Cuando a  González le llegó un mail del Ministerio de Cultura de Santa Fe para que escribiera sobre él mismo no supo qué hacer. El pedido era para una muestra en la que iban a homenajear a artistas santafesinos. A Agustín le incomodó la idea de hacerse un autohomenaje, definirse y colgar su foto en una pared con un plano americano serio y una frase ocurrente. Lo pensó unos minutos y respondió:

 

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Corazón

Escritora

Nació el 25 de febrero del 2011, en Rosario.

Escribió la trilogía: El libro de cuentos de Corazón (Danke, 2014, reeditado en 2018), La novela histórica de Corazón (Danke, 2016) y La película de Corazón (Danke, 2019). Coordina grupos de lectura y escritura.

“El mundo es un lugar en donde pueden existir sin contradecirse los más hermosos sueños de amor y las más tristes soledades”.

 

Corazón, la gata escritora. Corazón, la gata bestseller que escribe para humanos desde la torre Gricón en la esquina de Corrientes y Urquiza. Corazón, la gata que convierte a la farmaceútica de la cuadra en desarrolladora de la fórmula de la inmortalidad. Corazón, la gata que recorre el siglo XX de Rosario con la señora Peirano cuando la hace subir a un ascensor y viajar en el tiempo. Corazón, la gata que habla con los fantasmas de los gatos que vivieron en el mismo piso que ella. Corazón la gata que se traba en la escritura. Corazón, la gata que es interrumpida por las gatas Chaparrón y Melitón. Corazón, la gata que caza palomas y eso es un problema porque en el mundo de Corazón las palomas son las editoras. Corazón, la gata de Nuevo Alberdi. Corazón, la gata que tuvo una única noche de sexo, un embarazo psicológico y una infección urinaria. Corazón, la gata reservada y cautelosa que prefiere la cocina al living lleno de voces. Corazón, la gata protagonista del universo íntimo y salvaje creado por González en tres libros publicados en Rosario entre 2014 y 2019 bajo el sello editorial Danke.

—No me respondieron más –dice González desde el sillón individual antiguo con estampado de flores verdes, marrones y amarillas en el décimo piso A de la torre Gricón. Habla sonriendo, con una sonrisa casi permanente que le llega hasta los ojos, una manta envuelta en los hombros y un chocolate caliente entre las manos.

Tiene 39 años y además de escritor es psicólogo, jardinero y docente. El consultorio lo dejó hace años, casi tantos como los que lleva Corazón en su vida. La docencia la ejerce en la facultad y en su casa, el mismo departamento escenario de la saga que todas las semanas se convierte en una escuela de experimentación, conversación y juego sobre la escritura y la lectura. La jardinería la practica todos los fines de semana y cada día libre en una casa quinta en Roldán.

Corazón aparece desde la cocina, se asoma y se vuelve a ir. Tiene 12 años y no es tan fanática de los humanos como en la ficción. O tal vez sí y, como en la ficción, es fanática de observarlos, escucharlos y escribir sobre ellos. Chaparrón, como en la ficción, es tricolor, curiosa y atenta. Pasea su cola entre las piernas humanas, juega a buscar mimos, trepa, va y viene. Fue personaje antes de ser mascota, es seis años más chica que Corazón. Melitón, la gata negra y más catrasca y salvaje de las tres, no existe aún. González está seguro que será una perra.

Las paredes empapeladas con flores verdes del departamento de la Torre Gricón están llenas de cuadros de artistas amigas y de objetos heredados de su tía abuela Puna. El sol del otoño entra al décimo piso y tiñe todo de golden hour.

—Corazón nació porque una vidente, la Natalia, me dijo que me veía pintando. Yo pensé que se estaba confundiendo con los cuadros de la casa pero ella me dijo que no: me veía pintando algo maravilloso –dice y sale de la habitación. Corazón lo mira, sabe lo que va a buscar.

Vuelve de la habitación cargado de cuadernos de distintos tamaños y los apoya en la mesa. Los abre y aparecen palabras gigantes. El día de la vidente González le contó la premonición a una amiga artista. Ella le regaló un block de hojas grandes, una caja de pinceles de distintos tipos y tamaños y acuarelas de todos colores. González hizo primero un collage extraño. Después agarró un cuaderno grande y empezó a escribir con un color y uno de los pinceles, el más cómodo para la caligrafía. Ese fue el comienzo de la saga de Corazón.

El libro de cuentos de Corazón fue escrito, o más bien pintado, con pinceles y acuarelas durante meses. Fue un ejercicio de paciencia y de elección meticulosa de las palabras. En cada hoja entraba apenas una oración y para pasar de página tenía que esperar que la anterior se secara. Empezó con cuadernos A4, usó unos libros de contabilidad y terminó en unos librotes de Tribunales. De un solo color pasó a usarlos todos de acuerdo al momento y a la tensión del texto. Así, pintando cada palabra, escribió el primer libro de lo que hoy es una trilogía. La Natalia dice que serán cinco.

La sonoridad de ese ejercicio se nota desde la primera línea. Es casi como un tratado de estilística donde González experimentó con lo que hace experimentar a quienes pasan por sus talleres. Tiene una escritura que va desde un tono infantil, imitando los cuentos que escribía cuando era niño, hasta una intensidad salvaje, violenta y sexual como el momento por el que pasaba Corazón su primer celo.

Corazón llegó al departamento de la Torre Gricón en 2011 desde Nuevo Alberdi, un barrio en el noroeste de Rosario dónde González trabajaba como psicólogo. Al lado había una verdulería y un día vio a dos gatitos bebés. Uno corrió. La otra, blanca y negra con un corazón en el pecho, se quedó mirándolo. Se la llevó sin dudar del nombre.

Antes de que Corazón llegara pasaron por la casa otras dos gatas: América y Europa. Duraron poco. América estaba muy enferma y débil. Europa era dominante y feroz. Agustín la tuvo que devolver apenas la adoptó. América aguantó 10 días más. Murió detrás del horno en la cocina. Su espíritu se le aparece a Corazón en una pausa de escritura. El de Europa también.

***

El universo de Corazón creció a medida que avanzaba la pintura. En paralelo a la historia de El libro de cuentos…, surgieron otras historias que dieron lugar a La novela histórica de Corazón, La película de Corazón, una especie de fanzine de pensamientos de la gata escritora cuando no puede escribir, una ópera con un tono más introspectivo, trágico y dramático. Los personajes también crecieron y tuvieron sus cuentos y otros relatos. Un mundo alrededor de una mascota que ni enterada de que es famosa pero que cada vez que dicen la palabra Corazón levanta las orejas y mira. Incluso, González tiene un libro para cuando muera Corazón. Un duelo preparado.

La escritura como algo solitario no va con la saga de Corazón. En los tres libros, la poeta Alejandra Benz escribió las tres historias de las hermanas Vera y Catalina y los textos nacieron de los ejercicios de los talleres. Julia Enríquez, la editora de Danke, también escribió algunas partes. Corazón es para el escritor y la editora un universo como Friends o Los Simpsons: podría tener guionistas que tomando el estilo siguieran la historia. El universo narrativo tiene autonomía. Y no es de nadie.

Antes de escribir la saga de Corazón, González escribió Arrivederci amore mío, un libro epistolar que nació apenas se mudó a la torre Gricón. El departamento era de su tía abuela Puna y cuando él se instaló encontró unas cartas de un viejo amor en un placard que son el origen del libro. Cuando lo escribió, todavía no estaba Corazón. La llegada de la gata fue en el fin del duelo por la muerte de Puna y el comienzo de un noviazgo con un bailarín con el que se divertían mucho. El cambio de tono fue total.

—Me parece gracioso que ella no sepa –dice y Corazón aparece y se le trepa. Mira los libros abiertos con palabras gigantes pintadas y lo mira fijo a él. Lo escucha hablar sobre ella.

***

Si bien El libro de cuentos… salió antes, en la cronología de la vida de Corazón como escritora La novela histórica… es lo primero que publicó. González lo explica con una cita a Marguerite Yourcenar: los escritores jóvenes son más solemnes. Entonces, el debut de Corazón tenía que ser eso: un libro con investigación, con intención de ser una obra seria. Al principio, Agustín quería escribir realmente una novela histórica pero le salió una novela de una gata que quiere escribir una novela histórica. Ahí se dio cuenta de que los títulos de la saga anunciaban, no lo que eran, sino lo que no eran.

En La novela histórica…, la gata escritora pasea por el siglo XX de Rosario a partir de un viaje en el tiempo. Uno de los disparadores de la búsqueda de esas historias fue descubrir que en la esquina, frente a la Torre Gricón, funcionó el Teatro Colón, uno de los más importantes de principios del siglo. Alrededor de ese teatro que ya no existe y de un piano igual al de su living se tejen distintas historias con vecinos y vecinas de la cuadra como personajes.

Uno de los momentos que recorre el libro es un viaje en globo aerostático de 1920 que termina con los protagonistas del vuelo chocando contra un árbol. Ese viaje existió, fue el tercero en Rosario, pero su final no fue accidentado. El que terminó así fue el primer viaje en globo, 40 años antes. Pero González no sabía eso. Recién del final que había escrito unas horas antes de tomar chocolate caliente en el sillón de su casa y seis años después de publicada la novela. Su hermano le mandó la noticia del pasado en una story de Instagram.

Como esa historia hay muchas más. La saga de Corazón está llena de coincidencias, de juegos de espejo entre lo real y lo ficcional. Porque, ¿de qué está hecha la materia prima de un escritor si no es de una obsesión, de un manojo de recuerdos y memorias, de coincidencias alineadas que hacen creer que ese libro y todos los libros por venir tienen que existir?

Marguerite Yourcenar escribió un ensayo en el que cuenta sobre un viaje donde se encontró con la tumba de un personaje que había creado muchos años antes para Opus Nigrum. Lejos de querer explicarlo, Yourcenar dice: “Lo que sigue haciéndonos soñar es la cantidad y la intensidad de los oscuros impulsos que han ido llevándonos hacia un nombre, un hecho o un personaje y no otro. Entramos ahí en un bosque sin sendero”.

Esos impulsos, ese bosque sin sendero, llevaron a que Corazón saliera cada vez más de la casa. Y para eso necesitaba los túneles de La película de Corazón que, claro, no es una película aunque sí llegó al cine: se presentó en El Cairo con pantalla apagada. En el tercer libro Corazón ya es una gata consagrada y el departamento del décimo A se convierte en un set de filmación.

La torre Gricón es protagonista en la ficción y en la realidad como parte de ese juego de espejos. González hace de un edificio un país y de unas cuadras un mundo. Inventa con el universo que tiene al alcance y ese universo vuelve con más historias y coincidencias. Como cuando escribía el tercer tomo y murió el padre de una amiga. Su abuelo había sido Jacobo Grimland, el constructor de la torre Gricón. Al vaciar la oficina del padre y abuelo arquitectos la chica encontró una caja con el nombre de la torre.

Agustín la abrió, desplegó los planos del edificio en el piso, se paró sobre la escritura del departamento con la firma de una joven Puna de 30 años, las dos gatas alrededor, tres libros escritos ahí, un universo de animales y personajes reales e inventados. Se desmayó. Corazón caminó entre los papeles, olió y lo miró con indiferencia.

***

Corazón tuvo un largo y único primer celo hasta que entró en un celibato por seis años. Se convirtió en una señora observadora, una gata castrada sin castrar. Llegó Chaparrón y se hicieron amigas. Un día el celo volvió y Agustín supo que esa iba a ser su oportunidad. Su amiga y poeta Alejandra Benz llevó a su gato y los dejaron solos en el living.

—Fue un escándalo. Garcharon toda la noche– dice González y Corazón baja del sillón y desaparece por la cocina. Chaparrón se queda, pasea la cola de nuevo entre las piernas–Ese día Chaparrón no entendía nada.

***

—¿Vos te llamás Vanesa?

—Sí –respondió la farmaceútica.

—Entonces tenés que leer este libro porque sos la que aparece acá.

La escena se la contó Vanesa a González un día que él entró a la farmacia y ella lo increpó: “Con vos tengo que hablar”. Le habían encantado los libros.

—Me dijo que tenía que aparecer Fátima, la de la librería. Y la incluí en La película.

***

Corazón camina lento, observa al escritor y se acuesta en el piso de madera cuadriculado. La veterinaria le dijo en su última visita que entró en la tercera edad. Es una gata adulta mayor. González lo ve en algunos movimientos, ella lo siente en algunas partes del cuerpo pero no se toma descanso. Trabaja en un libro de cuentos que esta vez sí será un libro de cuentos. En uno de ellos, bajará a la esquina de Corrientes y Urquiza y se encontrará en la vidriera de una librería con la saga de Corazón escrita por Agustín González. No podrá creer que su amo es un estafador.

González tampoco se toma descanso. Está escribiendo una novela sobre vidas paralelas. También tiene un ensayo pendiente sobre jardinería enfocado en el paisaje o las bromelias. Mucho está en los pensamientos, tomando forma porque pensar es una de las partes de escribir. La Natalia dice que la novela es la primera de una trilogía.

A diez cuadras, la foto de Corazón cuelga de una de las paredes de la muestra “Guiso de artistas“. La respuesta llegó un año después y Corazón se convirtió en la única gata, el único animal artista de la sala. Alguien pasa frente a su imagen, saca el celular y anota: “El mundo es un lugar en donde pueden existir sin contradecirse los más hermosos sueños de amor y las más tristes soledades.”

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Sobre el autor:

Acerca de Arlen Buchara

Es periodista, editora y productora. Fue editora general de Cosecha Roja, coordinadora de programas de formación de periodistas de Cronos y productora del Festival de Revista Anfibia. También fue redactora del diario El Ciudadano de Rosario, columnista en Radio UNR y productora del canal público de Santa Fe. Desde el sello de contenidos culturales Cardumen […]

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