La noche es mí lugar preferido. Antes creía que le tenía miedo, ahora siento que es mi reloj biológico: quiere que duerma de día y viva de noche. Siempre lo pensé al revés, que no podía dormir y aprovechar el día. ¿Y que hay de aprovechar la noche? Me gustaría disfrutar aún más, no hacer nada, olvidarme qué hora es.
Siempre le tuve miedo a la oscuridad, a dormirme y que me pase algo. Los libros ayudaban mucho. No podía dormir si no leía antes. Atravesar la noche, puede ser metáfora pero también la experimentación.
Ensayar una biblioteca sobre la política de la noche y cómo atravesarla. Jugar, hacer una maqueta, un refugio. Reivindicar la noche, bancar a lxs insomnes, sufrir cuando sale el sol.

Las bibliotecas suelen ser refugios. Lugares habitados por los freaks sin amigos de la secundaria. Bibliotecas públicas como refugio de lúmpenes, linyeras, locos, vagabundos. Bibliotecas populares que son una especie de símbolo de la cultura, y por eso nadie puede oponerse a algo tan aparentemente inofensivo. Muy poca gente lee en los barrios dónde están esas bibliotecas, sin embargo, son como una base para construir otras cosas alrededor, aunque no tengan que ver con los libros. Son como motores de producir otra cosa.
Me gusta el humor en el arte y Pauline Fondevila* parece burlarse un poco del snobismo de la biblioteca propia, esa que hay en las casas, las privadas, las que ostentan lo que se leyó, y valorizan a la persona. Siempre la mercancía, la propiedad, y el reforzamiento del sujeto que le permite un lugar más cómodo dentro de la competencia por el trabajo o el estatus.
Pauline no leyó todos esos libros, pero se nota que investigó cuáles hacen referencia a la noche. Noche y política: ¿qué potencia oculta esconde la noche? La izquierda de la noche. El refugio de cartón que parece débil pero a veces refugio es una metáfora o una casita de muñecas subversiva.
El cartón obviamente nos remite a la editorial Eloisa Cartonera, que en alianza con cartoneros, comenzaron a hacer libros con tapas de cartón. El cartón como una cosa efímera, el libro también. La noche de los muertos vivientes. La cultura un poco desacralizada por el cartón.“La basura de unos es el tesoro de otros”, dicen.
Desacralizar los libros como una especie de liberación de lo mal visto que está tirarlos, descartarlos. Y a la vez hacerles un altar. Libros que pueden ser basura o sostén de una vida que se mueve en la noche, también cuestionada, es rara la gente que vive de noche.
O la noche como metáfora de una impotencia, una inmovilización, un no saber adonde ir porque no se ve nada, estar perdidos en la nada, sin señales. Vagar por la noche, asumirla, y tener la fuerza para atravesarla, porque no queda otra tampoco.
Tengo ganas de leer todos los libros de la muestra y a la vez ni ganas. Pero si tenerlos en cuenta por las dudas, cómo guías, o mapas, u otras experiencias de la noche que nos puedan rescatar de la oscuridad.
Libros vacíos, solo sus tapas, libros posibles, libros desechables también, libros ilustres pero a la vez basura, representación, simulacro, precariedad insondable, porque como el cuento del lobo y los cerditos se puede tumbar con un soplido. Deseo a pesar de la precariedad, deseo de una biblioteca. Porque, ¿quién sabe lo que puede una?