“Un nihilismo que no es un dilema existencial sino una oportunidad especulativa”

Matt Colquhoun. Egreso

1.

Es una de las tardes más calurosas del año. El ceibo de la casa de la tía Celia en Baigorria hace de refugio después del almuerzo. En eso, suena el celular. La característica es desconocida. El código de área +1(530). Me están llamando de Estados Unidos, debe ser él.

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2.

Atiendo, una voz entrecortada sale por el parlante de mi celular. Hola, amigo, ¿podés charlar? Creo que la distingo. Hay algo fantasmático en el tono que sale del parlante de mi teléfono. Sí, respondo, aunque el desconcierto persiste. No sabés todas las cosas que tengo para contarte.

Definitivamente es él.

3.

Te estoy hablando desde mi camioneta. ¿Vos manejás? No, pero ahora sí. ¿Y cómo que tenés una camioneta? Me la regaló Carlos, un mexicano, un inmigrante ilegal que se volvió a su país para ver a su familia. ¿Pero específicamente dónde estás ahora? Estoy en el estacionamiento de un supermercado, dame un segundo que voy a buscar un café.

Espero, armo un cigarrillo y lo prendo. El celular queda encendido, siento el ruido de la puerta cerrarse. Al rato vuelve a abrirse.

4.

Mi amigo está viviendo en una camioneta. La camioneta duerme en un estacionamiento, el estacionamiento queda pegado a un Grocery Outlet.

Grocery Outlet es una cadena de supermercados de descuento que ofrece una excesiva cantidad de productos donde hay góndolas, góndolas y góndolas donde todo sale 1 dólar.

5.

Todo esto me trae a la película Nomadland.

La vida sobre ruedas de aquellos que perdieron todo después del colapso de la especulación inmobiliaria de las hipotecas subprime. Vivir en un auto, dormir en un estacionamiento, comer por un dólar, escapar del pueblo natal, emprender un viaje, conseguir trabajos estivales.

El post-capitalismo como una vuelta al primitivismo. Una burbuja que estalló y salpicó a una gran parte de la población bajo el lema que describe Jessica Bruder en el libro en el que está basado la película: Vivir para sobrevivir. 

Allá se los nombra workampers, son trabajadores nómadas que recorren todo el país en busca de empleo a bordo de distintos vehículos cuatro ruedas. Sus historias están atravesadas mayormente por un discurso donde la precarización y la inestabilidad laboral se han transformado en un espíritu, donde más allá de las condiciones de vivienda y trabajo hay una comunidad que se sostiene y de alguna manera disfruta esa forma de vida.

6.

Hago un paréntesis en la conversación. ¿Vos no estabas trabajando en una granja de marihuana? Sí, sí, sí, lo que pasa es que esta fue una temporada malísima, y todavía no me pagaron, me deben 7.000 dólares ¿Y las personas con las que estabas? Como no cobraban se volvieron a sus países, yo estoy acá en el pueblo, dando vueltas, esperando que aparezca la plata.

7.

Pienso en que 7.000 dólares, son al día de hoy diez de enero de 2021, 724.635,80 pesos argentinos.

¿En cuánto tiempo puede juntar un joven ese dinero?

La conversación se abstrae de a ratos, hay lapsus temporales en su relato que todavía no comprendo. Él me dice lo mismo, estoy en un momento ontológico, el tiempo no es el mismo viviendo así. Me imagino, le respondo, aunque no logro hacerlo.

Jonas Mekas, en su libro Ningún lugar a dónde ir comenta que el villano de su exilio forzado es el siglo XX, con todo lo que eso conlleva, las guerras, los regímenes totalitarios, la persecución política, el hambre.

En el siglo XXI se ha logrado capitalizar el exilio, la globalización dispuso que todos somos habitantes del mundo, pero no es lo mismo decir que somos ciudadanos de tal país, o de tal lugar, por eso ser workamper no es lo mismo para un texano que para un inmigrante latino.

8.

Me dice de prender la cámara y hacer una videollamada. Él está abrigado, pelo largo, barba dejada y un herpes en la boca por el estrés. Yo estoy en cuero, en una reposera, mirando como la pileta filtra el agua, escuchando los pájaros cantar.

También me fui de la ciudad, le digo, pero un poquito más cerca.

9.

Allá son las 9 de la mañana. Acá son las 2 de la tarde. Le vuelvo a preguntar ¿Cómo llegaste a vivir en una camioneta, en el estacionamiento de un supermercado?

Me comenta que Grass Valley, es un pueblo de muy pocos habitantes, al noreste del Estado de California, donde la mayoría de la gente del lugar no sabe dónde queda Argentina.

Esta temporada fue la peor en muchos años. Por la pandemia, muchos granjeros produjeron una cantidad excesiva de marihuana y la oferta es tal que el precio está por debajo de las ganancias que ellos pretenden, entonces las ventas están paradas y el pago de los meses trabajados todavía no ha llegado.

Del Requiem for an American Dream al Requiem for an Argentinian Dream.

10.

Mi amigo sale al estacionamiento para mostrarme la camioneta que le regalaron. Es una Toyota, literalmente un rectángulo, parece una heladera dada vuelta. El paisaje de la costa oeste está lleno de estas máquinas medium de finales de los 80 y principios de los 90, diseñadas para una familia numerosa: papá, mamá, tres hijos y mascotas.

Ese era el proyecto inicial, ahora él, va a sacarle los asientos de atrás, y ahí va a poner un colchón que desea que le regalen por MarketPlace, el compraventa de garage de Facebook, él me comenta que es muy frecuente este estilo de intercambios y regalos en esa zona.

Los viejos autos de los que soñaron casa propia, son la casa propia de los que ya no sueñan con una casa.

11.

La conversación se torna en un saltimbanqui de momentos sin enlaces ni concatenaciones. Vuelvo a preguntarle por las situaciones de estrés, de angustia, pero él no responde y vuelve a preguntarme por mí. Presiento que necesita hablar pero no es fácil, hago un silencio, y repito.

Me interesa lo que estás viviendo, contame.

12.

Hace unos días se quedó en la calle, perdió el teléfono, y no tenía ningún lugar a donde ir. Se oscurecía y, estaba solo contra una tormenta de nieve que traspasaba zapatillas, pantalones, y calaba hondo en su cuerpo, ese día terminó en un albergue estatal para refugiados.

Un homeless se acercó y le dió un par de medias.

La misma noche, otro homeless se escabulló y le quiso robar las zapatillas.

Le fue imposible explicar que él ya tenía una casa acá en el Sur.

13.

Esa noche quiso dormir, pero no fue posible. El olor a crack, el frío y los murmullos en otro idioma, habían transformado la atmósfera en un desamparo absoluto.

Entro al New York Times y leo: 4,5 millones de personas perdieron sus trabajos en el mes de Noviembre del 2021. El máximo en dos décadas de crisis.

14.

A pesar de eso, cerca suyo, había una chica francesa que venía haciendo temporada hacía siete años en ese pueblo. Juntos, al otro día, consiguieron trabajo. Estuvieron el día entero paleando nieve de las puertas de las casas de los vecinos de Grass Valley.

En un día de trabajo se llevó 200 dólares.

15.

Esa misma tarde, en la cuadra donde estaba trabajando, mi amigo se acercó a ofrecerle ayuda con la nieve de la puerta de la casa de una mujer asiática. La mujer le dijo que aceptaba la ayuda pero que no tenía dinero. Cuando terminó de ayudarla, ella no sabía cómo agradecerle sin dinero, así que salió en medio de la tormenta hasta el centro del pueblo a buscar algunos dólares.

Cuando vuelve, le comenta que es sacerdotisa en una iglesia metodista, y lo invitó a comer esa noche.

Ella rezó por él, a pesar de su ateísmo, al final de la oración, él se largó a llorar.

Al otro día había otro trabajo en la casa del Dios protestante: limpiar y barrer el frente de la Iglesia. Al mediodía, después de terminar el trabajo, la mujer lo invitó al sótano de la Iglesia donde estaba la caja fuerte de donde iba a salir su pago.

Nunca había visto una caja fuerte con tanta plata, o mejor dicho, nunca había visto una Iglesia con caja fuerte.

16.

La chica francesa es mánager en una granja, es decir, tiene un puesto más elevado en ese mundo de farmers, inmigrantes, marihuana y contrabando

Al tiempo volvieron a encontrarse, ella le regaló un colchón para su nueva casa rodante. Esa misma noche, el amor se hizo un hueco en los bosques californianos: el invierno, el frío, el baúl abierto, la música en el aire, un cielo sin estrellas.

Al otro día consiguieron another work. Vaquear plantas por 110 dólares la jornada. Pienso en la película On the road, la adaptación del libro de Kerouac, cuando el protagonista, interpretado por Garrett John Hedlund, se enamora de la lugareña trabajando en los campos de algodón.

Cotton fields.

17.

Vuelvo a pensar en Kerouac, Gingsberg, Burroughs, Huncke, los Beats, y estos sueños de “un sol y de un mar, y una vida peligrosa”.

Lo que en los 50 era un sueño ahora es un síntoma, pero hay algo que sigue pujando: cuando uno se siente perdido, instintivamente se va hacia el oeste

17.

Despierto al día siguiente y pienso en él. No puedo sacarme de la cabeza la idea de pasar más de un día dentro de un auto. Mando un WhatsApp, ¿Cómo estás? Recuerdo el cambio horario y entiendo que allá son las 5 de la mañana, pero a la hora me responde: Despertando.

18.

Empiezan una chorrera de audios contándome todo lo que le pasó después de que cortamos al teléfono. En un día. La francesa le consiguió unos compradores de marihuana en Europa, había conseguido venderle 5 pounds. Cada pound son 200 dólares. Él llamó al granjero y le comentó del negocio, el tipo no quería largarlos a tan bajo precio. Con tan solo un “piece of shit”, el gringo entendió que tenía que largar la plata. El farmer tiene un rifle pero no tiene parla me dice mi amigo. La gran mayoría de los gringos en el estado de California tienen un arma.

Se viene a mi cabeza la típica imagen del western en donde el llanero solitario está sentado solo, apartado y lo único que brilla es su arma. El arma es sinónimo de silencio. Un rifle es el antónimo de la conversación.

El argentino termina haciendo todo. Cosecha, cura, envase y comercialización.

El granjero larga los 2.000 dólares, 206.586,40 pesos argentinos al día de hoy.

Me alegro por él.

La categoría de mi monotributo está en $466.201,59.

Son menos de 10 pounds de marihuana por año.

19.

Vuelvo a pensar en la Generación Beat. Le mando un mensaje. En Grass Valley no sale el sol hace semanas. Me fijo el pronóstico de San Francisco: soleado. Es hora de salir de ese pueblo, andate a recorrer el Oeste.

Al rato pienso. Él es un joven latinoamericano sin papeles en las rutas del país donde más presos por falta de papeles de inmigración hay en el mundo.

Busco en Google Maps: Grass Valley, miro las rutas posibles.

Hasta San Francisco son 143 millas.

21.

Él me manda una foto de la camioneta. Le puso dos velas eléctricas que cuelgan en la parte de atrás. Vuelvo a pensar que en esa parte de atrás alguna vez viajaron los niños de una familia. Me genera ternura. Él me dice que en vez de hacer una casa está haciendo un motel. Le pregunto por la francesa. Me comenta que tiene 40 años, que viene todos los años a hacer temporada en estos pueblos y que después vuelve a su país con los dólares.

Estados Unidos tiene los dólares. La humanidad tiene la fuerza de trabajo.

Es muy difícil sacarle un dólar a Estados Unidos.

Pienso en la oportunidad de irme a buscar esa plata, ¿A qué costo? No sé si podría vivir en una casa rodante, ni en un auto, ni tampoco decirle piece of shit a un granjero que tiene un rifle para que me de lo que gané con mi esfuerzo.

El riesgo es alto pero el mundo sigue soñando en dólares.

22.

Pienso en la clase trabajadora y en su mutación. ¿Qué quedará de nosotros?

Un ciudadano de clase media en Argentina es el último eslabón de la fuerza de trabajo en Estados Unidos. Nadie quiere quedarse mucho tiempo en ningún lado. Antes del dólar el mundo se regía por el patrón oro. El oro, al ser un bien natural, se fue extinguiendo. Ahora el mundo se rige por el patrón dólar.

Tal vez el problema sea el patrón y esa máquina de billetes que no para de imprimir.

23.

El mundo se está plagando de gente como mi amigo. Nómades.

Pero a diferencia del siglo XX, cuando las olas de inmigrantes buscaban tierra, esta es gente que traslada de un lugar a otro su destierro. Un apocalipsis en cámara lenta.

Mi amigo me dice que se enamoró de la francesa pero que no puede engancharse porque así son las cosas.

¿Cómo son las cosas?

Cámara de Diputados de Santa Fe
Sobre el autor:

Acerca de Andrés Mainardi

Nací en Rosario en 1996. A veces estudio Comunicación Social. Escribo para cazar fantasmas. A la vida no se viene a ser feliz o infeliz: se viene a aprender lo que te enseñan los amigos.

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