Breve reseña sobre la pieza escénica “Hombre enterrado”, escrita por Carlos Masinger, con arte de Ange Potier, dirigida por Paula Manaker.

Nos encontramos ante un ejercicio pictórico complejo y rico. Asistimos a una crónica narrada, en acción manierista: las lenguas se empastan en las voces de la tierra, de las corregüelas, de los trinos, la selva, la “hispanidad”, los seres bañados con el talento y el profesionalismo de la bailarina y directora Paula Manaker.

Musita el cuerpo balbuceante de un ministro o un edecán castizo. Gime desde un pantano. No tiene programa ni plan. Ha sido abducido por los dominios que creyó controlar. Ocupa una superficie tramposa, que se engalana con bosques de galerías, con reservas de piedras preciosas y metales suntuosos. El organismo estertórico, de este hombre a contraposto, continúa una conversación al aire. Es testigo del correr de las horas, de los distintos celajes, de las presencias que no logra identificar según el criterio etnográfico extranjero.

Foto: Guillermo Turin Bootello

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El espacio está organizado con una profusión aguda de recursos plásticos, que se disponen en clara perspectiva atmosférica, con notable sagacidad y sensibilidad artística. Podemos ver que la trampa del proscenio, ante la conquista y el imperio, se vuelve ciénaga y resistencia. Este trabajo escénico remite a ciertas referencias fitzcarraldas del cine, de Gaspar de Carvajal, o de la narrativa, como en Hijo de hombre, novela de Augusto Roa Bastos: “… quedaban unas casas de piedra y adobe alrededor de la iglesia. De las carcomidas paredes emergían tallos de helechos salvajes y amambay. De pronto algún horcón secular echaba su propio verde retoño. En la plazoleta, junto al campanario de madera, los cocoteros ardían al sol con sus penachos de llamas secas y lacias, entre los cuales el tufo caliente se ampollaba en chirridos como de pichones con sed”. Hombre enterrado recrea los poblados y la tierra bermeja al proyectarlos al fondo del escenario. También podríamos emparentar algunas alocuciones del Hombre Enterrado con las Elegías de Varones Ilustres de Indias.

Una lingüística de formas torsionadas en movimiento espiralado, denominado en serpentinato, que dan nuevas formas a las anatomías. Los cuerpos matorrales están dispuestos en esteros y manglares subtropicales, mientras la conquista amputa su andar debido a las temperaturas húmedas. Tanto el día como la noche, en ritmos cálidos, ámbares y azules, alimentan el bochorno que abduce al Hombre entrampado y cautivo que no hace pie.

Foto: Vale Galliso

Aparecen conversaciones con un lenguaraz. Se trastornan las jergas. Las circunstancias y las relaciones temporales del hablar producen un mojón.

El delirio plástico y sonoro configura un hecho insólito para este escenario imperial. Cabe recordar que la majestuosidad de Manaker ya lleva varios hitos culturales como Un dios que se va presentada en el Centro Cultural Juan de Salazar en 2019, Olga, Morir tampoco tiene sentido, La Batalla del Parque España, Oh Imperfecta, con presentaciones en festivales y teatros de Argentina, Colombia, El Salvador, Guatemala, Ecuador, España.

Foto: Alegría Gonzalez

El Hombre enterrado sostiene su acento pomposo. Los trinos hacen oídos sordos a sus pedidos de auxilio. Baqueanos, intérpretes del goce, aves, insectos y fieras arman un collage excéntrico. Sintetizadores vegetales perforan nuestras percepciones. Un compás determinado conforma un estribillo y así, en una profusión de registros, avanzan arpegios y sonidos alfabéticos con los que nos estimulamos para descifrar un mensaje.

Existe un momento, en el trance en el que estamos gracias a la obra, en el que realmente deseamos saltar de la butaca, a un lugar de frontera entre el lodo y la tierra firme. Se funde un léxico con signos guturales del paisaje. Se establecen tres tipos de conversaciones por zona, por respiraciones y ambientes. Los parlamentos están todos en la frontera, y son los montaraces quienes dominan el conocimiento soberano. Se genera una lonja cuyos límites originan un nuevo sistema de significación, habilitando un mapa hablante que nos abraza. Vayan a ver esta gloria. En la ciudad del embole y el humo.

Con guion y música original de Carlos Masinger. En escena están Federico Tomé, Marcelo Diaz, Yanina Silva, María Cecilia Mastria y Mauro Lemaire. El arte, animación y escenografía están a cargo de Ange Potier. Las obras en cerámica son de Ediltrudis Noguera, el vestuario es de Ramiro Sorrequieta y el diseño lumínico es de Diego López.

Últimas funciones: viernes 12, sábado 13, domingo 14 de agosto, a las 20.30 horas, en el Teatro Príncipe de Asturias, Centro Cultural Parque de España, Sarmiento y el Río, Rosario. Entradas en el teatro a $800 (martes a sábados, de 15 a 19 horas) y en www.1000tickets.com.ar
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Sobre el autor:

Acerca de Lila Siegrist

Nació en Rosario en 1976. Es artista visual, editora, productora cultural. Actualmente es Asesora Experta en Análisis de Gestión Cultural, Jefatura de Gabinete de Ministros, Presidencia de la Nación. Se ha desempeñado como Subsecretaria de Industrias Culturales y Creativas, Municipalidad de Rosario (2015-2018), como Directora Provincial de Comunicación Estratégica, Gobierno de la Provincia de Santa Fe (2018-2019). […]

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