El buey sacrificado de los vecinos del este no es tan venturoso
como la sencilla ofrenda de los vecinos del oeste.
I Ching, hexagrama 63, línea 5
Se pueden usar dos pequeñas escudillas para el sacrificio.
I Ching, hexagrama 41, dictamen
Árbol de la esperanza, mantente firme.
F.K. (no precisamente Franz Kafka)
Un linaje de gatos nobles y buenos me acompaña desde hace 14 años. De 2004 a 2010 tuve al padre del Colo y a él desde 2008, cuando lo vi nacer. Por dos soleados años convivieron en casa el padre y el hijo hasta que el padre huyó, acosado por el Negro, un tercer gato de casa.
4 al 5 de julio de 2018
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En el sueño, a mi gato le separaban la cabeza del cuerpo y la cabeza quedaba viva; el cuerpo también, pero separados. Y una bruja me decía que había que esperar, que no sé qué proceso tenían que hacer primero la cabeza y el cuerpo por separado, para después poder juntarlos.
DÍA 1, martes 17 de julio de 2018
7AM: Salen el Colo y su amigo el Batarasa, juntos, alborotados.
8PM: Veo maullar al Colo en lo alto de una casa en la esquina de Maipú y Cerrito; lo oigo irse hacia el sur unos metros y me vuelvo a casa.
DÍA 2, miércoles 18 de julio
Colo, gato macho no castrado, colorado y blanco, ojos verdes, 9 años, 5 kilos, manso, responde a su nombre. Falta de casa desde ayer martes.
DÍA 3, jueves 19 de julio
Hoy a las cinco de la mañana apareció por casa el otro gato, el Batarasa, el amigo del Colo que siempre anda con él. Me despierto a las siete de la mañana y está a los pies de mi cama, echado. No come. Sale enseguida. A las cinco lo oí claramente maullar al Colo, de lejos. A las nueve, anoche, también lo oía. Hago carteles. Una vecina dice haber oído pelear anoche a dos gatos cerca del baldío al fondo de mi pasillo, donde suelen andar. Cerca de las tres de la tarde entra a casa de nuevo el Batarasa. Viene oliendo, como buscando rastros.
Vecinas del pasillo niegan el dato de la pelea de gatos. Pero la de adelante, Antonia, informa que según le dijo la de enfrente, Susana, en una conversación el sábado, mi gato lleva días paseándose por el techo de Susana. Es por ahí donde lo vi por última vez el martes a la noche antes de oírlo alejarse hacia el centro de manzana donde, según versiones, habría una gata. Todas las pistas apuntan hacia el centro de la manzana circunscripta entre Cerrito, Riobamba, Maipú y Laprida.
Hoy salí a buscar al Colo, llamándolo por varias cuadras, preguntando en todos lados. Conseguí la dirección exacta de la hermana de un guitarrista y compositor amigo mío de la adolescencia, justo en esa manzana. Noté, mientras caminaba, que seguía oyendo el maullido al mismo ritmo e intensidad independientemente de las distancias. Entonces me di cuenta, o me pareció darme cuenta, de que lo oía en mi cabeza, de que todo este tiempo lo había estado oyendo en mi cabeza.
DÍA 4, viernes 20 de julio
El Batarasa vino y se echó dos horas en la mantita a los pies de la cama mientras yo intentaba dormir una siesta; llegué a la noche y lo encontré en mi casa. Me saludó en su idioma gato con una amabilidad insólita en él. Durmió en la mantita no sé hasta qué hora y en su compañía pude dormir bien de un tirón por primera vez en mucho tiempo.
Soñé con Mick Jagger. Al atardecer salí a pegar afiches de búsqueda y cuando ya iba por el 18/20 me di cuenta de que me faltaba una cifra en mi número de teléfono. Estaba corrigiendo los que podía con una fibra negra y me crucé con un amigo que acaba de mudarse al barrio y prometió ayudarme a imprimir una segunda edición. Los que tiré bajo las puertas ya no se pueden corregir pero igual la movida me sirvió para explorar uno de los pasillos de calle Maipú en el que tenía puestas algunas esperanzas. Hay tres gatas, todas castradas. La vecina que me abrió la puerta no vio ni oyó nada pero me sugirió nuevas direcciones por donde buscar. En la esquina del Hogar del Huérfano se va armando una cartelera de gatos perdidos. El Colo comparte su espacio de visibilidad con un tal Víctor Hugo, negro o gris oscuro.
DÍA 5, sábado 21 de julio
A la tarde, timbreo por calle Maipú. Salen al balcón una mujer y su hijo. Les muestro la foto del Colo, les pido permiso varias veces para entrar a poner una escalera y hacen caso omiso de mi pedido. Pero son amables, la mujer ofrece poner atún en el patio a ver si baja y el hijo agenda mi teléfono. Me cuentan una historia terrorífica de gatos desaparecidos, seguramente asesinados. Al parecer vive o vivió un genocida animal justo en esa manzana. Ellos no oyeron ni vieron nada.
20:37 ACABA DE ENTRAR A CASA DON THEODOR BATARASA! Mg. Theodor Batarasa, nuevo Profesor de Defensa contra las Artes Oscuras, sale a las 21:55. A las 22:10 vuelve y se echa en su mantita. Tiene su plato con comida y su agua fresca. Come, se echa un rato en su mantita, toma agua y se va. No se queda más de un par de horas. Desde su manta mira para arriba como esperando ver bajar al Colo por la escalera. Un barullo de ladridos de perros precede su llegada y sigue a su partida.
DÍA 6, domingo 22 de julio
Hoy de madrugada con mi amigo Nacho salimos a llamar al Colo. Dábamos vueltas llamándolo por la manzana donde lo oí y vi por última vez. En eso oímos un sonido que Nacho reconoció como un maullido de respuesta. Rodeamos la manzana llamándolo hasta que comenzó a responder clara y regularmente. Insistimos con la retreta hasta que apareció, enfrente, justo donde lo vi la última vez, en un techo alto con cornisa del cual no podía bajar. Fuimos con Nacho hasta su casa a buscar una escalera plegable. No fue fácil conseguir un taxista solidario para traerla. La desplegamos, probamos hasta ubicarla en un ángulo seguro, yo la sostuve apoyando con fuerza mi peso y Nacho subió a dejarle alimento al Colo en la cornisa. Ya no lo veíamos ni nos respondía. Eran más de las tres cuando regresamos, con la escalera plegada, que quedó disponible para reutilizarla. El Batarasa, que nos había acompañado en casa mientras esperábamos que pasara la medianoche para salir a la calle, cuando volvimos ya no estaba. Recién mientras escribía esto creo que volví a oírlo al Colo por un rato.
Al final de la tarde intentamos una expedición de rescate con Aielén y Nadia. Aielén vive en la Plata con su gato al que le puso de nombre Dick, por Philip Dick. Nadia es su anfitriona y amiga en Rosario, donde está de paso el fin de semana. Con Nadia sostuvimos la escalera que había traído Nacho y Aielén subió por ella con increíble agilidad hasta el techo más alto que pudo, desde donde hizo un reconocimiento fotográfico. Una de las fotos muestra el techo cubierto de membrana desde donde saltó el Colo hasta el muro lindante con la calle Cerrito desde donde nos saludó a Nacho y a mí esta madrugada. Pero al atardecer, si bien lo llamé una hora, su única señal de vida fue la ausencia del alimento balanceado que le había dejado Nacho en la cornisa. Aielén le dejó allí un poco de leberwurst, que le encanta.
La imagen puede contener: cielo y exterior

(continuará…)