“Yo me vestí también con todos los honores de la gloria, de la vanidad y del poder. Me dejé engalanar con las mejores joyas de la tierra. Todos los países del mundo me rindieron sus homenajes, de alguna manera. Todo lo que me quiso brindar el círculo de los hombres en que me toca vivir, como mujer de un presidente extraordinario, lo acepté sonriendo, ‘prestando mi cara’ para guardar mi corazón. Sonriendo, en medio de la farsa, conocí la verdad de todas sus mentiras […] Ahora conozco todas las verdades y todas las mentiras del mundo. Tengo que decirlas al pueblo de donde vine.” Eva Perón en Mi mensaje.
El miércoles 26 de julio se cumplieron 71 años del fallecimiento de Eva. Eva María, Eva Ibarguren primero, Eva Duarte luego y de Perón después, “la Eva” como la nombraban con desprecio sus detractores o “Evita” como la llamaba el pueblo, la abanderada de los humildes, la Jefa Espiritual de la Nación, Santa Evita, el mito que crea mitos, dejaba este mundo en julio de 1952 a los 33 años de edad y se volvía eterna, inmanente al pueblo argentino. Queda de una persona aquello que su personaje hace soñar. ¿Qué facultad imaginativa suscita? ¿Qué destinos modela esa mujer que no deja de ser nombrada de distintas maneras? La mujer que se vistió con las mejores galas sin dejar de ser nunca una descamisada.
En un extenso diálogo con Marcelo Marino –parte de esa conversación fue publicada en Rosarioplus con motivo de la presentación de su libro Evita frente al espejo. Ensayos sobre moda, estilo y política en Eva Perón– el especialista en historia del arte y estudios de moda insiste en la idea de la “profesión de modelo como un dispositivo de enmascaramiento” del que Eva hace uso como trabajadora de la industria de la moda y que luego lleva como estrategia a su vida política.

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“Nos olvidamos fácilmente de que Eva fue modelo al principio de su carrera. Y de modelo a actriz había solamente un paso en esos momentos. Actriz de teatro, actriz de cine, después voz y actriz de radio teatro… Entonces, esta estrategia de atravesamiento de los ámbitos sociales ya estaba en la Eva modelo ¿Qué es lo que la modelo tiene que saber hacer bien? Posar y asumir identidades. Esta performatividad del cuerpo de Eva, de su personalidad, de su carácter, que se explota dentro de las poses de la de la moda y después en el drama a través de su profesión de actriz, pareciera que tienen que ver con estos espacios de libertad y de emancipación que supo conquistar”, afirma.
En su libro, Marino destaca la profesión de modelo como el manejo de ciertas técnicas de enmascaramiento de clase. Allí describe cómo a principios de siglo XX la modelo era la ayudante de la costurera que servía, entre otras cosas, de maniquí animado para lucir las prendas y exhibirlas en muestras privadas. Difícilmente a la costurera Juana Ibarguren, mamá de Eva, le haya alcanzado para pagar una ayudante, ya que a duras penas lo que ingresaba lograba cubrir las necesidades de su “pequeña tribu”, como se refería a la familia que conformaba junto a sus cinco hijos ilegítimos, o naturales como se decía en la época, del hacendado y dirigente del partido conservador Juan Duarte.
El oficio de costurera de su madre, tempranamente, le hizo encontrar a Eva en los oficios del diseño y la confección un modo de hilvanar estrategias en la pobreza. Marino destaca que “el oficio de modelo, casi por definición y sobre todo a partir de la década del treinta, se puede entender también como un muestrario de técnicas corporales para el encubrimiento de clase. La modelo, al animar un vestido, al crear una pose, negocia su subjetividad y asume los gestos y los códigos de un grupo social del que no proviene, pero que habita”.
En la década del 30, que es también el ingreso a la adolescencia de Eva, el oficio de modelo sufrió un cambio rotundo. Las modelos, que venían de asistir a las modistas y que tenían como principal actividad exhibir las creaciones en desfiles privados o semipúblicos en los salones de las casas de moda, experimentaron la “construcción de un verdadero sistema profesional” en torno a su figura. “El oficio de modelo se trasformó en un puente para conquistar un tipo de emancipación difícil de lograr de otra manera en el mundo del trabajo femenino. Así, la modelo-actriz cubría una variedad de actividades laborales como el modelaje en salones de modistas, la publicidad gráfica y los pequeños roles teatrales sobre el escenario”.

Es en este sistema en el que Eva se inserta con toda su historia a cuestas. Y también, en paralelo, lo hace Paco Jamandreu, un jovencísimo modisto homosexual que vestía a figuras de la naciente industria del espectáculo y que también vistirá a Eva en los inicios de su carrera política. “Me parece interesante ver esos espacios que proporcionan los oficios y las profesiones ligadas a la modalidad”, subraya Marino.
“La moda, su oficio, le permite a Paco atravesar momentos espantosos de nuestra historia con libertad creativa, libertad que en muchos momentos de la historia pasó bajo el radar. Paco era un homosexual incandescente y, sin embargo, pudo ejercer su profesión de esa manera y en sus memorias lo cuenta. Esto no está exento, claro, de los inconvenientes que pudo haber tenido en su vida, pero su flujo creativo no se vio obstaculizado. En ese sentido, me parece que ahí –en Eva y Paco– hay dos zonajes con una libertad, con un deseo de emancipación fuerte, en un momento en donde las posibilidades para una mujer soltera y un homosexual eran muy limitadas”, afirma.

El libro de Marino, compuesto por una serie de ensayos realizados para la ocasión por distintos especialistas en moda, arte y diseño, tiene un capítulo, “Los vestidos de Eva: la Eva Duarte drag y la Eva militante del creador Paco Jamandreu”, escrito por Adrián Melo, dedicado especialmente al encuentro de estas dos vidas que estaban inexorablemente destinadas a encontrarse y unirse en las semejanzas de sus proyectos, sus puntos de fuga y sus diferencias.
Lo profundo ama la máscara
Nietzsche, en el parágrafo cuarenta de Más allá del Bien y del Mal, un apartado muy comentado, afirma que “todo lo que es profundo ama la máscara”, ama enmascararse, cubrirse, despistar y asegura que hay mucha bondad en esa astucia. ¿Qué profundidades enmasacaró Eva “con todos los honores de la gloria, de la vanidad y del poder”, con las mejores joyas de la tierra? ¿Para qué necesitó Eva vestirse de gala, de lujos, de alta costura? Ella, una muchacha alimentada a retazos gracias al oficio de costurera de la madre.
“Todo espíritu profundo necesita una máscara: aún más, en torno a todo espíritu profundo va creciendo continuamente una máscara, gracias a la interpretación constantemente falsa, es decir, superficial, de todas las palabras, de todo paso, de toda señal de vida que él da.” Nietzsche en Más allá del Bien y del Mal.
Este enmascaramiento de Eva suscitó grandes críticas de parte de la oligarquía, que veía con desprecio los lujos que vestía. Se tejieron interpretaciones de todo tipo en torno a su belleza, sus orígenes, sus intereses y las razones encubiertas de su cuidada vestimenta. La pregunta que cabe hacer es cómo debería haberse vestido la primera dama de la Nación y, además, una mujer con una inmensa exposición y tarea pública. Primeras damas anteriores y posteriores a Eva también vistieron desbordantes lujos y sin embargo no a todas se las ha denostado. Las críticas aparecen siempre desde un sector y dirigidas hacia el mismo lado. Además, si bien al hablar de los trajes y vestidos de Eva, la primera imagen que se nos viene a la mente es la de una Eva de lujos y vestidos de gala, está también el otro guardarropa, el ejecutivo. Éste incluye los trajes Príncipe de Gales, los vestidos de cóctel, más relacionados con su tarea diaria en la Fundación y en reuniones con sindicalistas y políticos. Desde esta perspectiva, hay entonces toda una articulación de la moda con la política, una vestimenta ritmada por las actividades que tenía.

La Eva de lujos, brillos y excesos es la que aparece en las galas del Teatro Colón, hábitat propio de la oligarquía y, justamente, el territorio que le era más hostil. El terreno del sector social del cual más críticas recibió. En la extensa conversación Marino desliza que Eva utilizó la alta costura como un traje de batalla. “Eva subvierte el uso de la alta costura. Jamás los modistos europeos pensaron que así se usarían sus diseños. Estaban pensados para una mujer adorno, accesorio de su marido. Y ella hace un uso activo”.
Vinciane Despret en Habitar como un pájaro plantea distintos modos de hacer y de pensar los territorios. En su texto reflexiona acerca de cómo los pájaros, lejos de entender los territorios como una propiedad, ven en el entorno un espacio de expresión. Una ubicación social a partir de la cual exhibirse y cantar. De este modo, sus cantos y sus plumas brillantes estarían destinadas a advertir presencia. Una función “de autopresentación”, en la cual el objetivo no sería exclusivamente captar la atención de las hembras, como supone la teoría de la selección sexual; sino que los cantos elaborados y vivaces se habrían concebido gracias a numerosas batallas y tiempo de vuelo, y serían una señal honesta de su valía. También las plumas brillantes habrían evolucionado como una pintura de guerra, una advertencia coloreada para los rivales. Cantos tan vívidos como un grito de combate. Decoraciones tan útiles como un escudo de batalla.
Traje de batalla
“Eva Perón” también usó sus plumas brillantes como traje de batalla, como pintura de guerra. Advertencia coloreada para sus detractores, señal honesta de su valía. Pero si volvemos a la idea del territorio como materia de expresión o intención espectacular, quizás haya aún otra máscara detrás de esta máscara bélica con la que se invistió.
“Yo quiero estar linda para mis grasitas”, respondía ella cuando le criticaban sus aparentes excesos en el vestuario y accesorios. Reconocimiento: un gesto de gala para los más olvidados. El pueblo, los descamisados, los grasientos recibían con orgullo esa imagen en la que se reconocían, porque en Eva se da identificación de la causa del pueblo que ve su ascenso como propio. Ella, que no se dejó arrancar el alma que trajo de la calle.
Para Étienne Souriau en El sentido artístico de los animales el territorio de los pájaros, con esos colores, esos cantos, esas posturas, esas danzas ritualizadas, está atravesado por intenciones espectaculares antes que bélicas. Siguiendo esta línea es que Despret afirma que el territorio es materia de expresión. Según cada una de estas versiones, la bélica o la artística, “los modos de aparecer estarían asidos en nuevos agenciamientos de potencias, se los volvería capaces de operar otras magias, de producir otros efectos –cautivar, atraer, seducir, crear deseo, impresionar, espantar, poner a distancia. Cualquiera sea la historia que elijamos contar entre estas dos, en esta perspectiva las apariencias, o modos de aparecer, están puestas al servicio de la potencia de afectar”.

Técnicas de encubrimiento de clase, intenciones espectaculares, plumaje brillante, advertencia coloreada para sus adversarios, agasajo para los propios. Máscaras que le permitieron a Eva prestar su cara para guardar su corazón. El 26 de julio de 1952, a las 20:25, María Eva Duarte, la mujer a la que el pueblo llamaba Evita, dejaba este mundo y pasaba a la inmortalidad. Tenía 33 años. Su traje mortuorio fue un exclusivo diseño blanco de Christian Dior, que Evita no había llegado a estrenar, convertido en mortaja para la ocasión.

Sus vestidos siguen aún hoy investidos con esa potencia de afectar, exhibidos algunos en el Museo Evita. Paco Jamandreu, su modisto y aliado, cuenta en La cabeza contra el suelo que conservaba algunos trajes que le hizo a Eva de los cuales disponía para muestras de distinta índole. En una oportunidad los expone una institución de caridad que trabajaba atendiendo a infancias desamparadas y necesitaban recaudar fondos. Cuenta ‘Paquito’ que necesitaban millones y con el desfile se lograron. “Como si desde el más allá, la dueña de los trajes aún velara por los niños a quienes ella había declarado como ‘los únicos privilegiados’”.