Si tengo que elegir una canción que me gustaría apropiarme sería “Te abracé en la noche” de Fernando Cabrera. Una canción tan simple, tan bien hecha y hermosamente escrita que encierra connotaciones universales: “Te abracé en la noche/Era un abrazo de despedida/Te ibas de mi vida”.
¿Quién no vivió alguna vez algo así? A mí me tocó vivirlo con mi papá. Recuerdo la última noche que estuve a su lado, agonizando en la cama con un cáncer que lo consumía y él seguía luchando. Ya era tanto el dolor que, no sé si producto de la morfina o del mismo dolor, deliraba.
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“Pá, ya está, andá papi, no sufras más…”. Era la noche del 23 de diciembre, vivíamos la previa de la Nochebuena y yo pensando “voy a tener que pasar la noche aquí, no lo voy a dejar solo”: “Te atrapó la noche/La oscuridad traga y no convida/Quedé a la deriva”
Esas palabras bien pudieron ser mías, y así me las apropié. Al día siguiente, en la mañana del 24, falleció mi papá. Sentimos alivio porque terminaba su sufrimiento pero ahora venía el vacío de perderlo: “Te besé en la noche/Con aquel beso desconocido/Que se fue contigo”
Cuando me puse a gestar mi nuevo disco, Nueva Atlantis*, que son canciones que vinieron después de la muerte de mis padres (mi madre falleció un año después), tuve la necesidad de que este tema cierre el disco. Cantarlo me une a él, siento que desde algún lugar me está escuchando.