Los mejores, los únicos, los métodos piqueteros. Circulaba la cerveza Palermo entre pseudomonedas de colores. Todo, o mucho, sucedía en la calle. Todo, o mucho, sucedía de noche. Cultura y participación agarraditas de la mano. Estos días previos a las elecciones PASO nos acordamos del 2001 y de lo que vino después. Tiempo de resistencia.
Algo de la mística militante del 2001 se volvió oficial. Toda organización se vuelve conservadora. Hasta el líder más revolucionario, una vez en el poder, se aleja de las bases. La distancia que se genera con la gente y los intereses que antiguamente defendían es ley de hierro, decía Robert Michels.
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Pasaron 20 años –así de viejas estamos–. Fuimos del que se vayan todos a la aparición cambiemita, en el medio el kirchnerismo con su esplendor y caída. Ahora Teresa Parodi es candidata del Parlasur. ¿Será que el oficialismo se volvió conservador? ¿Será que, como se titula un libro de Pablo Stefanoni, la rebeldía se volvió de derecha? Ahora, con el diario del lunes, la clase política mira atónita, anonada frunce el ceño y hace montoncito con los dedos.
¿De verdad están sorprendidos?
El diario del lunes
En el búnker, Milei dice cualquier cosa –¡cualquier cosa!– y lo agitan desde abajo. Raramente lo agitan pero lo agitan. El se despeluca y con los lentes torcidos lee un discurso, agradece a sus perros, tira chistes internos –¡cualquier cosa!–. Con cualquier cosa toca la fibra que toca, agita una emoción. Bullrich también. Uno dice que quiere el Estado más chiquito, la otra busca un Estado con más mano dura. Cerquita los dos y la derecha. Con el posicionamiento político adelante, sus banderas mueven sentimientos. Así, como en el mundial: no te lo puedo explicar, porque no vas a entender.
Larreta se autodefine como un buen gestor, como un tipo que pone al servicio de lo público las herramientas de la administración privada que aprendió en Harvard. Larreta pone lo técnico al frente y el componente emocional se pierde, se desdibuja. No agita tan fuerte el corazón. Él es de derecha pero no dice: soy de derecha. Pone la política debajo de la alfombra. Pierde.
Massa también se muestra como gran hacedor. Zorro misterioso. Templanza y racionalidad. Vos te ponés el pantalón y el ya lo hizo bermuda. La pregunta es: ¿Qué piensa realmente Massa? ¿Quién es Massa? ¿Qué hay detrás de ese gestor y esa astucia? El gran armador quiere el poder. ¿Para qué? ¿No lo tiene ya? ¿Por qué no empieza ahora?
Kiciloff habló de la derecha y los derechos. ¿Será por el tecnicismo, por los conceptos que usa, por lo remanido? Él sigue siendo atractivo, pero del Clio hasta acá se nos fue secando. No nos mueve un pelo.
La derecha en Argentina ha sido golpista y más bien silenciosa. Hasta que empezó a ganar elecciones y se volvió tendencia (¿qué pasó primero?), hasta que logró interpretar lo que otros no, entonces tuvo los votos. Como dijo Florencia Bottazzi, separemos la obra del artista. Votantes por aquí, candidatos por allá, se abren infinitas preguntas: ¿Son de derecha los votantes de Milei? ¿Cuán de derecha? ¿Qué es ser de derecha? ¿Qué piensan quienes se autodefinen como liberales hoy? ¿Toda derechización es peligrosa? Alerta: no os tentéis en responder rápido. Cada pregunta puede ser un título para darle doble click. Hay que pensar con hondura y sin prejuicio, más para entender que para señalar con el dedito acusador.
¿Qué hacer?
Vengo a proponerles un sueño: no estigmatizar a los votantes de Milei. Acerquémonos, salgamos de nuestro PH. Hay una tendencia a la derecha claro, pero aquí está la burguesía progre ilustrada que come en Perón Perón o tiene una risografía de Evita en la oficina, con sus hijos estudiantes en las mejores escuelas públicas (porque ante todo valora la educación de calidad –si la educación pública fuera mala irían a la privada–), sus viajes iniciáticos, sus rostros planchados y sus posgrados en el exterior. Aquí está la clase urbana universitaria iluminada que la tiene atada y todavía no la puede creer. Sí, somos. Estamos muy lejos, demasiado lejos. ¿Cuántos amigxs tenés que votaron a Milei? ¿Escuchaste su programa de gobierno, o te impresiona el adefesio y preferís negar o reventar?
Los votos pasaron las facturas al gobierno por los dramas no resueltos, en particular la promesa distributiva incumplida (nivel de ingreso, inflación, precarización del trabajo) y la violencia urbana. La idea del Estado como ordenador de la vida en común ya no pega igual. Fuimos del Estado de bienestar al malestar con el Estado. Representantes que no representan, funcionarios que no funcionan. No hay crisis de liderazgos, no hay liderazgos: hay cargos, puestos, funciones. ¿Y Alberto? ¿Y el Presidente de la Nación Argentina? ¿Y el perro Dylan? El cumpleaños de Fabiola en la pandemia nos enrostró el privilegio de hacer lo que se quiere mientras se le pide un sacrificio al pueblo. Dolor país.
Como siempre, lo emocional movió el famoso amperímetro. Hay bronca, pero no es solo bronca. El voto ideológico no pareciera estar en su mayor apogeo, pero que los hay los hay. Y además del propio, es voto ideológico también es el voto ajeno. Los otros tienen ideas también. Nosotros y ellos, dos veredas enfrentadas. La grieta ahora parece ser: los que creemos en la política y queremos más y mejor Estado; y los de la antipolítica que quieren un Estado mínimo. De este lado se siente tufo a acusación: brutos, ignorantes, lumpen. También se escucha que los mueve el odio: chetos, mala gente, garcas. Preguntas: ¿Somos capaces de sentarnos en la misma mesa? ¿Somos capaces de habitar esta diferencia sin cerrarnos? ¿Qué aspecto de Milei representa a 7 millones de personas hoy?
Si las llamadas nuevas derechas están canalizando e interpretando frustraciones y dolores; habrá que analizar del otro lado si también es posible mover emociones y llegar al corazón, afectar a alguien más (a unos cuantos más, porque como ya sabemos lo que está en juego ahora es quiénes van al balotaje). Habrá que hurgar mucho para comprender, comprender para ser audaces y venir y entonces sí proponer un sueño. Porque, recordémoslo, la política se trata de eso, de proponer un sueño y de materializarlo.
Tiempo de resistencia
Desde este lado, dos agradecimientos van para Milei. Uno, porque su existencia divide a los votantes partidarios de la derecha. Dos, porque su buena performance electoral en las PASO sacudió el avispero. Estábamos –y estamos– abatidos pero ahora despiertos y en alerta. Nos hizo volver a hablar de política. Nos la devolvió a nuestras agendas de conversación.
Con aceptación e inteligencia, necesitamos –como dice El Mató– nuestro segundo plan. Ahora, ante la caída de las grandes referencias, no hay tanto trapo para bancar. ¿Es el fin de una época? Se trata más bien de una interrogación profunda y de hacer trinchera en las apuestas colectivas. En particular, en aquellos espacios acotados de acción donde se construye en comunidad. Micropolítica, militancia cultural, organizaciones vecinales, grupalidades de proximidad, redes comunitarias, movimientos de base, clubes y mutualidades. Parafraseando a Tuñón: hablo de algo seguro y de algo posible. Hacer algo junto a otrxs con la solidaridad, la colaboración y la participación como bandera; hasta que haya liderazgo capaz de hilvanar las cuentas del collar y construir un proyecto que aglutine, será tiempo de resistencia. Como lo fue en el 2001.
Veo lo que es, lo que fue y lo que no. Pienso en los días gastados. Canturreamos: quiero saber a dónde ir / quiero saber a quién seguir / todo lo que me importa no existe más. El disco suena en loop en los parlantes amigos comprados en los años dorados.