Esta conversación entre el periodista de izquierda estadounidense David Barsamian (con base en Boulder, Colorado) fue tomada de TomDispatch, sitio que intercambia artículos, conversaciones radiofónicas y entrevistas con otros periódicos y sitios progresistas en EEUU.
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Lo que sigue es un extracto del Capítulo 9 de Notes on Resistance de Noam Chomsky y David Barsamian, publicado por Haymarket Books.
—David Barsamian: A menudo se describe lo que enfrentamos hoy como algo sin precedentes: una pandemia, una catástrofe climática y, siempre al acecho, la aniquilación nuclear. Tres de los cuatro jinetes del apocalipsis.
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—Noam Chomsky: Puedo agregar un cuarto: la destrucción inminente de lo que queda de la democracia estadounidense y el giro de Estados Unidos hacia un estado profundamente autoritario, también protofascista, cuando los republicanos regresen al poder, lo que parece probable. Entonces, son cuatro caballos.
Y recordemos que los republicanos son el partido negacionista, comprometidos con la carrera hacia la destrucción climática, que abandonaron en manos del principal capitán del naufragio al que ahora adoran como un semidiós. Es una mala noticia para Estados Unidos y para el mundo, dado el poder de este país.
—El Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral acaba de publicar el Informe sobre el Estado Global de la Democracia 2021. Dice que Estados Unidos es un país donde la democracia está “retrocediendo”.
—Muy severamente. El Partido Republicano se dedica abiertamente –ni siquiera lo oculta– a socavar lo que queda de la democracia estadounidense. Están trabajando muy duro en ello. Desde los días de Richard Nixon, los republicanos entendieron hace mucho que son fundamentalmente un partido minoritario y que no obtendrán votos publicitando su compromiso cada vez más abierto con el bienestar de los ultrarricos y el sector empresarial. Por lo tanto, han estado desviando la atención durante mucho tiempo hacia los llamados problemas culturales.
Comenzó con la estrategia sureña de Nixon. Se dio cuenta de que el apoyo del Partido Demócrata a la legislación de derechos civiles, por limitado que fuera, les haría perder a los demócratas del sur, que eran abiertamente racistas extremistas. La administración de Nixon aprovechó eso con su estrategia sureña, insinuando, no tan sutilmente, que los republicanos se convertirían en el partido de la supremacía blanca.
En los años siguientes, recogieron otros temas. Ahora es la definición virtual del partido: vamos, ataquemos la Teoría Crítica de la Raza, ¡lo que sea que eso signifique! Es un término encubierto, como han explicado sus principales portavoces, para todo lo que pueda congregar a su público: supremacía blanca, racismo, misoginia, cristianismo, derechos contra el aborto.
Mientras tanto, el liderazgo, con la ayuda de la Sociedad Federalista derechista, ha estado desarrollando medios legales –si quiere llamarlo así– para que los republicanos se aseguren de que, incluso como partido minoritario, podrán controlar la aparato de votación y el resultado de las elecciones. Están explotando las características radicalmente antidemocráticas integradas en el sistema constitucional y las ventajas estructurales que tienen los republicanos como partido que representa a las poblaciones rurales más dispersas y a la población nacionalista blanca tradicionalmente cristiana. Usando tales ventajas, incluso con una minoría de votos, deberían poder mantener algo así como un poder casi permanente.
En realidad, esa permanencia podría no durar mucho si Donald Trump, o un clon de Trump, llega a la presidencia en 2024. No es probable entonces que Estados Unidos, por no hablar del mundo, pueda escapar del impacto de la destrucción ambiental y climática que están comprometidos a acelerar.
—Todos vimos lo que pasó en Washington el 6 de enero. ¿Ve la posibilidad de que se propaguen los disturbios civiles? Hay múltiples milicias en todo el país. El diputado de Arizona Paul Gosar y la diputada Lauren Boebert, de Colorado, entre otros, han hecho declaraciones amenazantes que incitan a la violencia y al odio. Internet está plagado de teorías conspirativas. ¿Qué debemos hacer?
—Es muy serio. De hecho, acaso un tercio de los republicanos piensa que puede ser necesario usar la fuerza para “salvar nuestro país”, como dicen. “Salvar a nuestro país” tiene un significado claro. Si alguien no lo entendió, Trump hizo un llamado a la gente a movilizarse para evitar que los demócratas inunden este país con criminales que salen de las cárceles en otras tierras para que no “reemplacen” a los estadounidenses blancos y lleven a cabo la destrucción de América. La teoría del «gran reemplazo»: eso es lo que significa «quitarnos nuestro país» y está siendo utilizada de manera efectiva por elementos protofascistas, siendo Trump el más extremista y el más exitoso.
¿Qué podemos hacer al respecto? Las únicas herramientas disponibles, nos guste o no, son la educación y la organización. No hay otra manera. Significa tratar de revivir un auténtico movimiento obrero del tipo que, en el pasado, estuvo a la vanguardia de los movimientos por la justicia social. También significa organizar otros movimientos populares, llevar a cabo esfuerzos educativos para combatir las campañas asesinas contra las vacunas que se están llevando a cabo ahora, asegurarse de que haya esfuerzos serios para enfrentar la crisis climática, movilizarse contra el compromiso bipartidista de aumentar el peligroso gasto militar y llevar adelante acciones provocativas contra China, que podrían desembocar en un conflicto que nadie quiere y acabar en una guerra terminal.
Solo hay que seguir trabajando en esto. No hay otra manera.
—En el fondo está la desigualdad extrema, que está desquiciada. ¿Por qué Estados Unidos es tan desigual?
—Mucho de esto ha sucedido en los últimos 40 años como parte del asalto neoliberal a Estados Unidos en el que también han participado los demócratas, aunque no en la medida de los republicanos.
Hay una estimación bastante cuidadosa de lo que se llama la transferencia de riqueza del 90% inferior de la población al 1% superior (en realidad, una fracción de ellos) durante las cuatro décadas de este asalto. Un estudio de RAND Corporation lo estimó en cerca de 50 billones de dólares. Eso no son centavos, y está en curso.
Durante la pandemia, las medidas que se tomaron para salvar la economía del colapso llevaron al enriquecimiento de unos pocos. También mantuvieron la vida de tantos otros, pero los republicanos están ocupados tratando de desmantelar esa parte del trato, dejando solo la parte que enriquece a unos pocos. A eso se dedican.
Tomemos ALEC (American Legislative Exchange Council), el Consejo de Intercambio Legislativo Estadounidense. Esto se remonta muchos años. Es una organización financiada por casi todo el sector empresarial, dedicada a golpear el punto débil del sistema constitucional, los estados. Es muy fácil. No se necesita mucho para comprar o impulsar representantes legislativos a nivel estatal, por lo que ALEC ha trabajado allí para imponer una legislación que fomente los esfuerzos a largo plazo de quienes buscan destruir la democracia, aumentar radicalmente la desigualdad y destruir el medio ambiente.
Y uno de los más importantes de esos esfuerzos es hacer que la legislación de los estados ni siquiera les permita investigar –y por cierto, tampoco castigar– el robo de salarios, que saquea miles de millones de dólares de los trabajadores cada año al negar el pago de horas extras, así como a través de otros dispositivos. Ha habido esfuerzos para investigarlo, pero el sector empresarial quiere frenarlos.
Un análogo a nivel nacional es el intento de garantizar que el IRS (Internal Revenue Service: Servicio de Ingresos Internos) no persiga a los ricos que evaden los impuestos corporativos. En todos los niveles que se pueda imaginar, esta guerra de clases por parte de los amos, el sector corporativo, los súper ricos, ruge con intensidad. Y van a utilizar todos los medios que puedan para asegurarse de que continúe hasta que hayan logrado destruir no solo la democracia estadounidense, sino la posibilidad misma de supervivencia como sociedad organizada.
—El poder corporativo parece imparable. La súper clase de multimillonarios —Jeff Bezos, Richard Branson y Elon Musk— ahora vuelan al espacio exterior. Pero recuerdo algo que dijo la novelista Ursula K. Le Guin hace algunos años: “Vivimos en el capitalismo, su poder parece ineludible”. Y luego agregó: “También lo fue el derecho divino de los reyes”.
—También lo fue la esclavitud. También lo fue el principio de que las mujeres son una propiedad, que perduró en los Estados Unidos hasta la década de 1970. También lo fueron las leyes contra el mestizaje, tan extremas que ni los nazis las aceptaron, y que perduraron en Estados Unidos hasta la década de 1960.
Han existido todo tipo de horrores. Con el tiempo, su poder se ha erosionado pero nunca se ha eliminado por completo. La esclavitud fue abolida, pero sus restos permanecen en formas nuevas y viciosas. No es esclavitud, pero es lo suficientemente horrible. La idea de que las mujeres no son personas no solo ha sido superada formalmente, sino también en la práctica de manera sustancial. Aún así, hay mucho que hacer. El sistema constitucional fue un paso adelante en el siglo XVIII. Incluso la frase “Nosotros, el pueblo” aterrorizaba a los gobernantes autocráticos de Europa, profundamente preocupados de que los males de la democracia (lo que entonces se llamaba republicanismo) pudieran extenderse y socavar la vida civilizada. Bueno, se extendió y la vida civilizada continuó, incluso mejoró.
Entonces, sí, hay períodos de retroceso y de progreso, pero la lucha de clases nunca termina, los amos nunca ceden. Siempre están a la busca de todas las oportunidades y, si son los únicos participantes en la lucha de clases, ciertamente tendremos una regresión. Pero no tienen por qué serlo, al igual que en el pasado.
—En su libro Masters of Mankind, tiene un ensayo, “¿Puede la civilización sobrevivir al capitalismo realmente existente?” Usted escribe: “La democracia capitalista realmente existente (RECD según su abreviatura inglesa, que se pronuncia ‘wrecked’, es decir ‘descarriado’ o ‘arruinado’ –acá utilizaremos la abreviatura DCRE)” es “radicalmente incompatible” con la democracia y agrega: “Me parece poco probable que la civilización pueda sobrevivir al capitalismo realmente existente y la democracia marcadamente atenuada que la acompaña. ¿Podría el funcionamiento de la democracia hacer una diferencia? La consideración de sistemas inexistentes solo puede ser especulativa, pero creo que hay alguna razón para pensar así”. Dígame sus razones.
—En primer lugar, vivimos en este mundo, no en un mundo que nos gustaría imaginar. Y en este mundo, si sólo se piensa en la escala de tiempo para lidiar con la destrucción ambiental, es mucho más corto que el plazo necesario para llevar a cabo una remodelación significativa de nuestras instituciones básicas. Eso no significa que tengas que abandonar el intento de hacerlo. Debería hacerse eso todo el tiempo: trabajar sobre formas de aumentar la conciencia, aumentar la comprensión y construir los rudimentos de futuras instituciones en la sociedad actual.
Al mismo tiempo, las medidas para salvarnos de la autodestrucción deberán tener lugar dentro del marco básico de las instituciones existentes –con algunas modificaciones sin cambios fundamentales. Y se puede hacer. Sabemos cómo se puede hacer.
Mientras tanto, se debe continuar trabajando en la superación del problema de la DCRE, la democracia capitalista realmente existente, que en su naturaleza básica es una sentencia de muerte y también es profundamente inhumana en sus propiedades fundamentales. Entonces, trabajemos en eso y, al mismo tiempo, asegurémonos de salvar la posibilidad de lograrlo superando la crisis inmediata y urgente que enfrentamos.
—Hablemos sobre la importancia de los medios progresistas independientes como Democracy Now! y Fairness & Accuracy in Reporting. ¿Puedo agregar Alternative Radio? Editoriales como Verso, Haymarket, Monthly Review, City Lights y The New Press. Revistas como Jacobin, The Nation, The Progressive y In These Times. Revistas online como TomDispatch, The Intercept y ScheerPost. Estaciones de radio comunitarias como KGNU, WMNF y KPFK. ¿Qué tan importantes son para contrarrestar la narrativa corporativa dominante?
—¿Qué más va a contrarrestarlo? Ellos son los que mantienen la esperanza de que podamos encontrar formas de contrarrestar estas promociones destructivas y altamente dañinas que estamos discutiendo.
El método central es, por supuesto, la educación. La gente tiene que llegar a entender lo que está pasando en el mundo. Eso requiere los medios para difundir información y análisis, abriendo oportunidades para la discusión, que no encontrará, en su mayor parte, en los medios principales. Tal vez de vez en cuando en los márgenes. Mucho de lo que hemos estado hablando no se discute en absoluto, o solo de modo marginal en los principales medios de comunicación. Por lo tanto, estas conversaciones deben llevarse al público a través de dichos canales. No hay otra manera.
En realidad, hay otra forma: la organización. Es posible y, de hecho, fácil de llevar a cabo programas educativos y culturales dentro de las organizaciones. Esa fue una de las principales contribuciones del movimiento obrero cuando era una institución vibrante y viva, y una de las principales razones por las que el presidente Ronald Reagan y la primera ministra británica Margaret Thatcher estaban tan decididos a destruir el trabajo, como lo hicieron ambos. Sus primeros movimientos fueron ataques al movimiento obrero.
Había programas educativos y culturales que unían a la gente a pensar sobre el mundo, entenderlo y desarrollar ideas. Se necesita organización para hacer eso. Hacer eso solo, como una persona aislada, es extremadamente difícil.
A pesar del esfuerzo corporativo por hacer retroceder a los sindicatos, había una prensa laboral independiente y animada en los Estados Unidos hasta la década de 1950, que llegaba a mucha gente y condenaba el “sacerdocio comprado”, como lo llamaban, de la prensa convencional. Tomó mucho tiempo destruir eso.
Hay en los Estados Unidos una historia de una prensa laboral progresista y vibrante que se remonta al siglo XIX, cuando era un fenómeno importante. Eso puede y debe revivir como parte del renacimiento de un movimiento obrero militante y funcional a la vanguardia del progreso hacia la justicia social. Sucedió antes y puede volver a suceder. Y los medios independientes son un elemento crítico de esto.
Cuando era niño en la década de 1930 y principios de la de 1940, podía leer a Izzy Stone en el Philadelphia Record. No era la revista principal de Filadelfia, pero estaba allí. A fines de la década de 1940, pude leerlo en el periódico PM de Nueva York, que era una revista independiente. Hizo una gran diferencia.
Más tarde, la única forma de leer a Stone era suscribiéndose a su boletín. Así eran los medios independientes en la década de 1950. En la década de 1960, comenzó a tomar impulso con la revista Ramparts, programas de radio como el de Danny Schechter en WBCN en Boston y otros similares.
Y hoy, esto continúa en todo el país. Las que mencionas son fuerzas para la independencia, para el pensamiento.
—Hay varias menciones a Antonio Gramsci en dos de sus libros más recientes Consequences of Capitalism (Consecuencias del capitalismo) y Climate Crisis and the Global Green New Deal (La crisis climática y el New Deal verde global), específicamente sobre la cita: “La crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo está muriendo y lo nuevo no puede nacer; en este interregno aparece una gran variedad de síntomas morbosos.” En este momento, sin embargo, la cita suya que me gustaría que abordara es: «Pesimismo del intelecto, optimismo de la voluntad». Háblenos sobre su relevancia hoy y el significado de esa cita.
—Gramsci fue un destacado activista de los trabajadores de izquierda en Italia a fines de los 1910 y principios de la década de 1920. Fue muy activo en la organización de colectivos de trabajadores de izquierda. En Italia, el gobierno fascista se hizo cargo a principios de la década de 1920. Uno de sus primeros actos fue enviar a Gramsci a prisión. Durante su juicio, el fiscal afirmó: tenemos que silenciar esta voz. (Esto nos lleva de vuelta a la importancia de los medios independientes, por supuesto). Entonces, fue enviado a prisión.
Mientras estuvo allí, escribió sus Cuadernos de la cárcel. No fue silenciado, aunque el público no pudo leerlo. Continuó el trabajo que había comenzado y en ese escrito estaban las citas que usted citó.
A principios de la década de 1930, escribió que el viejo mundo se estaba derrumbando, mientras que el nuevo mundo aún no había surgido y que, mientras tanto, se enfrentaban a síntomas mórbidos. Mussolini fue uno, Hitler otro. La Alemania nazi casi conquistó gran parte del mundo. Estuvimos muy cerca de eso. Los rusos derrotaron a Hitler. De lo contrario, la mitad del mundo probablemente habría sido gobernado por la Alemania nazi. Pero estuvo muy cerca. Los síntomas morbosos eran visibles en todas partes.
El adagio que citaste, “Pesimismo del intelecto, optimismo de la voluntad”, que se hizo famoso, proviene del período en que aún podía publicar. En su espíritu, debemos mirar el mundo con sensatez, sin ilusiones, comprenderlo, decidir cómo actuar y reconocer que hay siniestros presagios. Están pasando cosas muy peligrosas. Eso es pesimismo del intelecto. Al mismo tiempo, debemos reconocer que hay salidas, oportunidades reales. Entonces, tenemos optimismo de voluntad, es decir, nos dedicamos a aprovechar todas las oportunidades disponibles –y existen– mientras trabajamos para superar los síntomas del morbo y avanzar hacia un mundo más justo y digno.
—En estos tiempos oscuros, es difícil para muchos sentir que hay un futuro brillante por delante. Siempre te preguntan, ¿qué te da esperanza? Y tengo que hacerte la misma pregunta.
—Una cosa que me da esperanza es que la gente está luchando duro en circunstancias muy severas, mucho más severas de lo que podemos imaginar para lograr derechos y justicia en todo el mundo. No pierden la esperanza, lo que hace que nosotros tampoco podamos perderla.
La otra es que simplemente no hay opción. La alternativa es decir, está bien, ayudaré a que suceda lo peor. Esa es una opción. La otra es decir, trataré de hacer lo mejor que pueda, lo que están haciendo los agricultores de la India, lo que están haciendo los campesinos pobres y desdichados de Honduras y muchos otros como ellos en todo el mundo. Lo haré lo mejor que pueda. Y tal vez podamos llegar a un mundo decente en el que las personas puedan sentir que pueden vivir sin vergüenza. Un mundo mejor.
No es una gran elección, así que deberíamos poder hacerla fácilmente.