Mirar el cielo para entender qué pasa en la Tierra, como sucedía antiguamente en el cambio de estación para saber cuándo era momento de la cosecha, parece ser uno de esos misterios que se reeditan con el paso del tiempo; aún en la actualidad. ¿Qué tiene que ver la astrología con las preguntas y las verdades? ¿Cómo se cruza con los feminismos? ¿Cuánto hay de esa herencia de las mujeres quemadas en la hoguera en las brujas contemporáneas?

Las preguntas y respuestas que tienen lugar en una consulta de tarot o una astrológica de algún modo se vislumbran en algo que dice Pilar Sequeira: «En una consulta de tarot, los hechos o las situaciones a analizar los traen los consultantes, y en esos términos, yo no discuto lo que para ellos se considera ‘verdad’”.

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Entre las leyendas jasídicas recopiladas por Martin Buber, hay una en la que una mujer va consultar al rabí porque tuvo un sueño: se quemaba su granero. El rabí lo piensa, duda y le responde que tendrá una buena cosecha. La mujer se va tranquila y vuelve en primavera con el mismo sueño. El rabí responde lo mismo. Pero en verano, cuando la mujer vuelve a consultarlo, el rabí había viajado al pueblo de al lado y la mujer hace la consulta con los discípulos, quienes hablan entre sí y le comunican: significa que morirá tu esposo. En efecto, al llegar a su casa el hombre había muerto. De regreso, el rabí pregunta las novedades. Cuando sus discípulos le cuentan el episodio de la mujer y su sueño del incendio del granero, el rabí les contesta enfurecido: «Insensatos han matado a un hombre».

Algo sucede y se transfiere en ese encuentro que es, además de un intercambio en términos simbólicos, un tiempo y un espacio para la palabra.

Pilar Sequeira (Tarot desde Neptuno), Jésica Fernández Bruera (Alma del Universo) y Julia Cabrolié (Astrología para Todes) hablan del devenir bruja, de la genealogía de un saber tan resistente como poético y de una práctica para leer lo cotidiano.

 

 

Tarot desde Neptuno

—¿Cuáles son las similitudes entre la astrología y el tarot?

—Tarot y astrología tienen correspondencias simbólicas, ambos se sustentan en arquetipos comunes. Proponen una concepción cíclica del tiempo, un recorrido a partir del cual se van integrando energías simbólicas que tienen un ritmo y una función.

Son lenguajes que se leen: la carta natal y las cartas de Tarot son mapas, propuestas de un recorrido que podemos hacer siguiendo los puntos que los arquetipos nos indican. Sin embargo, aunque puedan asimilarse entre sí, cada uno de estos lenguajes como tales, tiene una lógica propia, una forma de entender cómo se vinculan los elementos que los constituyen entre sí.

—¿Hay una mayor cantidad de consultas en el mes de diciembre? ¿Tienen que ver con los cierres, los balances, con el querer encontrar respuestas o definiciones?

—Diciembre se considera la oportunidad de cerrar un ciclo anual y hacer un repaso de lo vivido durante el año. Entonces las consultas de este mes están ligadas a una síntesis y a una planificación del año que inicia, más que a un hecho o proceso puntual como ocurre en el resto del año.

También está la idea de comprender y profundizar en lo acontecido, muchas personas lo toman como un momento de reflexión, un proceso de registro de los hechos más significativos, su vinculación entre sí y las modificaciones que se propiciaron, para empezar el nuevo año con una idea más clara de todo lo que se modificó en ese tiempo.

—¿Qué es lo que más se busca al consultar a los astros y al tarot?

—Yo uso un paño de tarot con flecos a los costados, una vez una consultante me preguntó si esos movimientos que veía debajo de la mesa, eran mis manos tejiendo y destejiendo lo que le estaba contando. Yo entiendo mi trabajo como el de una tejedora, uniendo hilos, armando tramas, dando puntadas. En general, siempre hay una consulta puntual que desencadena la lectura, pero lo que intento hacer es ubicar ese hecho en un entramado mayor que liga todos esos puntos y permite verlos desde otra distancia. Entonces las consultas acerca del amor, del trabajo, de los espacios de realización personal, los proyectos pendientes, son la puerta donde el consultante ve una dificultad o una problemática que forman parte de algo más profundo y complejo. Mi trabajo está en el atrás de esa puerta, en el encuentro de un tapiz más grande, donde ese retazo de tejido sea sólo un fragmento de algo mucho más grande.

—En tiempos en que la post-verdad ganó terreno: ¿Cómo defender a la astrología y al tarot, para sacarlos de lo mítico, de lo arcaico, y por eso del error y la falsedad?

—Concibo al tarot como un lenguaje, por eso no acuerdo con el planteo de que se deba o no creer en él. En una consulta de tarot, los hechos o las situaciones a analizar los traen los consultantes, y en esos términos, yo no discuto lo que para ellos se considera “verdad”.

Un lenguaje puede o no decir o expresar algo acerca de mí, pero no necesita ser defendido como un espacio de verdad. Sí considero que es necesario sacarlo de la lógica fatalista y encriptada ligada al destino inevitable. En esa lógica, pensar que alguien puede adelantarme qué es lo que me puede suceder, implica una relación demasiado desigual de violencia simbólica, algo que siempre sucede en el encuentro con un otro que me está relatando una versión acerca de algo que es mío.

Justamente para mí leer el tarot, como lenguaje simbólico, es relatar un mito. Cómo plantea Levi Strauss, todas las versiones de un mismo mito son ciertas, en tanto permiten pensar posibles desenlaces para una misma problemática, porque ciertamente, lo que el mito permite, es crear un lenguaje para aquello que aún no puede ser dicho, pensado o entendido. En esos mismos términos pienso al error y la falsedad, no se trata desde esta perspectiva, de ser predictivos y acertados, sino en encontrar un relato con el cual repensar, desde otro discurso, aquello que acontece.

Hay una lógica implícita en las narraciones míticas, y es tan necesaria para la significación del mundo como para la organización presente de la vida.

—Fueron y son años muy marcados por la marea feminista, por el movimiento de mujeres y de disidencias sexuales. Hay una frase que no por repetida deja de tener sentido y es la de: “Somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar”. ¿Se sienten esas brujas contemporáneas herederas de un linaje?

—Yo me reivindico bruja, porque soy feminista y desde esta corriente de pensamiento me voy construyendo y deconstruyendo.

Cuando me piden definir al tarot, planteo que es la forma que encontró un lenguaje para sobrevivir a la censura. La carga simbólica de cada una de esas imágenes es la que nos estamos permitiendo repensar. Y eso implica ante todo, una mirada histórica que permita entender qué tipo de saber ligado a lo femenino fue menospreciado, castigado y negado.  El feminismo nos permite encontrarnos con estos saberes y reivindicarlos.

Esa recuperación de la herencia no tiene que ver, en lo personal, con instalarme en un linaje de saberes esotéricos ligados a iniciados o profetas, sino a la recuperación del saber popular y su construcción permanente. Y en esos términos, creo que la gran deuda de estas disciplinas tan occidentales es con el pensamiento indígena.

Empezar a pensar también los lenguajes simbólicos como el tarot y la astrología desde una matriz de pensamiento latinoamericana es algo que me interesa particularmente, la nutrición de los arquetipos desde nuestras cosmovisiones.

—¿Qué dicen los astros y las cartas de este fin de ciclo y del nuevo año?

—Considero que las configuraciones astrológicas son más acordes para pensar los procesos colectivos que el Tarot. Desde mi trabajo, lo que estoy leyendo con contundencia es la influencia de esos tránsitos colectivos, especialmente de la conjunción Saturno – Plutón, en los procesos personales.

Saturno y Plutón son dos planetas que están danzando muy cerca uno de otro, en el signo de Capricornio. Ambos son arquetipos que impactan en términos colectivos: Saturno rige las estructuras, las instituciones, el tiempo, los espacios de seguridad construidos y Plutón es considerado el planeta de la transformación y el cambio. Los astrólogos están vinculando la unión de estos dos planetas (que se forma de manera exacta el 13 de enero de 2020) con los procesos de transformación de la estructura social que están ocurriendo alrededor del mundo y yo coincido con esa mirada.

En las consultas de Tarot de los últimos meses, vi repetirse el encuentro sucesivo de tres arcanos de manera permanente: La Muerte – El Diablo – La Casa Dios. De manera general considero que estamos atravesando un enorme proceso de encuentro con lo pútrido, lo que está muerto va a morir, y la potencia de lo que es vital se va a seguir manifestando. La complejidad está en las estructuras de poder que deben desmoronarse para que esto suceda, y lo que su caída deja evidenciado. La radicalización de los cambios que son necesarios para dejar de sostener lo insostenible, para concebir otras formas de construcción, implica también dejar “sueltas” nuevas formas de poder que necesariamente deben ser tomadas colectivamente. Es un momento ideal para volver a pensar qué sostuvimos, para qué lo hicimos, y si es necesario seguir haciéndolo. Es nuestra tarea pensar nuestros espacios de poder personal y nuestro aporte colectivo y, fundamentalmente, creo que podemos ser los sujetos históricos que pueden pensar qué futuro queremos empezar a construir a partir de ahora.

 

 

Astrología para todes

 

—¿Cuáles son las similitudes entre la astrología y el tarot?

—Ambos son lenguajes simbólicos que apelan a formas otras de decir y habitar la existencia para acercarnos al misterio. No obedecen a las lógicas del saber racional y científico instituido, apelan a lo intuitivo aunque como todo lenguaje también tienen su gramática y requieren estudio.

—¿Hay una mayor cantidad de consultas en el mes de diciembre? ¿Tienen que ver con los cierres, los balances con el querer encontrar respuestas o definiciones? ¿Qué es lo que más se busca al consultar a los astros y al tarot?

—Suele ser un mes de mayor cantidad de consultas sobre todo en los últimos tiempos en los que la sobrecarga de trabajo y las condiciones socioeconómicas generaron hartazgo, despotenciacion. Entonces las consultas buscan espacios de reconexión, de guía.

—En tiempos en que la post-verdad ganó terreno: ¿Cómo defender a la astrología y al tarot, para sacarlos de lo mítico, de lo arcaico, y por eso del error y la falsedad?

—Creo que no hay que hacer una defensa de la astrología ni de ningún otros saber porque no estamos acá para evangelizar ni convencer a nadie que crea en algo. Eso supondría un supuesto de superioridad, de autoridad y de verdad que está muy lejos del propósito de convidar a otres esta forma perceptiva. Se trata de movilizar sensibilidad a otra forma perceptiva, actividad que hizo el ser humano desde los primeros tiempos. Esa movilización resuena a quienes les resuena y no es casual que sean las generaciones más nuevas y específicamente las mujeres quienes se sienten interpeladas por este lenguaje. Y no se trata de una intención predictiva o controladora del devenir sino de una forma de habitar relegada a los ciclos del cielo, del cuerpo, de la naturaleza.

La Astrología es una forma de percibir lo que nos rodea y a nosotrxs mismxs desde una sensibilidad que nos habilita encontrar capas más profundas de sentido para lo que sucede desde una perspectiva relacional en la cual lo que sucede en el Cielo encuentra formas de materializarse en la Tierra y viceversa. No es un saber con pretensiones científicas ni le disputa a la ciencia los espacios de poder académicos ni los métodos sobre los que se basan la validez del discurso científico. La Astrología además de una forma perceptiva de ser y estar es también un lenguaje que intenta aproximarse a aquello que en verdad no tiene palabras, al misterio. Su forma de construirse es observacional, sensible e intuitiva y lleva miles de años de elaboración y resiginificación a través de las comunidades humanas. En este sentido es fundamental comprender que la materia del cielo halla formas de materializarse con la materia que existe en determinado momento y lugar en este plano. Por eso la Astrología como lenguaje también atraviesa reconfiguraciones en virtud de las coordenadas de espacio y tiempo en las que se vuelve experiencias concretas.

—Fueron y son años muy marcados por la marea feminista, por el movimiento de mujeres y de disidencias sexuales. Hay una frase que no por repetida deja de tener sentido y es la de: “somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar”. ¿Se sienten esas brujas contemporáneas herederas de un linaje?

—No es casual que sean mujeres y jóvenes la mayoría de las que se acercan a la astrología de forma espontánea. Hay una resonancia con esos saberes por los cuales fueron perseguidas las brujas, esos saberes que atentaban contra un poder instituido, fuerte, patriarcal, y de alguna manera el feminismo adquiera esta representación tan masiva a través de las nuevas generaciones y que tiene que ver con recuperar esa bandera. Dentro de los saberes brujos hay una heterogeneidad, hay una apertura hacia lo múltiple, lo diverso, lo que no encaja en la norma y la astrología es una de esas prácticas.

Las redes sociales ha permitido un acceso masivo a un lenguaje que en otros tiempo era de gueto, porque era propiedad de los varones que eran los que lo ejercían sobre todo como método predictivo y de control. Eran ellos quienes elaboraban las cartas natales de la nobleza y de los reyes. No así las mujeres y todas aquellas personas que tenían a la astrología como práctica pero dirigida a procesos de fertilidad femenina o conocer los tiempos de la siembra y la cosecha. Esta nueva forma que se difunde popularmente en las redes sociales permite a las nuevas generaciones la reparopiación para una vida práctica, para su uso en lo cotidiano, para volver a mirar el cielo y volver a sentirse reconectadas.

En tiempos en que la realidad en términos racionales hace fisura, porque el estado de cosas se revela desesperanzador, conectar con el ritmo y lo cíclico y contemplar el cielo también es una forma de las que plantean los feminismos por fuera de la lógica del orden y del progreso en la línea recta.

Es absolutamente potenciador, es una herramienta en principio, o una forma de estar y percibir vincularmente, de vernos vinculados al cielo a la tierra y a otras especies, porque nada esta separado para la astrología. No somos seres autogenerados, somos vínculos, somos parte de un código y todo lo que nos pasa tiene que ver con nuestro entorno. Esa es una apuesta política muy fuerte de la astrología que tiene una resonancia inmediata con los postulados del feminismo.

—¿Qué dicen los astros y las cartas de este fin de ciclo y del nuevo año?

—De la conjunción de Plutón, Saturno, Júpiter  y Capricornio en 2020 ya se dijo mucho y lo cierto es que jamás estaré del lado de quienes arrojan vaticinios, porque la astrología no es exacta en sus predicciones por más afán del control del devenir que se tenga y de ese modo no es una práctica a la que yo adhiera.

Pero todos estos movimientos de los cimientos en profundidad que trae lo Plutoniano, sobre todo en Capricornio que es un signo de estructuras, de instituciones, de aquello que se construyó y se sostuvo, como los sistemas pone en evidencia algo que ya no va más. Saturno restructura eso que se evidencia como insostenible y Júpiter expande eso que toca con lo cual construye caminos de mayor fluidez.

Es necesario pasar por esas instancias de evidencia, ese poner las cartas sobre la mesa y es ahí donde el sextil Platón y Neptuno hace confiar en el devenir más allá de que lo que se viva. Ese develar lo que estaba oculto implica ser consciente o inconsciente por más que en el momento parezca algo difícil de procesar a larga son instancias para que luego se aclare el panorama.

Esta situación de sacar a la luz es parte de un proceso infinitamente mayor, algo que venimos viendo y viviendo en todo estos años. Tiene que ver con esas violencias que antes eran vividas sólo en las esfera doméstica, y que a partir de ahora se resignifican, renombran, son mostradas para no dejar pasar una instancia más de sometimiento y de presión sobre nuestros cuerpos. Esto obviamente genera conflictos, mueve el avispero, genera resistencias de lugares anquilosados e instituidos, pero a la larga es un momento donde es necesario que se equilibre un estado de cosas que sostuvo por años el sistema patriarcal y que hoy está llegando a un punto límite. Confío plenamente en que lo que tiene que caer se caiga y que todas esta remoción de lo que está podrido sea sanadora.

 

Alma del Universo

 

—¿Cuáles son las similitudes entre la astrología y el tarot?

—La astrología y el tarot son dos herramientas hermanas, como lo son hermanas con todo lo que trabaja a nivel arquetípico y por lo tanto a nivel inconsciente colectivo. Ambas trabajan vinculándose con imágenes que están sumamente arraigadas en los procesos colectivos, históricos y atemporales.

Ahora: ¿Qué pasa con las últimas miradas o lecturas? Los arquetipos no están atravesados en sí mismos por un sistema patriarcal, pero sí lo están las estructuras y las miradas sobre eso, tanto dentro de la astrología como dentro del tarot y todo lo que trabaje en base a arquetipos y lectura de mitología. Todas las mitologías están todas interpretadas desde lugares masculinos.

Las nuevas movidas lo que hacen es reinterpretar cómo lo femenino reaparece. En la astrología el caso más común es el del arquetipo de lo canceriano, lo lunar o venusino que siempre aparece ligado a la experiencia de la maternidad, la búsqueda del hijo o hija y la de la madre sacrificada y ahora eso mismo en este contexto social está más leído como lugares de pertenencia, de seguridad, de bordes que permitan contener y eso no necesariamente está vinculado con el mandato de: “Tenes que tener hijos y dar la teta”.

Podemos pensar en qué no hay similitudes: el Tarot es más expeditivo, permite una lectura instantánea, intuitiva, la lectura de la astrología siempre es previa, siempre lleva un encuentro anterior del astrologue con la carta de quien consulta y casi una investigación. Puedo sentarme en el momento y decirte cosas, pero tienen más niveles o capas de lectura.

—¿Hay una mayor cantidad de consultas en el mes de diciembre? ¿Tienen que ver con los cierres, los balances con el querer encontrar respuestas o definiciones?

—Este diciembre particularmente me pidieron muchas revoluciones solares, en el año fueron más esporádicas. Tiene que ver con la finalización, sin dudas, y con el principio de un año. Pero al tener un año estable de trabajo no se decir si en diciembre hay más preguntas. Pero si tiene más que ver con cierres y balances. Aunque no se trata de preguntas de lo que pasó sino más con proyección al futuro: dónde tengo que concentrar la energía. Con exprimir la energía disponible, las posibilidades, si ya se que hay disponible no insisto con cosas que se van a dar en mi revolución, se trata más de perseguir el deseo y lo que yo quiero.

La consulta tiene que ver en su mayoría con la falsa idea de querer controlar algo, y ese algo es la incertidumbre que se abre con un año nuevo. Se busca control y poder que casi siempre van de la mano. Es un rasgo de la condición humana el no saber cómo manejar esa incertidumbre y es muy frustrante. Lo que sucede es que cuando llegan en vez de darles respuestas les damos más preguntas. Te puedo decir que tenes mas disponible para aprender, no lo que te va a pasar.

—En tiempos en que la post-verdad ganó terreno: ¿Cómo defender a la astrología y al tarot, para sacarlos de lo mítico, de lo arcaico, y por eso del error y la falsedad?

—La post verdad no debería tener que definirse en torno a la astrología y el tarot, hay que sacar la post verdad de todo lo demás. Porque eso es una línea y una pregunta que viene acompañada del uso de las redes sociales, de su uso ético, de lo que nos facilita una red social y en qué termina siendo un arma de doble filo al mismo tiempo.

Acerca de cómo defenderla, mi lectura hoy es que tiene que ver con el feminismo porque estamos saliendo de un período de la humanidad en el cual la racionalidad era (y por supuesto que lo sigue siendo) la forma de conocimiento aceptada. Esa idea de que si yo puedo mesurar o racionalizar eso que sucede está bien. Si lo puedo medir, chequear, tocar está bien. Sirve.

Parte del feminismo y de la revolución rompe con el conocimiento racional (que tiene que ver con la mente y la mente con el elemento de aire que tiene que ver con dinámica masculina) con el ensalzamiento de la mente como algo patriarcal porque en la constitución arquetípica todo eso tiene que ver con lo masculino.

El feminismo viene a decir que hay otras fuentes de información, que hay espacios del saber que no necesariamente pasan por lo mental, que tienen que ver con una dinámica femenina (y en esto no hablo de hombre o mujer sino de lo intuitivo y lo interior).

El problema es que la astrología no emocional, es puramente racional y matemática. Es una práctica de medidas, de tiempos, mesurable porque la base misma es la ciclicidad de los planetas.

A la astrología no la tiene que validar nadie, porque esa dinámica es bien patriarcal. Nació como una ciencia, siempre tuvo pretensión de ciencia y ahí, en la astrología humanística hay una llave de respuesta. Pero claro, que no se ajusta a eso que la ciencia reclama de un 100%  de casos positivos. Eso no sucede porque en la astrología no hay generalizaciones. Porque esta tamizado por otras cosas, hay procesos y el ser humano es una entidad contextualizada, histórica, subjetiva. Dos personas pueden tener una misma carta pero contar con experiencias diametralmente opuestas.

—Fueron y son años muy marcados por la marea feminista, por el movimiento de mujeres y de disidencias sexuales. Hay una frase que no por repetida deja de tener sentido y es la de: “somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar”. ¿Se sienten esas brujas contemporáneas herederas de un linaje?

—Y somos también las nietas de las que quemaron. Esas nietas somos. Somos esas brujas herederas de las que quemaron no de las que no pudieron quemar. Está bien que la frase habla de una transferencia de conocimiento que implica que las anteriores estén vivas pero no hay que dejar a las que pusieron el cuerpo en esos tiempos.

Tengo un problema que es que no estoy de acuerdo con el uso de la categoría bruja, pero eso es una opinión personal y quizás muy purista en muchos sentidos.

Nos tenemos que cuidar del uso de esa categoría porque es una categoría política pero en esa categoría política la realidad es que miles y millones de mujeres perdieron la vida en 1200 y 1500 y quizás no hace demasiado también, porque aún hoy se sigue acusando a las mujeres de brujería.

Estamos hablando de mujeres que perdieron la vida defendiendo un conocimiento, que vivieron en contextos de inseguridad, de temor, que sufrieron emocional y físicamente cosas indecibles. Tenes que tener una muerte muy retorcida para pergeñar lo que la inquisición pergeño para la caza de brujas.

No tienen nombres los elementos de tortura que fueron usados para que las mujeres sufran. Colgarlas de los pies para que la sangre siga llegando al cerebro y estén conscientes desde que les cortaban con un serrucho desde el ano al intestino. Realmente hay que pensar un montón de tiempo para ver cuanto podías hacer sufrir a una persona. Entonces yo digo que somos repensadoras de un saber, rehabitadoras de un conocimiento.

—¿Qué dicen los astros y las cartas de este fin de ciclo y del nuevo año?

—En enero se produce la conjunción de Saturno, Plutón y un eclipse en el grado cero de Cáncer. La última vez que esto pasó fue el inicio del capitalismo, la conjunción Saturno y Plutón, que se unieron con Capricornio y Urano. Fue en 1528, en el inicio del cercamiento de las tierras, la finalización de la estructura feudal, de las tierras libres, de las mujeres con la posibilidad de acceder a esas tierras y a la producción de alimentos. Ahí se inició ese sistema que conocemos como el capitalismo. Se asesinó a millones de indígenas, la Iglesia Católica afianzó el proceso de la inquisición y Lutero la base de la Iglesia Evangélica que hoy es impulsora de la destitución de Donald Trump.

No se que es lo que se viene pero me parece que necesariamente se viene una revisión de cómo nos vinculamos con la manera de consumir y producir capitalista. Estamos camino a un necesario cambio de paradigma económico y la pregunta es si lo vamos a poder hacer a tiempo.

Los recursos naturales están en juego, la biósfera está en juego, el agua potable está en juego, y tenemos 10 años para revertirlo, no lo digo yo, lo dicen los científicos. Y los feminismos vamos a tener que hacernos cargo de un movimiento ecologista. Porque las mujeres somos las que en crisis climáticas, ergo económicas que no están muy diferenciadas, somos las que nos llevamos la peor parte.

Nos espera un cambio de paradigma político y social, de consumo, de una nueva posición de la Iglesia Evangelista. Nos espera la reaparición de algunas enfermedades y la caída de las cosas tal como las conocemos. El 2020 es la semilla pero no se si viviremos para ver la transformación total.

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Sobre el autor:

Acerca de Virginia Giacosa

Periodista y Comunicadora Social

Nació en Rosario. Es Comunicadora Social por la Universidad Nacional de Rosario. Trabajó en el diario El Ciudadano, en el semanario Notiexpress y en el diario digital Rosario3.com. Colaboró en Cruz del Sur, Crítica de Santa Fe y el suplemento de cultura del diario La Capital. Los viernes co-conduce Juana en el Arco (de 20 a 21 en Radio Universidad 103.3). Como productora audiovisual trabajó en cine, televisión y en el ciclo Color Natal de Señal Santa Fe. Cree que todos deberíamos ser feministas. De lo que hace, dice que lo que mejor le sale es conectar a unas personas con otras.

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