La antropóloga feminista Rita Segato dice que la expresión “violencia sexual” confunde, porque aunque la agresión se ejerce por medios sexuales, su finalidad no es del orden sexual sino del orden del poder. Entonces, la autora de Las estructuras elementales de la violencia y La guerra contra las mujeres, entre otros libros, dice que: “No se trata de agresiones originadas por la pulsión libidinal traducida en deseo de satisfacción sexual, sino que la libido se orienta aquí al poder y a un mandato de pares o cofrades masculinos que exige una prueba de pertenencia al grupo”.

Segato habla de “cofradía masculina” para describir el vínculo de complicidad que se da entre varones y que tiene por objetivo refrendar su pertenencia al género y a sus mandatos. Mediante este tipo de violencia “el poder se expresa, se exhibe y se consolida de forma truculenta ante la mirada pública”.

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Este andamiaje conceptual parece sostener de principio a fin la pieza teatral que este sábado 25 junio a las 21 llega desde Buenos Aires a Rosario. La obra se llama Jauría –es ganadora de tres premios ACE (Mejor obra dramática, Mejor dirección y Mejor actriz)–.

Escrita por Jordi Casanovas, dirigida por Nelson Valente y producida por Teatro Picadero, esta obra de teatro documental es un montaje alrededor del juicio a los cinco integrantes de “La Manada” por la violación grupal de la madrugada del 7 de julio de 2016 en las Fiestas de San Fermín.

Ellos son cinco. Son “La manada”. El más joven y miembro más reciente debe pasar por su rito de iniciación. Tras cruzarse con una chica en el centro de Pamplona, se ofrecen para acompañarla a su auto, estacionado en las afueras de la ciudad. Sin embargo, en el camino, uno de ellos logra acceder al palier de un edificio y llama al resto. Toman a la joven y la meten dentro.

Se trata de un caso emblemático y si bien la puesta se centra en la violación ocurrida en España la historia va de lo individual a lo universal haciéndose un eco colectivo. Es que el hecho, que despertó al movimiento feminista español con la frase “Yo si te creo hermana”, también coincidió con el movimiento feminista de otros países que se movilizó a partir del Me Too en Estados Unidos o con el Ni Una Menos acá en Argentina.

Jauría –estrenada en Madrid en 2019– fue creada a partir de las transcripciones del resonante juicio que tuvo lugar entre 2017 y 2019 y con fragmentos de las declaraciones de los acusados y la denunciante publicadas en varios medios de comunicación. Un juicio en el que la denunciante fue revictimizada y obligada, por momentos, a dar más detalles de su intimidad que los propios denunciados. El caso marcó un antes y un después, sacudiendo los conceptos de masculinidad, consentimiento y agresión sexual.

La dramaturgia gira alrededor de hechos reales y hace viajar dentro de las mentes de víctima y victimarios a través de un relato dividido en una serie de actos y sostenido en las declaraciones de unos y otros ante la Justicia.

Los textos están extraídos por completo del juicio y fueron fragmentados pero sin añadirse nada nuevo. Se trata de una construcción poética a partir de un corte y pegue con la idea de reconstruir lo ocurrido a través de las preguntas de fiscales y las respuestas de los varones y la mujer.

No se representa la violación ni el juicio. Todo lo que aparece en escena está apoyado en los testimonios que cada uno dijo en el juicio real. Y ahí radica la gran potencia de la obra.

El detalle, que no es nada menor, es que los autores de la violación no registraron lo ocurrido hasta que recibieron la denuncia. Y aún así no entendían de qué se les estaba acusando. Para ellos había sido una fiesta donde habían tenido sexo con una chica y nada más. Naturalización, que hace más siniestro el abuso.

Hasta la ocupación del espacio escenográfico está planteada de un modo abusivo. Los cinco varones interactúan en casi todo momento alrededor de la mujer. La encierran, la acorralan, la interrogan. La superioridad de género, de fuerza, de número se impone sobre el escenario.

También se verá que los violadores en manada pueden ser cualquiera. De hecho, ya sea por sus gestos como por su vestuario los varones en escena son comunes y corrientes. No hay nada monstruoso o sacado de un contexto realista. Cualquiera puede ser el violador.

Pero sobre todo el acento estará puesto en cómo se vuelve a victimizar a las víctimas porque detrás del relato sobre la violación hay todo un sistema judicial que revictimiza.

A contrapelo de eso que Rita Segato llama “pedagogías de la crueldad”, es decir, “los actos y prácticas que enseñan, habitúan y programan a los sujetos a transmutar lo vivo y su vitalidad en cosas”, la dramaturgia va hacia lo performático, se despega de lo morbo mediático y perfora el sentido común para transformar las cosas.

 

Ficha técnica
Dirección Nelson Valente
Actúan: Vanesa González, Gastón Cocchiarale, Lucas Crespi, Juan Luppi, Lautaro Bettoni y Gabriel Beck
Voz en off: Sebastián Blutrach
Asistencia de dirección: Luna Pérez Lening
Vestidora: Daniela Dearti
Diseño sonoro: Silvina Aspiazu
Diseño de vestuario: Betiana Temkin
Asesoramiento coreográfico: Mariana Blutrach
Iluminación Blas Alza
Sonidista Esteban Bolasell
Diseño de escenografía: Rodrigo González Garillo
Fotografía: Alejandra López
Comunicación visual: Diego Heras
Comunicación en redes: Bushi Contenidos
Prensa: SMW
Producción ejecutiva: Mani Aquere
Producción general: Teatro Picadero
Entradas anticipadas a la venta en la boletería del teatro La Comedia y en 1000tickets.com.ar
Boleto Educativo Gratuito
Sobre el autor:

Acerca de Virginia Giacosa

Periodista y Comunicadora Social

Nació en Rosario. Es Comunicadora Social por la Universidad Nacional de Rosario. Trabajó en el diario El Ciudadano, en el semanario Notiexpress y en el diario digital Rosario3.com. Colaboró en Cruz del Sur, Crítica de Santa Fe y el suplemento de cultura del diario La Capital. Los viernes co-conduce Juana en el Arco (de 20 a 21 en Radio Universidad 103.3). Como productora audiovisual trabajó en cine, televisión y en el ciclo Color Natal de Señal Santa Fe. Cree que todos deberíamos ser feministas. De lo que hace, dice que lo que mejor le sale es conectar a unas personas con otras.

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