—Presidente: ¡Qué bueno! ¡Mañana es feriado! ¡Voy a dormir hasta tarde!
—Asesor: Ehh… eso no va a ser posible.
—Presidente: ¿Por qué?
—Asesor: Tiene que encabezar el acto del feriado.
—Presidente: Toda la tarde desperdiciada.
—Asesor: El acto es por la mañana, debe levantarse a las cinco.
—Presidente: ¿¡Cinco!? ¿¡De la mañana!?
—Asesor: Así lo indica el protocolo.
—Presidente: ¿Y eso es por este feriado?
—Asesor: Para todos los feriados.
—Presidente: ¿Por un tiempo determinado?
—Asesor: Sí, mientras dure su mandato.
—Presidente: ¡Me cago en el sillón de Rivadavia! ¡Para qué soy Presidente! ¡El hombre más poderoso del país y no puedo disfrutar de un puto feriado!
—Asesor: …
—Presidente: ¿Y las vacaciones? Quiero creer que tengo vacaciones.
—Asesor: Sí, por supuesto.
—Presidente: ¿Cuántos días me tocan?
—Asesor: Bueno, no hay un número estipulado.
—Presidente: ¡Puedo tomarme todos los días que se me antojen!
—Asesor: Eso no sería bien visto.
—Presidente: ¡Entonces me tomo días sueltos cada vez que haya un feriado!
—Asesor: …
—Presidente: ¡Y contrato a un imitador para que ocupe mi lugar!
—Asesor: Pero Señor Presidente…
—Presidente: O que me reemplace un robot.
—Asesor: Señor Presidente, un robot no sería capaz de dar el discurso.
—Presidente: ¿¿¿Qué??? ¿Encima de madrugar tengo que dar un discurso???
—Asesor: Unas breves palabras.
—Presidente: Por ejemplo “me voy a dormir”.
—Asesor: Palabras alusivas al feriado.
—Presidente: “Como hoy es feriado, me voy a dormir”.
—Asesor: Debería incluir al pueblo, hacerlo sentirse protagonista.
—Presidente: “Como hoy es feriado, nos vamos todos a dormir”.
Luego de su celebrado discurso, el presidente logró el más alto índice de popularidad de la historia del país y fue reelecto en las siguientes cinco elecciones. Actualmente tiene un feriado en su honor que se festeja el día de su nacimiento.
¡Felíz cumpleaños señor presidente!
