La Memisa tiene 230 mil seguidores y ubica en 2020 su certificado de nacimiento como influencer. Durante más de tres años, acumuló follows y likes en Instagram a partir de una perseverante curaduría de memes que salpica con fragmentos de su propia vida. O quizás sea al revés.

Nos sentamos en el patio de su casa y rápidamente empezamos a hablar de humor y cancelación, de viralización y de libertarios violentos, de talento y algoritmos. Se cuelan adjetivos como “orgánico” y verbos en spanglish como “banear” pero quedan en suspenso.

A diferencia de las cuentas de memes que funcionan como repositorios sin “dueño” visible, la Memisa intercala su voz y su cara en la sucesión de memes. Añade una porción de su vida cotidiana en el río imparable de contenido curado. ¿Cuánto? ¿Cómo? No está claro. La receta es que no hay receta o al menos es una en la que las cantidades no importan.

El supermercado de memes de Memisa tiene góndolas para todos. Una chica ceba cerveza sobre su mate debajo de una leyenda que dice “27 grados la semana que viene” , la frase “Cómo veo el mundo después de 5 horas de siesta” es ilustrada con un paisaje idílico de arco iris y delfines, aparecen gatos y perros capturados en gestos precisos y el acto de rallar zanahoria es categóricamente denostado: “Así te reciben en el infierno”.

La combinación funciona especialmente entre quiénes tienen 24 y 34 años. “Es mi rango etario más fuerte y después sigue para arriba, no para abajo. Para los de Tik Tok ya soy como una tía”.

En el libro Cultura de la influencia. La fuerza suave que está moldeando una nueva sociedad, sus autores teorizan el modelo de las “4C” para explicar el “abc” de cualquier influencer: contenido y curaduría, creatividad y constancia, comunidad y confianza, coherencia y consistencia. La generalidad del modelo me resulta inconducente pero me sirve para ajustar el zoom y volver a mirar a La Memisa. Subrayo “contenido” y “curaduría” pero tacho “coherencia” y “consistencia”.

De la inseguridad al hate

Tuviste suerte de estar donde estás pero en realidad no tenés ningún talento. Así resume Memisa su frase auto boicot por excelencia. Le aparece cada tanto como una ventana que puede minimizar pero no eliminar. Para algunos, podría tratarse del síndrome del impostor. Para otros, la frase resuena como la acusación clásica contra los influencers. “Los cantantes cantan”, “los actores actúan” pero prueben decir en voz alta “los influencers influencian” y verán que algo no cuadra.

Esa ráfaga de inseguridad, sin embargo, parece domada en La Memisa. A medida que avanza la entrevista, puedo unir con puntos un perfil que condensa el espíritu multitasking de la época: narrar y narrarse ganando la atención ajena de cientos de miles de personas.

¿Cómo sería un Elige tu propia aventura en versión influencer? ¿Cuáles serían las decisiones y los posibles finales? Tengo dos ejemplares de la colección de libros que marcó a los niños de los años 80 y 90 y se los doy en la mano. Por un segundo dudo de mi metodología de preguntar con objetos pero Memisa se lo toma en serio y medita unos segundos antes de responder.

—Si haces determinados canjes, se te pueden enojar algunos seguidores. Si opinás de temas sociales o politicos, el aborto por ejemplo, seguro recibís algo de hate (comentarios agresivos).

—Pero si no hacés nada…

—Si no hacés nada, perdés identidad. Te convertís en un influencer con gusto a nada.

La conclusión parece mostrar un piso resbaloso: hay que ser uno mismo pero con prudencia. Hay que tener una suerte de autenticidad controlada porque a la vuelta de cada posible desacierto acecha una cancelación o una andanada de trolls.

El 14 de agosto de 2023 fue la primera vez que la Memisa recibió hate en cantidades industriales. Publicó un video extraído de Tik Tok que compilaba algunas de las posiciones más rancias de Javier Milei: que el aborto era un asesinato, que el calentamiento global era una mentira del socialismo, que derogaría la ESI en caso de ser presidente. Su único toque autoral fue colocar el emoji que llora a modo de epígrafe pero bastó para activar la furia de miles.

—Me dijeron cosas como “una bala es más importante que un meme”, apologías de la violación, que me cagara muriendo y lo que te imagines.

Memisa, la equilibrista

Vuelvo a revisar el modelo esquemático de las “4C” y me parece tan irreal como la pirámide de la alimentación saludable. La influencer de carne y hueso que tengo enfrente no reniega de su estatus pero tiene claro que Instagram no es Disneylandia. Se entrenó en pisar la cuerda floja que puede hacer reír a unos y ofender a otros y sus dotes de equilibrista la mantienen en la altura.

¿Pero cómo subió hasta ahí? Ella admite algo tan universal como “el motor de la validación” que supone hacer reír a la gente. Pero yo entreveo una suma de habilidades que le permiten sostener la sintonía fina entre la propia personalidad y 230 mil formas de ver el mundo a través de los memes.

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Sobre el autor:

Acerca de Andrés Bacigalupo

Nació en Villa Mercedes, provincia de San Luis. Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Trabajó como guionista en programas de preguntas y respuestas de TV Pública (“El juego del bicentenario”), canales infantiles (Discovery Kids) y en especiales de contenido patrocinado para distintas marcas. Estudió la Especialización Comunicación Digital Audiovisual de […]

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