Todo el mundo sabe que en la llanura no hay sombra en la que esconderse. Y todo el mundo sabe también que ese vacío aparente tiene su terror y tiene su belleza. Expuestas a las inclemencias, las voces que se paran sobre este territorio absorben la luz con singular destreza. Hablan, algunas de ellas, en Veinte episodios de la historia de la literatura argentina del siglo XX (EMR), gracias a la idea y al trabajo de compilación de Martín Prieto. El libro ofrece una variedad de artículos, ensayos y estudios críticos publicados entre 1964 y 2020 por profesores y egresados de la carrera de Letras de la Universidad Nacional de Rosario.

Los textos abarcan casi un siglo de la literatura nacional. Distintos autores abordan las obras de Alfonsina Storni, Horacio Quiroga, Boedo y Florida, Jorge Luis Borges, Elías Castelnuovo, Roberto Arlt, Raúl González Tuñón, Mateo Booz, Silvina Ocampo, Adolfo Bioy Casares, Alberto Girri, Juan L. Ortiz, Julio Cortázar, Juan José Saer, Manuel Puig, Leónidas y Osvaldo Lamborghini, Néstor Perlongher, la revista Babel, César Aira y Juana Bignozzi. Se revelan allí distintas perspectivas, con sus tonos y sus imágenes propias, que confirman aquello que John Berger asegurara: “Nuestros modos de ver afectan nuestras formas de interpretar”. Detrás de los que escriben pulsa, con insistencia, un paisaje. Y en medio de ese paisaje se erige una institución, tan temida como venerada, que ha atravesado, junto con los cuerpos, los avatares más oscuros de la historia argentina. Allí la palabra se volvió un instrumento, se volvió el arma de toda una generación.

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Linaje de las voces

En el prólogo a Veinte episodios de la historia de la literatura argentina del siglo XX, Prieto señala que desde 1957, bajo la mano negra del poder militar, Tulio Halperin Donghi y después Adolfo Prieto, fueron electos para tomar las riendas de la Universidad del Litoral. Obra de su trabajo, se pobló el espacio de un destacado grupo de profesores que le dieron a la Facultad “una fisonomía social radicalmente diferente a la que había tenido hasta ese momento.” Y entonces las ideas fisuraron la censura y comenzaron a contaminar, con su presencia, otros lugares de la ciudad. En medio: más golpes de Estado, renuncias, nuevas incorporaciones y –a duras penas– la preservación de una identidad colectiva que fue construyéndose dentro y fuera del claustro. Luego, con el triunfo de la democracia, “cambiaron los planes de estudio y cambiaron, primero por contrato, luego por concursos públicos, los planteles de profesores.”

A partir de mediados de los ochenta, algunos de los estudiantes y docentes de la Universidad retomaron, en sus gestos escriturales y en sus actos, la tarea de correr los límites de la que por entonces comenzó a ser tildada como “la academia”. Las disputas por la legitimidad y por una voz que pudiera revelar algo más que “verdades teóricas” resignificaron la fuerza de la palabra. Así, se tensaron los bordes entre el adentro y el afuera del marco institucional y emergieron, en pequeños destellos, discursos mucho más atravesados por un modo de ver singular. Los saberes y los debates que bullían en aulas y pasillos comenzaron a agrietar la corteza dura de los discursos académicos para hacer vivir, en algunos de ellos, los aspectos más creativos –y los más importantes– de la crítica literaria. Las veinte voces que piensan sobre los episodios que propone el libro construyen una historia “compleja y atravesada por disputas y disensos también políticos pero sobre todo literarios”, según Prieto. Una historia marcada por la voluntad de disputar saberes y construir conocimiento pero también por una red afectiva que fue tejiéndose y envolviendo, en distintos lazos, a escritores, articulistas, profesores y egresados.

Con precisión minuciosa, Martín Prieto traza, en la introducción, la genealogía del grupo de autores que escribirán en el libro: Adolfo PrietoAdriana AstuttiAlberto GiordanoAldo OlivaAnalía CapdevilaGladys S. OnegaHéctor A. PiccoliJosefina LudmerJudith PodlubneLaura MilanoMaría Fernanda AlleMaría Teresa GramuglioMariana CatalinNicolás RosaNoemí UllaNora AvaroNora CatelliRoberto RetamosoSandra ContrerasSergio CuetoTania Diz.

Algo brilla en el canon literario

En Veinte episodios de la historia de la literatura argentina del siglo XX, crítica literaria y literatura se retuercen en un diálogo cómodo a veces, a veces tenso. Entre los autores y las autoras seleccionados, hay nombres que se destacan por la feliz extrañeza de encontrarlos prolijamente acomodados entre personalidades que la Academia repite y adora. Se trata de voces emergidas, como Ondinas díscolas, de las aguas menos turísticas de la Literatura: La belleza, dice Manuel Mujica Láinez, es una categoría de lo raro. Encontramos allí, por ejemplo, a la disruptiva Alfonsina –ni alba ni de espumas– sobre quien escribe Tania Diz, bajo el título de “Feminidades insurgentes”. Su poesía y sus artículos dan cuenta, así, de un primer feminismo tan embrionario como emergente en un horizonte literario en el que la figura de la mujer era un ave extraña sobrevolando la escritura. Más adelante, Judith Podlubne se explaya sobre Silvina Ocampo –”Una inocencia soberana”–, la enigmática y fantástica hermana menor de aquella familia de aristócratas cuyas hijas, rebeldes cada una a su manera, dejaron marcas definitivas en la cultura argentina. Luego, Alberto Giordano se concentra en Manuel Puig desarrollando “Boquitas pintadas o los usos del imaginario sentimental”, donde despliega de qué modo absorbe el autor en su poética elementos de la cultura popular. Néstor Perlongher, ese cuyo “por qué seremos tan hermosas” aún nos hace vibrar, es ubicado por Nicolás Rosa en una tríada que comprende, además, a Osvaldo Lamborghini y a Leónidas, su hermano. Allí se ocupa, entre otras cosas, de los efectos sensoriales que tiene todo sistema poético sobre la experiencia material de quienes leen y de quienes escriben.

Coronando el volumen, aparece la presencia luminosa de una de las voces más irreverentes e irónicas de la poesía argentina de los 60. Se trata de la poeta Juana Bignozzi, quien en sus versos dijera “por qué no me fue dado un pueblo donde me saludaran/ la absoluta falta de nombres de tapas de libros/ quise ser buena y feliz/ logré deslumbrantes relámpagos de felicidad y/ para muy pocos que entienden/ para esos poquísimos fui buena/ para la borra de la poesía soy un flagelo/ y espero tirarle de los pies cuando esté muerta”. Escribe sobre ella Nora Catelli, en “Poesía sobre pintura y estilo de la vejez en la literatura argentina”. Catelli nos habla de cómo afectó al estilo de la poeta su “reveladora relación con los jóvenes de distintas edades y escuelas poéticas”. A este vínculo, dice, Bignozzi contribuyó “con la triunfante construcción de un perfil quizá inesperado en una dinastía literaria tan ostensiblemente masculina como la argentina”.

Los autores y autoras mencionados irrumpen en la lista de nombres que tradicionalmente aparecen entre los intereses de la Academia. Hay allí, sin duda alguna, una revolución sutil que trabaja detrás de las miradas. La potencia que revisten las palabras de Storni, Ocampo, Puig, Perlongher, Lamborghini y Bignozzi reverbera en los artículos y vuelve una y otra vez sobre el abismo, sobre el borde mismo del lenguaje. Incapturables, marginales, incómodas e impertinentes algunas voces encuentran en Veinte episodios de la historia de la literatura argentina del siglo XX sus mejores interlocutores. Es como si, después de mucho, llegaran juntas a susurrar que vivir en lo convencional es una cárcel.

Escribir desde la llanura

La publicación de la Editorial Municipal de Rosario, que puede descargarse online a través de su página web, resulta un documento fundamental en dos sentidos: por un lado, porque recupera veinte episodios fundantes de la literatura nacional y, por otro, porque permite construir, con las voces que dan cuerpo a cada uno de los textos, los universos significantes que sustentaron y aún sustentan cierta escritura en el marco de la Universidad de Rosario. En este sentido, la compilación da cuenta de distintos posicionamientos y prácticas de la crítica literaria desde la llanura santafesina. Sin embargo, en todos ellos hay un punto fuerte en común: una institución que a veces deja y a veces no deja emerger a los sujetos en sus discursos, revelarse al paisaje. En un tono académico, los artículos, ensayos y estudios críticos que conforman Veinte episodios de la historia de la literatura argentina del siglo XX se paran en el borde de dos caminos, de dos historias: el adentro y el afuera de la Universidad Nacional de Rosario que, con sus lógicas específicas, se recorta y habla en el horizonte de la escritura.

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la ciudad está en obra
Sobre el autor:

Acerca de Sol Pierobón

Nació y creció en Villa Eloísa, un pequeño pueblo al sur de la provincia de Santa Fe. Es actriz y profesora de Lengua y Literatura. Desde hace ya muchos años, reside en la ciudad de Rosario.

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