Este texto acompaña la muestra Presencialidades, curada por el fotógrafo Héctor Rio, que reúne a 54 fotógrafas y fotógrafos santafesinos y puede visitarse de lunes a viernes de 10 a 19 en Ciudad Cultural Lavardén hasta el 29 de octubre. De la exposición participan Aime Luna, Alejandra Peralta, Alejandro Lamas, Ana Paula Ocampo, Andrea Ostera, Candela Batistoni, Beatriz Leguiza, Carolina Tarré, Carolina Niklison, Cecilia Fernández, Cecilia Lenardón, César Arfeliz, Federico Fontana, Federico Inchaupse, Franco Trovato Fuoco, Grabriel Durando, Gabriela Carvalho, Gabriela Muzzio, Gastón Cerbino, Guido Bigiolli, Guillermo Turín Botello, Isis Milanese, Jesu Antuña, Laura Aguzin, Laura Glusman, Marcos López, Maria Crosetti, María Belén Garófalo, Maria Virginia Molinari, María Zorzón, Martín Galarza, Matías Pintos, Matías Sarlo, Mauricio Centurión, Miguel Grattier, Monica Fessel, Mora Sánchez, Nicola Constantino, Norberto Puzzolo, Oscar Dechiara, Paulina Antelo, Raúl Cottone, Roberto Guidotti, Paulina Scheitlin, Sebastián López Brach, Sebastián Pachoud, Sergio Fasola, Silvina Salinas, Silvana Helbling, Silvio Moriconi, Trinidad Bussolaro, Valeria Galliso y Virginia Benedetto.
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La tentación inmediata es clasificar estas fotografías de fotógrafos de la provincia de Santa Fe. Una clasificación posible sería: fotos con personas, fotos sin personas, fotos de lugares, fotos de figuras, fotos cuyo centro gravitacional es la técnica misma de la foto, fotos que ilustran el territorio provincial, etcétera.
A principios de los años 30 Jorge Luis Borges nota que la décimo cuarta edición de la Enciclopedia Británica había quitado el artículo sobre el obispo y filósofo John Wilkins, quien en 1668 había publicado su Essay Towards a Real Character and a Philosophical Language. Borges se lamenta de esta decisión editorial y escribe “El idioma analítico de John Wilkins”, ensayo en el que observa la naturaleza arbitraria de las taxonomías y su forma de entender y ordenar el mundo. No hay una clasificación del universo que no sea pueril y lleve a conjeturas, arguye Jorge Luis. La propuesta de Wilkins era la de un idioma universal en tiempos en que el latín dejaba de ser la lengua de la academia y las leyes.
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Si alguien se viera exigido a “contar” la provincia de Santa Fe a través de estas 54 fotografías reunidas en Presencialidades, acaso sólo podría dar cuenta de las elecciones estéticas de 54 fotógrafos santafesinos. Y si ese alguien decidiera clasificarlas como en aquél idioma analítico y universal se las tendría que arreglar con imágenes que no necesariamente son santafesinas, sino que expresan las particulares visiones de artesanos que tienen en Santa Fe su origen.
Pero insistamos en el ejercicio del idioma analítico. Dejemos de lado las categorías tradicionales de la fotografía y busquemos hilos que lleven a un ordenamiento del orbe santafesino. Así, la provincia, según esta muestra, tiene al río o a un curso de agua en siete imágenes, nueve son en interiores –dentro de una casa o edificio–, ocho son de objetos o detalles, en veinte aparecen rostros, sólo en tres aparece una vista urbana y en diecisiete la fotografía misma –como técnica o tradición– es el sujeto de la foto, ya sea por la elección de la luz, la disposición del objeto –simetrías, colores o tratamiento de la exposición–, o porque se trata de citas, como la composición en base a “Las meninas” (1656) de Diego Velázquez.
Pero más allá de las pretensiones, la geografía y las precisiones socio políticas; más allá de la técnica, los intereses particulares de cada fotógrafo, la repercusión de sus nombres y los resultados de su trabajo, hay un detalle “universal” en esta muestra impresionante: el modo en que cada uno se define a través de sus elecciones y el modo en que cada elección convierte a la provincia en una luminosidad que irradia su fantasmagoría en la foto.
La planicie y los espejos de agua del litoral, o las figuras del Delta del Paraná apenas están presentes en los paisajes geométricos de “Escape al río”, en Reconquista; en la esquina nocturna de la “boutique” de pueblo, en la elaborada “La pesca”, sobre el Paraná sobre Rosario; la urbana “Lumière”, del veterano Alejandro Lamas; la industriosa toma del río “rosarino” de Laura Glusman y los coloridos y buscados retratos de “La reina del Trigo” y “Trabajadores en verano”, que continúan una misma estética, de Marcos López y María Zorzón, respectivamente.
Aquí las imágenes se liberan de imágenes que acaso pertenecen más a lo discursivo que a ese particular orden al que aspira cualquier clasificación. Puede ser que cada fotógrafo tenga su mundo, pero un mundo –un cosmos– excede el trabajo que puede darse cualquier creador.
“Cabe sospechar que no hay universo en el sentido orgánico, unificador, que tiene esa ambiciosa palabra. Si lo hay, falta conjeturar su propósito; falta conjeturar las palabras, las definiciones, las etimologías, las sinonimias, el secreto diccionario de Dios”, escribe Borges casi al final de ese esfuerzo por traer al presente la propuesta de John Wilkins.
En este cosmos santafesino de Presencialidades el espectáculo mayor es observar cómo, en cada toma elegida, Santa Fe se muestra y se disuelve en sus átomos. Aquello que constituye su fisonomía al mismo tiempo se desvanece en ese magma de luz encerrado en cada recorte de la cámara. Quien se muestra no es la provincia –vasto concepto hecho de anhelos–, sino éste provinciano que decidió retratar una porción del mundo que acaso pelea por su origen.
Por Matías Sarlo.
