Juan Pedro Aleart confiaba en ganar las elecciones a concejales de Rosario del 29 de junio. Karina Milei, la armadora nacional de La Libertad Avanza, celebró al día siguiente el desempeño libertario en la provincia, el paso “de 0 a 34 concejales” en distintas ciudades, pero no mencionó al ex periodista. Esta vez no hubo agradecimiento a los votantes, como el 13 de abril, cuando resultó electo constituyente por el departamento. El sueño, sin embargo, parece intacto: ser el próximo intendente de la ciudad.

El politólogo José Giavedoni ubica al ex conductor de De 12 a 14 en el tablero que quiso patear: “Aleart vino a dividir el campo del voto anti peronista. Ese voto estuvo expresado antes en el Frente Progresista, Cívico y Social y ahora en Unidos para Cambiar Santa Fe. La estrategia electoral fue pegarle a Carolina Labayru, porque necesitaba sacar votos de ese sector, y para pegarle hizo un tiro por elevación para discutir frontalmente con lo que llamaron socialismo-peronismo-kirchnerismo, lo que representaron en Juan Monteverde”.

En abril, Aleart triunfó en las seccionales 1, 2, 3, 5, 6, 8, 13, 15, 14 y 17 y fue el candidato individual más votado; dos meses después, retuvo las seccionales 1, 2, 3 y 17, perdió las restantes con Monteverde y quedó segundo detrás de Más para Santa Fe. En la elección de tercios que describen los analistas, los resultados de la estrategia libertaria no parecen entonces los mejores, en particular porque Labayru consiguió descontar la diferencia que le sacaron en las PASO al frente de la lista de Unidos.

Aleart agitó el fantasma del kirchnerismo, posó con una motosierra y trató de ñoquis a los médicos del Hospital Garrahan y asumió el discurso del odio al tratar de “kuka” y burlarse de Monteverde en una entrevista en el canal de streaming Carajo. “Kirchnerismo y socialismo son los términos con los que La Libertad Avanza y Aleart construyeron esa otredad con la cual discutir, para rascar los votos del oficialismo en la provincia y en Rosario”, dice Giavedoni.

El gobernador comparte la concepción del kirchnerismo como una especie de amenaza latente, responsable de los males de la provincia, pero lo identifica con el centralismo porteño. Aleart no podría permitirse ese giro, porque su lanzamiento a la política fue pensado en la ciudad de Buenos Aires.

Para la gente es una cara nueva”, dice el politólogo Juan Bautista Lucca. El ex periodista es una persona conocida pero ajena a la política, alguien en quien confiar donde se acumulan las frustraciones. También se distingue con perfil propio dentro del espacio al cual se incorporó: “Es un candidato libertario humanizado por su historia personal, por las situaciones que vivió con su familia. Estuvo hasta hace muy poco posicionado en uno de los principales medios de comunicación de Rosario y es además una figura joven, carismática”, agrega Lucca.

Juan Pedro Aleart no ha perdido la sonrisa ni la simpatía. Pero el carisma tiene ahora matices: expresiones serias, rictus de amargura. Aleart nos dice que viene a lidiar con “los políticos sucios”, que se enfrenta con el odio de los que descreen de sus intenciones, que es víctima de mentiras “como nunca antes se había visto en una elección de Rosario”. Ahora, dice, tiene “el cuero más duro que el de un rinoceronte”.

 

 

 

 

Yendo de la calle al estudio

Aleart nació en Bahía Blanca, pero su vida y la de su familia transcurrieron en Rosario. Fue un joven que estudiaba y trabajaba: siguió la carrera de Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y al mismo tiempo, desde los 18 años, estuvo vinculado con los medios. Empezó como integrante de la producción de Despertáte con Aleart, un programa de Daniel Aleart, primo de su padre, que iba de 5 a 7 en LT 3.

Luis Novaresio lo llevó a Radio 2 para hacer reemplazos. Mientras esperaba su oportunidad se formaba “en los móviles, en producción, escribiendo los informativos, atendiendo los llamados de la gente, haciendo los guiones de Telenoche, editando, hasta estuvo como coordinador de control un par de veces”, según una crónica de Lucía Cuffia publicada en el diario La Capital cuando Aleart llegó a la cúspide: la conducción de De 12 a 14.

Mientras trabajaba y estudiaba, también hacía terapia. Aleart ha expresado el reconocimiento a su psicoanalista –“una de las personas más importantes de mi vida”– incluso antes de hacer pública su historia privada.

En Canal 3 empezó como movilero de Antes de salir. “Aparece en un momento de renovación en la pantalla de Canal 3, y revaloriza al cronista de exteriores como una figura central dentro de la programación. Su consolidación es clave en un momento donde Canal 3 le vuelve a arrebatar el dominio por el rating a Canal 5, luego de varios años”, señala Juan Mascardi, director de la Licenciatura en Periodismo de la Universidad Abierta Interamericana.

¿Ya le pusieron cucharadas de actitud al café con leche?”, preguntaba Aleart. Fue la frase con la que se hizo conocido. Mascardi observó el desarrollo del fenómeno desde sus inicios, en su caso como cronista de exteriores de Canal 5: “Destacaría la seriedad, la solvencia y el profesionalismo de Aleart en cada una de las coberturas que nos tocó compartir. Una enorme presencia y algo que dentro de la televisión se denomina ángel, ese carisma innato imposible de conceptualizar desde la teoría, que solo muy pocos tienen”.

La fama acompañó su carrera también como conductor de El mejor día de la semana, en Radio 2, y productor de Captura de pantalla, en Canal 3. “Cada vez que Aleart llegaba a un acontecimiento, la gente se acercaba, le pedía fotos, se quedaban charlando. Había una especie de fascinación. Y él siempre tuvo una posición muy profesional ante ese fenómeno”, recuerda Mascardi. Los fans le tributaron una cuenta y lo consagraron como “la sonrisa más linda de la televisión rosarina”.

En público resaltaba el trabajo en equipo, pero en el estudio estaba solo. En cámara y ante el micrófono sonreía y contaba que se levantaba cada día a las 6, en privado lloraba cuando iba al trabajo. La denuncia de los abusos que sufrió del padre y del tío impactó también porque quebró una imagen y mostró una historia que no solamente estaba oculta sino que era insospechable, invisible bajo la cobertura televisiva: “Hacía De 12 a 14 durante meses con un nudo en la garganta, me encerraba en el vestuario a llorar y volvía a mi casa sin querer ver a nadie y sin querer hablar con nadie. Estuve con una profunda crisis de angustia. Perdí el sentido de la vida. No tenía ganas de reír, no tenía ganas de ir a fiestas”.

De 12 a 14 se emite desde 1966 y es el programa con mayor cantidad de años en la televisión argentina, después de Almorzando con Mirtha Legrand. En la primera década del nuevo siglo Telefé Noticias se impuso en el rating con Ariel Bulsicco en la conducción. Pero el programa que conducía Julio César Orselli supo aggiornarse, observa Mascardi: si en la primera etapa, antes de la televisión por cable, los conductores “fueron como comensales de cada familia, estableciendo una relación estrecha, un guiño de amistad con el público”, después hubo una renovación que preservó “una figura central, icónica, que mantiene el desarrollo a través de los años”. Aleart cumplió ese rol a partir de 2022, cuando pasó a conducir el noticiero junto con Analía Bocassi.

 

Un rostro humano

Entrevistado por Reynaldo Sietecase después de hacer pública su historia personal, Aleart reveló que el punto de partida fue saber que su padre era portador del virus HIV. Siguió una reunión donde Aleart y sus dos hermanos confrontaron a otros familiares con el descubrimiento, donde le llamó la atención el llanto en que irrumpió uno de sus tíos, el bioquímico Helvio Vila.

Aleart empezó a reconstruir su historia con Vila. Un día de 2021 lo citó en el bar de avenida Francia y Mendoza. “Le dije que era consciente de que todo lo que me había hecho a mí y a mi hermano era un abuso sexual. Y que las iba a pagar”, contó.

En la denuncia judicial, presentada el 6 de diciembre de 2022, Aleart dijo que sufrió abusos de su tío desde agosto de 1995 hasta 2005. Los cargos imputados fueron abuso sexual simple y corrupción de menores agravada. El 20 de septiembre de 2023 declaró ante la Justicia que había situaciones que todavía no recordaba pero aparecían en pesadillas y trataba en terapia.

En noviembre de 2023 Aleart amplió la denuncia, dijo que había detectado otros abusos padecidos entre 2011 y 2019 e involucró a su padre, Pedro Aleart. El juez de primera instancia Florentino Malaponte declaró la prescripción de la acción penal y envió el legajo al archivo; el Ministerio Público de la Acusación –Aleart expresó su agradecimiento a la fiscal Carla Cerliani– y su abogado apelaron; el camarista Tomás Orso confirmó la prescripción el 8 de febrero de 2024, y su resolución también fue apelada.

El padre se suicidó en Mar del Plata el 27 de marzo de 2024 y antes de quitarse la vida hizo un posteo en Facebook en el que acusó a la madre de sus hijos y al bioquímico. Aleart estaba de viaje; dijo que la muerte de su padre lo impulsó a la denuncia en la apertura de De 12 a 14 el 18 de abril de 2024. Los abogados penalistas lo habían traicionado o no se habían interesado por su causa; los jueces le dieron la razón pero se excusaron de intervenir. Cuando todo parecía perdido, dijo ante la cámara que lo enfocaba sentado ante una pequeña mesa, “la persona que he encontrado después de mucho tiempo para ayudarme es Patricia Bullrich, que ha sido muy humana conmigo”.

El rostro humano de la ministra de Seguridad obró con la intervención del abogado Fernando Soto. El ex defensor del policía Luis Chocobar y funcionario del Ministerio de Seguridad de la Nación se convirtió en el abogado de Aleart.

 

 

 

Haciendo política

Si algún día se escribe un libro sobre la historia de la televisión rosarina, piensa Juan Mascardi, la denuncia de Aleart estará inscripta como un punto de inflexión: “Incluso me atrevería a pensar que lo es en la historia de la televisión argentina. No encuentro antecedentes similares en donde, de alguna manera, se transmuta el género del magazine y se termina transformando en una especie de reality show, como si la figura icónica le hablara al Gran Hermano. A diferencia del nacimiento del reality como formato, nunca el conductor se transformó en protagonista del acontecimiento”.

Giavedoni observa ese hito con el que le siguió: el anuncio de Aleart de su incorporación a La Libertad Avanza. “Con el diario del lunes bajo el brazo, da la impresión de que Aleart hace uso de una situación absolutamente condenable para generar un impacto de sensibilidad desde el lugar que ocupaba en De 12 a 14. En ese mismo momento introduce el elemento político a partir de la enunciación del nombre de alguien que no es menor en el gobierno nacional”, afirma el profesor en la Facultad de Ciencia Política e investigador del Conicet.

Los hermanos de Aleart se manifestaron “brutalmente revictimizados y expuestos a la opinión pública” con la denuncia televisiva, que consideraron “irresponsable”. Habían advertido a Juan Pedro que no autorizaban a exponer sus nombres, sus datos y su intimidad y le habían pedido que respetara “los procesos personales que venimos atravesando en todos estos años”.

Giavedoni profundiza en su crítica a la explotación política de la situación, confirmada en su perspectiva en el posterior lanzamiento de Aleart como candidato de La Libertad Avanza: “Hubo un uso miserable de una situación completamente condenable, no solamente por el análisis que podemos hacer hoy sino por la reacción de sus hermanos. Aleart les dice a sus hermanos que entiende que tengan miedo pero que él asume la necesidad de contar todo y que tiene el derecho de contar su historia. Es decir, los acusa de cobardes. Ese es el modo en que eligió irrumpir en la escena política: un modo que no habla de su coraje ni de su amor por la verdad sino de la voracidad por ocupar algún centro en la escena pública para usufructuar políticamente”.

Aleart afirmó que su denuncia pública podía animar a otras víctimas a hablar. Los hermanos rechazaron este planteo: “A la opinión pública le pedimos que se pregunten qué niño, niña y adolescente víctima de abuso sexual va a atreverse a denunciar las violencias sufridas si su intimidad es expuesta en todos los medios de comunicación del país”.

Lo que se presenta dentro de un hecho de ribetes escabrosos y dolorosos termina siendo también una denuncia que no pasa por el filtro de la producción periodística –afirma Juan Mascardi–. Ahí se altera la función de convocar a todas las partes y cotejar con distintas fuentes involucradas. Hubo un acuerdo entre la figura central del noticiero con las autoridades del canal sin la intermediación de la producción periodística. ¿Cuál es, entonces, la función del periodismo?”

Televisión Litoral no se hizo la pregunta. Puertas adentro hubo algunos roces que adelantaron la salida de Aleart del noticiero, a principios de febrero. La empresa se enteró por terceros de que el conductor negociaba en Buenos Aires su incorporación a la política y de un viernes para un lunes se apuró su salida, cuentan ex compañeros.

Confrontado en entrevistas con el comunicado de prensa de sus hermanos, Aleart se justificó diciendo que el silencio sólo es útil para los abusadores. Pero sus hermanos no dijeron que quisieran ocultar los abusos, al contrario: “Seguimos y seguiremos adelante construyendo justicia desde el amor, la empatía y el respeto por los tiempos de todas las víctimas de abuso sexual».

Aleart no parecía tener tiempo. Se acercaban las elecciones en la provincia de Santa Fe.

 

La familia de Canal 3

Desde principios de los años 90 el periodismo de Rosario funciona como una especie de ejército de reserva de la política. Evaristo Monti, Vicente Cuñado y Pablo Cribioli fueron los pioneros. En el fenómeno “hay mucho de la familia de Canal 3”, dice Giavedoni, y también la continuidad de un vínculo entre los negocios de la empresa y la política provincial.

Las elecciones del 13 de abril, en las que Aleart se impuso a Ciro Seisas como constituyente del departamento Rosario, podrían ser analizadas en una clave simbólica donde una figura toma el relevo de otra y donde lo que persiste es Televisión Litoral como marca de origen.

La ruptura de los lazos de representación de los partidos políticos mayoritarios explica la recurrencia de los outsiders, dice Giavedoni: “Se expresa una novedad en la forma de pensar la política en la policía. Salvo Marcelo Lewandowski, que tiene una cierta vocación de jugar hacia adentro del peronismo y puso el pecho como candidato a gobernador en unas elecciones que estaban perdidas, estas figuras construyen marcas pero no política en términos de identidad colectiva”. La boleta única con la fotografía del candidato “le pone la frutilla al postre”: el elector vota por la figura instalada en los medios no por las eventuales propuestas.

Para Mascardi, “al no tener Rosario un desarrollo de la industria del entretenimiento, las figuras más reconocidas son inevitablemente conductores y periodistas. Ahí se inscribe la figura de Aleart”. El paso a la política no sería tan repentino: “a través de sus redes sociales comenzó a inclinarse mucho tiempo antes, tomando posiciones que distan mucho de la neutralidad periodística, y con algunas temáticas, lo que hacía visualizar una candidatura”.

La efectividad de los candidatos mediáticos parece en directa relación con la memoria de las audiencias; Lisandro Cavatorta hizo así su última campaña electoral recordando que había sido el conductor del programa Bótelos, pero su perfil parece desdibujarse en la política tradicional como también ocurrió con Miguel Ángel Tessandori, fagocitado por Unidos. Los outsiders no resuelven la crisis de representación sino que la agravan, plantea Giavedoni:

–El outsider viene a ser un comodín tratando de oxigenar a la política. Hay un inconveniente en esta búsqueda: caer en la ficción de que un nombre propio, una figura que viene por afuera, tiene la capacidad de recomponer la relación entre el electorado y sus representantes. Lo que hace el outsider es más bien oxigenar a un sistema político que viene herrumbrado porque no logra dar respuestas en términos de vivienda, educación, seguridad, salud, empleo. El problema no son los candidatos sino el sistema político mismo.

Como candidato a constituyente, Aleart salió al ruedo proponiendo la eliminación del Senado provincial. El tema no estaba contemplado en la ley de reforma de la Constitución, pero fue pensado como una bajada local del discurso mileísta sobre la casta. Como concejal, propuso prohibir la actividad de cuidacoches. La propuesta se dirigía al votante de clase media del centro de la ciudad, allí donde se concentra el voto anti peronista; también reflejó una preocupación particular de Televisión Litoral, que insólitamente introdujo la cuestión en el temario supuestamente trascendente del debate entre Pablo Javkin y Juan Monteverde cuando disputaron la intendencia.

Aleart es Milei, como dijo la consigna de campaña, no solo por repetir los clichés libertarios sino porque también él tiene “un hijo de cuatro patas”: el perro Daiki, “mi compañero, mi amigo, mi hogar y mi familia”, al que le dedica posteos en sus redes sociales. El día del padre, Daiki le hace un obsequio. Aleart le cuenta que los “ataques” recibidos de “la vieja política” lo reafirman en sus convicciones y lo endurecen.

Pero Aleart no sabe cómo responder al diálogo político. En la Expocon 2025, la feria de la construcción que se realizó en Funes a principios de abril de 2025, se quedó mudo ante la propuesta de debatir que le realizó Roly Santacroce. El silencio puede dar cuenta de las dificultades para reaccionar ante una situación imprevista o para confrontar con un adversario político en términos respetuosos, como propuso el intendente de Funes, y no mediante agresiones y discurso del odio, como fue el tono de la campaña electoral contra Monteverde.

Tiempo de revancha

Aleart sintió que la Justicia de Santa Fe le dio la espalda cuando declaró la prescripción de los hechos. “Espero que esta vez, la causa está en la Corte de la provincia, los miembros de la Corte estén a la altura de las circunstancias”, dijo, frente a las cámaras de televisión. Y fue escuchado: en noviembre de 2024 la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe presidida por Rafael Gutiérrez revocó la prescripción de los abusos sexuales en un fallo por mayoría.

La resolución de la Corte invocó “las garantías enunciadas por la Convención Americana de Derechos Humanos y la Convención sobre los Derechos del Niños, atento que se denunció violencia sexual iniciada en la niñez” y destacó que la investigación del Ministerio Público de la Acusación “no ha finalizado” respecto a los hechos agregados en la ampliación de la denuncia.

El 1° de julio Aleart y Fernando Soto difundieron una resolución de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que rechazó una queja de la defensa de Helvio Vila contra el fallo de la Corte provincial. La Corte nacional consideró que el recurso estaba fuera de lugar porque no hay sentencia en la causa pero no se expidió sobre la prescripción de los hechos ni alentó la investigación de la denuncia; el mismo día revocó la condena por abuso de menores contra el cura Justo Ilarraz, por considerar que el hecho habría prescripto cuando el sacerdote fue juzgado, en 2018.

El proyecto de modificaciones al Código Penal que prepara el gobierno de La Libertad Avanza incluye la imprescriptibilidad de los delitos sexuales. Aleart lamenta que se confunda lo que él mismo ha unido, su tragedia personal y la de sus hermanos con la propaganda política, y lo atribuye a personas “llenas de odio y resentimiento”. En un posteo le cuenta a Daiki que sufre “operaciones de todo tipo y campañas muy sucias, llenas de historias inventadas”. Pero “la mejor sonrisa de Rosario”, como lo llamaron sus admiradores televisivos, es ahora un hombre duro, más duro que un rinoceronte.

Sobre el autor:

Acerca de Osvaldo Aguirre

Nació en Colón. Estudió Letras en la Universidad Nacional de Rosario. Es periodista, poeta y escritor. Ha publicado poesía, crónica, novela y ensayo, entre los que destacan: Las vueltas del camino (1992), Al fuego (1994), El General (2000), Ningún nombre (2005), Lengua natal (2007), Tierra en el aire (2010) y Campo Albornoz (2010), y reunió sus tres primeros libros en El campo (2014). Fue editor de la sección Cultura del diario La Capital de Rosario.

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