“Hoy tener una mesa no es poca cosa”. 

Corría el año 2001 cuando Mundo Bizarro, el grupo que Fernando de la Riestra compartío entre 1994 y 2007 junto con Irene Cervera , Rubén «Chivo» González, Armando Sabia, Maxi Ades y Lucas Dimare, editaba su segundo LP de estudio, de noche el fuego. Hay un juego del destino allí, una coincidencia bastante asombrosa entre el panorama socio económico desgarrador circa 2001 y la publicación de “Gordo”, canción que cerraba aquel disco –un disco irregular, por supuesto: la voluptuosidad musical de De la Riestra difícilmente podía ser contenida dentro de los límites de formato CD. 

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Más llamativo se hace el asunto si se imagina el tiempo que pudo haber pasado entre que el grupo grabó el disco y que éste fue finalmente publicado. Un drama (aún en día) habitual a la hora de entregarse a la labor de grabar un trabajo discográfico en esta ciudad. Una vez que el disco se lanza a la venta, el grupo ya desprecia las canciones que allí se han publicado. Pero “Gordo” tiene una urgencia y una vigencia llamativa. Todo me hace pensar, por cierta frescura en sus arreglos y en su interpretación, que la canción entró a último momento en el estudio, y que no envejeció en absoluto durante el extenuante proceso de mezcla de aquellos no tan lejanos tiempos. 

La letra de “Gordo» está sustraída del primer libro del poeta bahiense Mario Pablo Ortiz. El libro en cuestión, Cuadernos de lengua y literatura Vol. I, fue editado por la editorial VOX en el año 2000. Por lo que es posible que De la Riestra haya tomado el texto de alguna edición del Diario de Poesía en donde estos poemas pudieron ser publicados previos a la primera edición del libro. Pero todo el asunto es llamativamente cronológico si se piensa que hace 20 años Internet corría muy precariamente por sistema Dial-up

Mientras escribo esto recuerdo que el año pasado se digitalizó por completo el archivo del Diario de Poesía y encuentro, en efecto, publicados algunos poemas del primer volumen de Cuadernos de Lengua y Literatura, de Mario Ortiz, en el ejemplar número 46 del Diario de Poesía. Invierno de 1998. Página nueve. Poema titulado con el número 1. Ahí comienza el poema que De la Riestra –algo libremente, noto ahora– musicaliza. Las fechas cuadran. 

Me llevo la sorpresa de que la frase esa de que “hoy tener una mesa no es poca cosa” no está en el poema original. Fue un invento de Fernando. Invento ocurrente que le de un halo aún mayor de contemporaneidad a “Gordo”. 

La canción fluctúa libremente bajo algunas estructuras del blues; una balada de blues lenta, algo pesada –aunque no en el sentido del rock pesado– en donde la estructura formal se adapta fielmente al relato, y que resuena particularmente en cada pronunciación de la palabra “hoy”, que es la que divide los versos en el poema original de Ortiz. La armonía también ondula por los acordes característicos del blues, pero se toma sus necesarias licencias para tornar al texto de más emoción aún. La combinación resulta de un relato intimista, pero feroz, de una furia y emoción levemente contenida. Tal vez algo de rabia también. Las guitarras se entrelazan de un modo en que los silencios y espacios generados entre los instrumentos generan el aire suficiente como para que cada frase pueda respirar. Gracias a una batería que, con sus golpes en blancas, encuentra un espacio ecuánime producto de la cola del eco de un conciso golpe reverberado de redoblante, machacando allí donde la exactitud de las sílabas lo requiere. Luego, el momento de los solos melódicos de guitarras: ese instante mágico en donde De la Riestra y su eterno coequiper, Lucas Dimare, dicen desde las cuerdas lo que las palabras no logran. Qué desafío de magnitud debe haber sido musicalizar una palabra como “faplast”. Cuesta imaginar en alguna otra canción del idioma castellano que nombre dicho tipo de plástico. He aquí otro mérito, ese de encontrarle musicalidad a palabras que a simple golpe de vista no deberían tenerla. 

A Fernando le decían cariñosamente Gordo. Escucharlo cantar esta canción dispara un juego de espejos entre una posible autorreferencialidad. El gordo cantándole al gordo. 

Siempre me pareció interesante pensar que al menos 15 años antes que la poesía argentina de los 90 influenciara de manera capital la lírica del indie rock platense que coronó a El Mató a un Policía Motorizado como la banda independiente de rock argentino más popular del siglo XXI, Fernando de la Riestra musicalizaba magistralmente algunos poemas de los primeros libros de Fabián Casas,Martín Gambarotta, Ortíz, entre otros, incluso muchas veces antes de que estos libros se editaran. Hoy los libros de Mario Ortiz salen publicados por la editorial porteña Eterna Cadencia, y cuesta imaginar que sus lectores tengan noción alguna de que un neumonólogo rosarino a sus 50 años haya transformado este poema en semejante canción. También me pregunto si Ortíz habrá escuchado alguna vez Gordo. 

Pienso que Fernando murió y que una vez más, en este país, “tener una mesa no es poca cosa”. 

Coda 

Fernando de la Riestra murió el 28 de noviembre del año 2020 a sus 70 años en la ciudad de Rosario. Desde entonces, como parte de un largo duelo, intento recordarlo a través de su música. Sentarme diariamente a intentar tocar sus canciones me reveló la dificultad armónica de las mismas, por lo que muchas veces termino intentando seguir nota por nota lo que Armando Sabia hacía en el bajo de las canciones de Mundo Bizarro, para terminar dándome cuenta que el año 2020 también se llevó al gran Armando, un bajista de un talento prodigioso. Vayan estas palabras dedicadas también a su memoria.

«Gordo»: música original de Fernando de la Riestra sobre un poema del poeta bahiense Mario Ortíz. Interpretada y arreglada por el grupo Mundo Bizarro para su álbum de estudio de noche el fuego, editado por la Editorial Municipal de Rosario en el año 2001.

 

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Sobre el autor:

Acerca de Valentín Prieto

Rosario (1989). Músico, productor, gestor cultural. Fundó en 2011 el sello discográfico Polvo Bureau y fue curador del Festival Otro Río (2013-2019). Forma parte del grupo Los Castigos, proyecto bicordillerano del músico chileno Cristóbal Briceño. De vez en cuando escribe reflexiones respecto del mundo musical en CaféQuemado.

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