Como los mitos, el origen del chamamé –cuyo nombre mismo es una intriga– es incierto. Según el historiador brasileño Pablo Daniel Velazquez, el primer “chamamé correntino”, “Corrientes poty” (“La flor de Corrientes”), lo grabó Samuel Aguayo en enero de 1931. El compositor rosarino Ezequiel Diz señala una fecha próxima: la grabación de “Kilómetro 11” por Tránsito Cocomarola en 1941. Pero, ¿y antes?

Quienes señalan la influencia guaranítica, la fusión con los ritmos africanos y los del tango, también admiten la enorme presencia de formas musicales europeas y centroeuropeas, como el vals, la polca, la mazurca, el chotis –el Chango Spasiuk prefiere «schotis«– que difundieron en Corrientes, Paraguay y el sur brasileño los curas franciscanos que estuvieron en las misiones desde mediados del siglo XIX. 

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El historiador Mikielievich juntó durante 70 años, casi solo, todo lo que encontró sobre Rosario. Le dedicó un archivo que en parte puede verse en el museo con su nombre

Este jueves, cuando la Editorial Municipal de Rosario presente Archivo Mikielievich en el Museo de la Ciudad, se podrán escuchar algunas de esas composiciones de los orígenes a cargo del José Gago Grupo que, coordinado por Ezequiel Diz, ejecutará un puñado de entre las mil cuatrocientas partituras de piezas de Fray Antonio Belli que el historiador y archivista rosarino Wladimir Mikielievich rescató de una fábrica de cartón de Corrientes en los años 60.

El de José Gago (Gago en flautas, composición y arreglos, Cecilia Zabala en contrabajo, Gustavo Telesmanich en batería, Fernando Fracchia en guitarra, Luisa Torres en violín y Germán Nozzi en violoncello) es un grupo de folclore que adaptó las obras de Belli, concebidas para piano, a los instrumentos con los que se ejecutarán este jueves.

Ezequiel Diz, quien coordina los conciertos de cámara en el Museo Castagnino y la Biblioteca Argentina, fue el primero en entrar en contacto con las obras de Belli rescatadas por Mikielievich (patrimonio hoy a cargo de la Municipalidad). “Me encuentro con esa sorpresa”, dice Diz y agrega: «Esa música estuvo secretamente guardada a través del tiempo, estamos hablando de unos 120 años, hasta que llegan a manos de Mikielievich, quien supo el valor que tenían y las quiso difundir, vendiéndolas en editoriales que no quisieron publicarlas porque no es una obra comercial, pero las supo guardar”. 

La presencia de las partituras en el gigantesco archivo de Mikielievich viene a probar, según Diz, que Antonio Belli no fue un mito, como circuló entre algunos historiadores de la música popular argentina. “Resulta evidente que la interacción de esas composiciones entre los músicos de la época fueron dando origen a lo que después fue el chamamé –dice Diz–. Leyendo las partituras me sonaban como las polcas del Chango Spasiuk, y en esta presentación, después de un siglo, una pequeña parte de esas obras van a volver a cobrar forma sonora”.

Partitura Sounata – Belli

La idea de convocar a un grupo de folclore se le ocurrió a Ezequiel Diz para que, “a nivel tímbrico, tenga una sonoridad más cercana al folclore”, a diferencia del piano original para el que fueron compuestas. 

El fraile

En la página 149 del libro Archivo Mikielievich que presenta la EMR se lee sobre el hallazgo y sobre el fraile franciscano Antonino Belli, nacido en la localidad italiana de Parma en 1826 y radicado la mayor parte de su vida –de 1861 a su muerte en 1902– en el convento de la Merced, en la ciudad de Corrientes: 

“Mikielievich encontró fortuitamente más de mil composiciones manuscritas del religioso, originales e inéditas, en una fábrica de cartón en Corrientes. Es probable que hayan llegado a sus manos a través de su hermano Slaomir, que vivía en esa ciudad y a quien solía encargarle la compra de libros o documentos viejos. El 18 de junio de 1964, Mikielievich publicó en el diario La Capital un artículo que tituló ‘Un músico ignorado, precursor de las melodías litoraleñas’, donde resalta la importancia del hallazgo musicológico y esboza una biografía del fraile. Según cuenta en ese artículo, Antonino Belli interpretaba música religiosa en el órgano ‘milagroso’ de la Merced, construido por él mismo con ‘tablillas de cajones de velas, elásticos de colchones y latas de kerosene’. 

“En contra de lo que podría suponerse, solo unas pocas de sus composiciones pertenecen a los géneros musicales de la liturgia cristiana. Las obras sacras que se conservan, algunas letanías y misas compuestas para ser ejecutadas durante las ceremonias, son menos de cincuenta. El resto son composiciones de ritmos seculares europeos, muchos de ellos bailables y de origen popular, como polcas, mazurcas, habaneras, chotis, galopas y barcarolas. Además, hay que señalar la existencia de dos cuadernos de teoría y solfeo y un método para la enseñanza de piano que incluye cien estudios y cuarenta ejercicios, también de su autoría. 

“Como consta en algunas cartas que se conservan en su archivo, en la década de 1980 Mikielievich ofreció en venta las partituras manuscritas de la obra de Antonino Belli a algunas instituciones, con el objetivo de recaudar dinero para financiar la publicación de la Revista de Historia de Rosario. Estos intentos no tuvieron éxito y recién en el año 2018 pudo elaborarse el primer catálogo musical de la obra. El trabajo fue encargado por la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad al compositor rosarino Ezequiel Diz, quien adoptó un criterio cronológico para la catalogación. Este es un primer paso para futuras investigaciones musicológicas sobre esta obra profusa e inexplorada que podría estar vinculada, según plantea Mikielievich en su artículo, con el origen de los ritmos folclóricos del litoral como el chamamé, la polca correntina, la galopa misionera y el chotis en su versión local. ‘Existen varias constancias de que algunas de dichas copias [manuscritas] llegaron a otras poblaciones correntinas e incluso a Formosa –escribe Mikielievich–, lugares donde, lo mismo que en la ciudad de Corrientes, fueron interpretadas por músicos locales.’”

Estreno histórico

Para Ezequiel Diz, el estreno de algunas de estas obras de Belli tiene “trascendencia nacional”: “Estamos hablando –dice– de uno de los autores que fue originario del folclore argentino, que deja de ser un mito y cuya obra ahora se puede consultar. Lloverán las tesis de los musicólogos, ahora ya no hay supuestos, ahí está la obra y se puede analizar”.

Las composiciones de Belli son cortas, de dos o tres minutos y están vinculadas a la música popular como las mazurcas y las polcas que incluso circulaban en la música clásica.

El nombre de Belli no es desconocido entre los historiadores del chamamé, que también se conoció a principios del siglo XX como “polca correntina”, pero su presencia e influencia rozó siempre la leyenda, ya que no se conocían las partituras. Esa investigación también es algo que inaugurará el pequeño concierto de este jueves en el Museo de la Ciudad.

Aunque el concierto del José Gago Grupo apenas incluirá unas seis piezas, las más de mil cuatrocientas partituras dan cuenta de la relevancia que pueden haber tenido estas composiciones –realizadas alrededor de 1870-1880– en el terreno musical litoraleño.

“No se trata de que una polca de Belli haya dado origen al chamamé –dice Ezequiel Diz–, sino que tiene que ver con toda su vida y su interacción con otros músicos y que sus obras fueron tomando un lenguaje originalmente idiomático en el que hubo gestos en el los que ya no eran las polcas que hacía un compositor europeo, sino que ya tenían otras características. Ese es el mito que daba vueltas y que nunca se develó porque no estaban las partituras”.

Diz también destaca: “Pensá que el primer chamamé, ‘Kilómetro 11’, se registra cuarenta años después de la muerte de Belli, o sea que esta música –la del fraile italiano– es de lo más primerizo y originario que puede haber”.

Cualquier obra de arte amasa en su ejecución la historia propia y la materia oscura de su origen: el músico, el escritor, la artista trafica sueños propios y ajenos hasta un punto en el que se vuelve ella misma un instrumento. Pero el trabajo de dar cuerpo sonoro a las composiciones de Belli –como se comprobará este jueves– es también estar presente allí donde hubo ausencia y distancia, ser testigo de una extraña metamorfosis de tiempo y territorio en la que se podrá asistir a ese giro por el cual el origen se convierte en historia.

 

Presentación del libro Archivo Mikielievich. Obras y colecciones

Jueves 5 de marzo desde las 18:30 en el Museo de la Ciudad (Bulevar Oroño 2300)

18.30: Recorrido de la muestra Wladimir. El Archivo de Rosario, guiado por las historiadoras Alicia Megías y Agustina Prieto.

19.30: Presentación del libro Archivo Mikielievich. Obras y colecciones, panel con Érica Brasca, Ernesto Inouye, Bernardo Orge, Oscar Taborda y Nicolás Charles.

20.00: Concierto de obras de Fray Antonio Belli —material documental del Archivo Mikielievich— a cargo de José Gago y su grupo: José Gago (flautas, composición y arreglos), Cecilia Zabala (contrabajo), Gustavo Telesmanich (batería), Fernando Fracchia (guitarra), Luisa Torres (violín) y Germán Nozzi (violonchelo). Coordinación del proyecto: Ezequiel Diz.

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Acerca de Pablo Makovsky

Periodista, escritor, crítico

"Nada que valga la pena aprender puede ser enseñado."

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