en cine, televisión y en el ciclo Color Natal de Señal Santa Fe. Cree que todos deberíamos ser feministas. De lo que hace, dice que lo que mejor le sale es conectar a unas personas con otras.

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