Soy hijo único. En mi universo no existían los juegos de mesa, la oca, el ludo, la carrera de mente. Sí había cartas, dominó y damas. Pero jugaba con mi mamá, mi abuela y mi tía Norma. No era muy divertido. En mi casa había un combinado musical, mi gracia de chiquito era elegir los discos y colocar la púa en el surco que correspondía de acuerdo a la canción que me pedían. Hacía mi gracia, solito. Siempre me pedían “Hay que venir al sur” de un Grandes Éxitos de Raffaella Carrá con temas en español. Pero mi mundo era más amplio y estaba lleno de fantasías. Así como armaba ciudades con libros y puentes con cartucheras de tapa dura, desplegaba las tapas de cacerolas en la cocina de una casa que mi mamá y mi papá alquilaban en barrio Agote. No había democracia. A la noche se escuchaban bombas y sirenas. Frente a la Terminal se ponía “pesado”, decían los grandes. Al tiempo yo me refugiaba abajo de lo pollera de mi mamá. De hecho, esa canción que me pedían las tías tuvo problemas con la censura de la dictadura y el verso original decía que “para hacer bien el amor hay que venir al sur” (Com’è bello far l’amore da Trieste in giù/Com’è bello far l’amore io son pronta e tu) no se pudo escuchar completo hasta mucho después.

La cocina era mi plató de la RAI, ahí desplegaba las tapas de las ollas por el piso, las hacía girar y cantaba “explota explótame expló”. Imaginaba que el plafón de pvc naranja era una bola disco y todo daba vueltas. Acá llegaba poco de “Pronto Raffaella”, Susana Giménez capitalizó el teléfono, el entretenimiento y el show. Hoy lo pienso y digo: “Raffaella nos hizo libres”. Nos hizo vivir una infancia libre de prejuicios, con las cabezas al borde del desnuque. Desnucados pero libres y plenos.

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Raffaella lanzó “Lucas”, en 1978, y se convirtió en un símbolo para todos los homosexuales que querían salir del armario y no se atrevían. La letra decía: “Lucas, Lucas ¿dónde te has metido? lo vi abrazado a un desconocido, no sé quién era, tal vez un viejo amigo”. A casi 40 años de eso Raffaella recibió el Premio World Pride en 2017 por su colaboración con la igualdad de derechos.

“El camino hacia la igualdad no está todavía completado”, dijo al recibir el premio. El World Pride se realizó en Madrid, en la misma ciudad que por estas horas vemos una brutal represión a referentes de los colectivos LBTIQ+. Ahí y en otras partes de España, miles de personas exigieron justicia por el crimen de odio de Samuel Luiz Muñiz quien fue atacado por siete violentos que lo golpearon al grito de “maricón”.

Cuatro años atrás Raffaella nos enamoró: “El amor es fundamental en la vida, y eres libre de dedicarlo a quien quieras”. Raffaella es amor y es orgullo. Cuando hacíamos fiestas con mis amigas y amigos de la facultad yo me montaba de Raffaella. No tengo su figura esbelta, no bailo y apenas me muevo. Pero lucía con mucho orgullo la blusa de chifón azul y brillos que mi mamá me prestaba. Me enteré de su muerte, me emocioné y lo leí en Twitter a Franco Torchia y asentí el celular con la mirada: “Cuando era niño, las fiestas de la colectividad italiana a las que me llevaba mi padre solían incluir concursos para que las niñas hagan de Rafaella Carrá. Los varones no podían participar. Aunque Rafaella siempre nos participó. Porque en buena medida nos inventó”. ¡Pronto Raffaella!

la ciudad está en obra
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Acerca de Pablo Czentorycky

Periodista, productor de El Tres TV y de Radio 2. Cocinero experimental en Instagram y recorredor de locales gastronómicos fuera del centro.

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