Allá, en Rosario:

El segundo día del Festival Internacional de Poesía de Rosario, comenzó con una lectura y un conversatorio con poetas rosarinxs. La encargada de abrir el encuentro fue la poeta Ana Julia Saccone. En la presentación indirecta que nos ofreció Cristian Molina, recalcó que la obra de Saccone permanecía inédita, dato que la propia autora explicó luego ante la pregunta de por qué no había publicado. La respuesta de la poeta fue: “siempre me interesó el momento del contacto con la gente, por eso no publico”.

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Estábamos frente a una mujer militante. “Es una poeta de la puesta en voz”, explicaba Cristian. Ana Julia reflexionó sobre la importancia de la poesía en la situación de pandemia, y volvió varias veces sobre la idea de que la poesía no se va a perder nunca, debido a que es la emoción humana traducida en palabras. Compartió varios poemas mientras conversaba con nosotrxs, y cerró con un poema sobre el innombrable coronavirus y la situación de su madre, era un poema emocionante y autorreferencial como casi todos los que recitó.

Luego tomó la palabra el poeta, performer y activista Nacho Estepario, compartió tres poemas que tenían una presencia predominante de la naturaleza y “un bagaje de historia y mitología que se permea” en su poesía, como explicaba el propio poeta. Sin duda, el foco del encuentro se volcó en la situación problemática de los humedales en Argentina. Estepario culminó leyendo un poema sobre el humedal Jaaukanigás, que permitió trasladar la situación particular a una universal: la del cuidado del ecosistema y la necesidad de proteger esos humedales, no permitir más el ecocidio. A esta postura –que fue unánime– se adhirió Ana Julia Saccone, y dijo: “Estamos respirando muertos”.

Por su parte, la poeta Marta Ortiz retomó la conversación, pero desde otro ángulo o experiencia. La poeta rosarina explicaba que sufre de asma y contó lo difícil que es lidiar con el humo producto de la terrible situación de los humedales y agregó: “es un terrible crimen para todos”. Marta compartió varios poemas, la mayoría vinculado con la naturaleza pero en un tono que creaba un ambiente distinto, el de la intimidad y el del oficio del silencio. La naturaleza parecía una extensión de un cuerpo, del cuerpo del poema: “y enredó la hiedra mis pies entre las sábanas” cantaba uno de los versos de Ortiz.

El silencio es algo básico para Ortiz y la recepción fue muy buena, pudo crear un ambiente aun estando a miles de kilómetros de distancia. El multifacético artista Juan Pablo Di Lenarda se encargó de cerrar la lectura. Con un ritmo marcado y particular, su voz parecía ser capaz de seducir a cualquiera. De hecho, una de las residentes preguntó si normalmente recitaba los poemas de esa forma o si existía una forma de recitar poesía, su respuesta fue: “para mí no hay una forma de leer poesía”. En medio del conversatorio se hicieron referencias a otrxs poetas y hubo una reivindicación de las voces disidentes. Sin duda, su voz fue una ruptura del ambiente creado por el resto de lxs poetxs. Lejos de tomarlo como algo negativo, reflexionamos sobre lo bueno de tener registros tan diferentes entre sí. Lxs cuatro poetas pertenecían a generaciones diferentes, lo que nos ofrecía otro abanico, otras experiencias de vida filtradas en los poemas que nos permitió de nuevo, pensar en lo bueno de ser diferentes.

 

 

la ciudad está en obra
Sobre el autor:

Acerca de Valentina Dos Santos

Nació en el año 2000. Es poeta y estudiante de la licenciatura en Letras en la Facultad de Humanidades y Ciencias en la Educación de la Universidad de la República (Montevideo, Uruguay). Formó parte del colectivo de poetas uruguayas/os ultrajóvenes En el Camino de los Perros. Participó como invitada en el Primer Encuentro Nacional de […]

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