El 22 de junio de 1986 se jugó uno de los partidos de fútbol que más mitos generó en los últimos 40 años. Ese día, la Selección Argentina le ganó a Inglaterra en el Mundial de México con dos memorables goles de Diego Maradona en los meses previos al nacimiento de su hija Dalma Nerea. Yo ni siquiera estaba en los planes de mis viejos y mucho menos Twitter en los de Jack Dorsey.

Nací el 24 de octubre de 1992 y por cuestiones obvias, el gol a los ingleses y lo de “la mano de Dios” surgieron en mi vida como relatos heroicos transmitidos en la familia que se parecían más a historias fantásticas que a hazañas futbolísticas, y que solo puedo revivir por redes sociales o programas de televisión.

Sin embargo, y pese a no haber sido contemporánea de aquellos tiempos dorados del “Diez”, todo lo que rodeaba a Maradona me conquistó desde muy chica, de una vez y para siempre. En tanto, nunca imaginé que recién a los 26 años iba a poder acercarme a ese universo mágico, y mucho menos que eso sería a través del éter virtual.

Lo que voy a contar a continuación habla de lo trascendental que resultó en mi vida cotidiana un tuit de algunos pocos caracteres, enmarcado en la habitual intrascendencia que define a las redes sociales, empapado a su vez por la “empatía maradoniana” y atravesado por una de las luchas más grandes del feminismo en los últimos tiempos.

El 8 de agosto pasado, minutos antes de la medianoche, el Senado de la Nación debatía sobre la Legalización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, que ya contaba con media sanción de Diputados. Mientras una multitud de chicas esperaba la resolución a las puertas del Congreso en una de las noches más frías del año, otras seguíamos la maratónica sesión desde casa y por televisión.

Como suele suceder, cualquier evento de tal magnitud se convierte en Trending Topic (tendencia) en las redes muy rápidamente. Así, #AbortoLegalYa fue una de las tantas consignas feministas que más se reflejaron en Twitter durante toda la jornada, en un claro mensaje sororo-virtual de los tiempos que corren.

“Mayans habla del aborto ‘libre, gratuito y OBLIGATORIO’. Son ignorantes y se jactan de serlo. Basta de mantener a estos dinosaurios”, rezaba la publicación que dio comienzo a mi épica tuitera y que escribí muy enojada desde mi confortable cama de una plaza mientras hacia fuerza por mantenerme despierta en pos de sentirme un poco parte de la historia.

 

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“Tal cual! Dinosaurios”, me respondió una tal @dalmaradona algunos minutos después. Miré la pantalla de mi celular no una sino dos y hasta tres veces para asegurarme de que no se trataba de un error. ¿Me estaba hablando a mí? ¿Era una broma de mal gusto de algún amigo? Las dudas resonaban en mi cabeza mientras la ansiedad se apoderaba de mi cuerpo y mi corazón empezaba a latir cada vez mas fuerte, debatiéndose entre la incredulidad y la emoción.

Una vez que me cayó la ficha de que todo esa respuesta era real, hice alrededor de 10 capturas de pantallas. En primer lugar porque tenía que enviar las pruebas del hecho a mis familiares y amigos más cercanos y ademas por la necesidad de ver plasmado lo que efectivamente había sucedido. Necesitaba palpar el tuit, agarrarlo y sacarlo al menos por un instante de esa nube etérea que es el mundo virtual. Por otro lado no voy a negar mi deseo de ostentar mi fortuna sorora maradoneana, en una noche donde la ansiedad y la emotividad jugaron una partido muy especial para todas.

Acto seguido me di cuenta de que tenía que responderle, aunque estaba segura de que ninguna palabra de las que yo conocía podía describir fielmente la adrenalina que corría por mi sangre sin que exista la posibilidad de que Dalma Nerea se asuste y me bloquee para siempre. Por eso, opté por un mensaje breve y efectivo: “Te quiero, Dalma”, escribí en un suspiro. Y de yapa lo acompañé con el remanido corazón verde, símbolo virtual de esta lucha.

Sin embargo y para mi sorpresa, ella volvió a responder y esta vez la emoción fue doble: “Todas juntas hoy más que nunca”, escribió Dalma Nerea reforzando esa especie de lazo virtual que nació minutos antes de la medianoche y se desvaneció instantes después yendo a parar quien sabe donde.

En pocas palabras, lo que viví en la noche del 8 de agosto constituyó en mi vida un hito sororo maradoneano sin precedentes, que le contaré a descendencia si es que algún día la tengo. Fue algo que trascendió los relatos familiares, los videos de YouTube y los especiales televisivos y atravesó como una lanza de amor al monstruo insensible creado por Dorsey. Por suerte, siempre nos quedarán los screenshots, los Maradona y el feminismo.

la ciudad está en obra
Sobre el autor:

Acerca de Bárbara De Salvia

Periodista

Nació en Rosario en 1992. Es licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Rosario. Trabaja como redactora en Rosario Plus y como columnista en Hoja de Ruta (Radio Sí 98.9) sobre feminismo y redes sociales. Una vez usó el peine de Axl Rose. Entre sus intervenciones públicas más destacadas figura una actuación como […]

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