Iniciamos el cuarto día de residencia ya habituades al ritmo del cronograma. Cuando nos conectamos y nos vemos en la pantalla, nos saludamos sonriendo. Les curadores del festival Rocío Muñoz Vergara, Carolina Musa y Tomás Boasso invitades a esta entrevista se percatan de esto. “Ya deben estar cansades, ¿no?” comenta Carolina. Nos reímos porque con les chiques ya sentimos que nos conocemos de toda la vida.
Nuestro coordinador Cristian Molina nos presenta brevemente, y Tomás nos felicita con una idea que atravesará lo abordado más tarde: “La poesía joven es la mejor poesía que existe. Por lejos. Sin prejuicios, sin trabas, sin límites”. Esto va de la mano con el eslogan oficial de esta 28° edición del festival, Poesía vital. Nos cuenta que surgió primeramente como Poesía viral en relación al contexto tan particular que estamos viviendo. Resulta curioso como el cambio de una letra bastó para que el eslogan tome un significado totalmente distinto, ligado a las experiencias que cada une tuvo en el FIPR a lo largo de los años como un espacio de encuentro y aprendizaje con otres escritores. Carolina nos confiesa haber temido que esta edición no se hiciera, porque implica un evento que visibiliza poéticas marginalizadas, como la de las lenguas originarias y la de las cárceles. Rocío añade que debieron sortear las dificultades de ajustarse a herramientas digitales a las que no estaban familiarizades, pero que trajo también beneficios, como el hecho de que cada charla/taller/lectura quede archivada para reproducir en cualquier momento.
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Carolina, Tomás y Rocío trabajan asiduamente en el entorno editorial. Carolina (Libros Silvestres) nos comenta que en su edición se destaca lo manual y lo visual, a raíz de su oficio de artesana. Edita de manera intuitiva, en tanto significa para ella “una visión que se te cruza cuando leés un texto o escuchás un poema”. Rescata el trabajo independiente de las editoriales rosarinas y las plaquetas y fanzines como obras valiosas en el circuito literario. La circulación de la poesía en el ámbito editorial se diferencia de la narrativa, es muchas veces un género bastardo y menor en lo comercial. No es frecuente ver a une narradore regalar sus libros como lo hacen les poetas. Es por esto que la edición representa para Carolina “un norte, un acto de justicia”. La poesía infantil es, en este sentido, lo más bajo del género, subestimada en tanto se cree que puede decirse a les niñes cualquier sinsentido, cuando son en realidad lectores muy riguroses.
Rocío (Ediciones El Salmón) explica que edita para acercar textos a lectores, y compartir libros que le gustan a una escala mayor que un grupo de amigues o un taller pequeño. Implica desafiar la idea de que se lee únicamente en solitario. También para que las personas que escriben puedan seguir haciéndolo. Evidencia además el trabajo de las editoriales por federalizar su alcance y ampliar sus fronteras.
Tomás explica que se siente confundido por el mundo editorial y su centralización en la metrópoli porteña, además del hecho de que suele comprarse poesía solo si una gran editorial publica a une escritore muy conocide. Dice que lo que le hace ser un gran consumidor de libros en físico es el hecho de poder tenerlos cerca en todo momento.
Carolina resalta que creció la demanda por libros en este tiempo de cuarentena. “Tuvimos que ponernos a la altura de distribuirlos a todo el país, a puntos donde no estábamos antes, y acoplarnos a las redes. Mucha gente empezó a prestarle atención al espacio virtual, cuando antes no”. Rocío aporta que se dio así porque el tiempo parece haberse detenido, lo que creó un momento de lectura antes postergado. Nos comenta también sobre el ciclo de lectura que organiza, A Cuatro Voces, como un evento en el que confluyen la voz, la noche, les amigues, la calle y las conversaciones. En él comparten escritores de diferentes estéticas, voces y generaciones. Tomás recuerda los ciclos con añoranza. Siente que creció y se formó en ellos, pues le ayudaron a entender mejor la poesía desde la oralidad. Carolina contrasta la exposición del lector ante otres tal y como es en estos eventos al proceso interno que implica la escritura.
Sobre la poesía infantil, expone Carolina que hay escritores muy buenos, pero que al escribir para niñes dejan ver ese aire aleccionador y dogmático incluso de manera inconsciente. Plantea que lo importante en este género es el asombro: escribir como si se fuera niñe, no saber con certeza algo y que no importe realmente. Tomás está de acuerdo y piensa que es importante no perder esa capacidad de ver las cosas por primera vez cuando une crece como poeta. Rocío comparte que leer poesía infantil la acerca a la calma. Nunca escribió algo para ese público en específico, pero es algo que revolotea siempre en sus textos. Finaliza con una frase de Georges Bataille: “La literatura es la infancia por fin recuperada”.