Todos los muebles que tengo en mi casa entran en un ascensor. Lo aprendí a fuerza de catorce mudanzas en treinta y ocho años. En las calles Catamarca, Urquiza, Santa Fe, Laprida y Wheelwright están las casas que me dejaron marcas.

Mudarse es simple, hay que llevarse sólo lo que da felicidad. A la ropa es mejor embalarla sin sacarla de las perchas y envolverla con una sábana que después irá a la lavandería. Con los libros es más difícil porque son pesados, pero es una buena oportunidad para pasarles Blem.

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Una caja para el baño y otra para la cocina, es importante no llevarse nada que esté roto. También es un buen momento para ordenar los dibujos. Cuarenta y dos libretas, veintitrés completas, doce empezadas y siete nuevas. Fijarse qué microfibras dejaron de funcionar y cuántos acrílicos están secos. Todo lo que unx no quiera se puede dejar sobre la mesa y hacerlo circular.

De calle Catamarca me llevé las mejores fotos de la infancia y dejé tres tortugas. De Urquiza, la mesa libro que desata una catástrofe cuando se aflojan las patas y dejé el escritorio de caño rosa. De Santa Fe tengo los almohadones y dejé el tablero y de Laprida me llevé de todo, pero dejé los abrazos a los que todavía vuelvo. Con Wheelwright todo es más confuso.

Fue ahí, frente a una pared blanca con una textura preciosa y un portero indescifrable, donde me dijeron que uno de mis hermanos se acababa de morir, la noticia se hizo dolor, el dolor se hizo marca y decidí mudarme unos meses después. En Wheelwright dejé la tristeza. Embalé la ropa, los libros, los dibujos, las cosas del baño y de la cocina con el método de siempre pero fui mucho más precisa para determinar qué objetos felices llevar.

Traslado conmigo una marca profunda que muta todo el tiempo y que busco calmar honrando la memoria de Ito* con gestos simples, domésticos, cotidianos y posibles.

Me mudé un sábado de septiembre muy temprano y el primer día en el departamento nuevo fue luminoso. Hice que todo huela a Heno de Pravia, puse un tema de los Hosen, preparé un pastel de carne bien dulce y a la tarde me senté al sol a ver las fotos de calle Catamarca.

*Ito Seisas murió el 13 de noviembre de 2017 a las 21.50 en un choque por la falla de un semáforo en la esquina de Ovidio Lagos y Salta.

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Sobre el autor:

Acerca de Lucía Seisas

Nació en Rosario en 1982. Es arquitecta por la UNR. Produce y expone dibujos, murales, objetos, bordados y tapices en Rosario. Actualmente trabaja en el Museo Marc e integra la colectiva de artistas y trabajadoras gráficas Cuadrilla Feminista.

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