Entra y sin saludar nos pide La Capital, ya lo conocemos, viene todos los días, el pelo engominado, bien tirante hacia atrás, con bigote finito, antiguo, el saco le queda grande, lo anotamos en la planilla: Roberto.

Ponce es peruano, no lo sabemos a ciencia cierta pero lo intuimos por sus rasgos y porque pide La Nación que es el diario elegido por los peruanos.

A las 7 y 10 entra Borelli arrastra un changuito de los mandados color azul francia, lleno de botellas vacías que luego de analizar en las ofertas de los supermercados, recorrerá buscando el mejor precio y regresará a su casa con las botellas llenas. No sabemos dónde vive pero cuando viene su mujer lo reta, también tiene un hijo chiquito, a veces lo trae, Borellito escribimos y le damos unas revistas de dinosaurios. Cada tanto se corta las uñas con un alicate en la Sala de lectura.

Hoy vino uno nuevo y me pidió artículos periodísticos sobre Fobias, esquizofrenia y trastorno bipolar, cuando lo vi desee que nunca me lo cruzara en una clínica y con guardapolvo.

Él, es como Al Capone, llega a media mañana y tiene su lugar, los demás le respetan el territorio. Pide Clarín y nos da la espalda. Los sábados, él tiene el monopolio de Noticias. Nadie se anima a sacarle el material cuando se cumplió su tiempo. El reinado no es solo por su mal carácter, sino por su asistencia perfecta, llueva, truene o se le muera la madre, ahí está él, siempre presente.

Félix viene con una bolsita y la sienta junto a él. Vive en el geriátrico del puente, el que está en la cabecera del puente Rosario-Victoria, o sea que atraviesa toda la ciudad, con su bolsita para regalarnos su sonrisa empastillada.

Las únicas damas aquí son Zarich e Hilda. Zarich vino de Croacia y parece haber pertenecido a la nobleza, una mujer educada, elegante y refinada. Todos la miran. Hilda es una agradecida, estudió toda su carrera de Ciencias Económicas en nuestra Sala de Lectura, ahora es viuda y jubilada, lee temprano el Ámbito financiero y luego se va a tomar un cafecito a la ENET N° 6, donde trabaja un sobrino.

Si mi madre se enterara que acepto caramelitos de Bulgheroni, pero cómo despreciarlos, si me los da con tanto amor. Nos contó una vez que es doctor de señoras, ojalá que él si me atendiera porque es amble y gentil, pide el Perfil del domingo y lleva un saco muy antiguo que tiene descosida una manga.

Llega Moisés, el hombre de las manos naranja. La Merce tiene una teoría: es pizzero, dice, se le impregna la tintura del tomate con el que les da el bronceado a las pizzas y es dificilísimo de sacar, no sale con nada, afirma.

Ah y ahí viene sobre el mediodía Eduardito, para las chicas, así se presentó las primeras veces, Eduardito siempre se está tirando el lance y provocando para pelear. Flaca, que me vas a cocinar hoy? Y yo que antes me enojaba y le paraba el carro ahora le digo: sopa. Y a continuación dice: a quien se lo puedo sacar? Y pide algún diario que no tengamos disponible, o sea que esté prestado. Una vez se adjudicó unos tristes títulos de nobleza: Ministro de la Producción en Paraguay, imaginamos en la época de Stroessner.

Vitoria, dice, esta es nueva y se maquilla demasiado,  le sientan bien los efectos especiales, arrastra los pies como salida de una película de Zombies.

Podría seguir con Alfredo, que tiene una extraña enfermedad que lo obliga a ponerse el diario al ras del ojo, una vez googleamos la enfermedad pero ya no recuerdo el nombre.

Muiño el bueno, así lo anotamos, porque es tan servicial que da asco. Alguien nos contó que tenía una agencia de loterías. Muiño marca tendencia en cuanto a moda masculina y antes que se vieran los cordones fluo en las zapatillas, él ya los traía, usa el estuche de una cámara fotográfica para guardar sus posesiones (anoten) y también tiene una bufanda rayada igual a la de Harry Potter.

A Gerardo le empezó a fallar la memoria y pregunta mil veces sobre el horario y cambia nuestros nombres,  Mercedes es Verónica y yo soy Mercedes.

El último en entrar tiene el nombre de una bodega  y lo acompaña una prominente joroba que lo equilibra con su barriga, tiene pasión por los crucigramas. Saca una fotocopia de la Claringrilla.

Parecen esa ballenas que van a morir al lugar donde nacieron, beben del veneno de la realidad y temprano tienen tema de conversación o como los dinosaurios que Borellito mira en las revistas, llenos de escamas y protuberancias, viejos cansados, fuera de época, amantes del virus de papel, el contagio de la hepatitis. Miro mis manos y están amarillas.

la ciudad está en obra
Sobre el autor:

Acerca de Verónica Laurino

Nació en Rosario en 1967. Trabaja de bibliotecaria y todos los días va y viene caminando a su trabajo. Le gustan las plantas y los animales. Tiene un gato. Publicó los libros de poesía 25 malestares y algunos placeres (Ciudad Gótica, 2006), Ruta 11 (Vox, 2007) y las novelas Breves fragmentos (2007, primer premio del Concejo Municipal de Rosario) y Jardines del Infierno (Erizo, 2013). Su libro […]

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