Desmontan tu cuerpo y el de la tierra. Te amoldan y arrasan. ¿Cuántos pelos arrancados de raíz? ¿Cuántos brotes naciendo del cemento? La resistencia más antigua, la imparable vida. ¿Quién decide? ¿Quién siembra?

Pieles. Relatos de un territorio* nació de una idea original de Natalia Benedetto, autora de los textos y bailarina. La artista quiso que poesía y danza funcionaran como mucho más que metáfora para contar el desarraigo, las agresiones a la naturaleza, el desmonte, las quemas, los agrotóxicos que tanto tienen que ver con esta realidad cotidiana de un mundo que parece estar muriendo.

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La puesta, que se empezó a pensar poco antes de la pandemia, se fue amoldando en el proceso y con el correr de los meses al formato del streaming adquiriendo una estética completamente virtual y audiovisual.

Natalia Benedetto baila sobre tierra arrasada, sus piernas se mueven y encajan en el surco de un suelo seco de Lucio V. López, ubicado al costado del Carcarañá y a pocos kilómetros de Rosario. Su cuerpo se mueve y busca la grieta amarronada que se abre. Lo devastado es parte del camino y huella de lo posible: aún en lo árido algo puede nacer de nuevo. Contra el desarraigo de la vida rural, el abandono, el silencio y el avance de la producción agropecuaria, el cuerpo acorralado busca y encuentra formas de seguir brotando en las condiciones más extremas.

Cuerpo, paisaje y territorio son inseparables en la obra. “Lo que me hizo sentir ese lenguaje verdadero fue estar habitando la tierra. Notar que los ciclos naturales de la vida me afectaban necesariamente en todo el cuerpo. Si había una larga sequia mis ciclos menstruales se alargaban. Si llovía, la sangre era abundante. Si la luna estaba llena a la noche se dormía menos. Si las plantas florecían, el cuerpo andaba liviano y si las hojas se caían, en el interior dejaban caer algunos duelos”, cuenta Bendetto. Y en ese vínculo fue que apareció este relato en que el cuerpo es un territorio que habitamos, el primero.

La idea nació de la necesidad de la artista de mover un proceso íntimo que se venía gestando desde hace años de manera silenciosa cuando se había puesto en una pausa en la danza. “Es una danza que estuvo oculta, quieta en el cuerpo, que de a poco dio lugar a un poema que hablaba de lo cíclico de las muertes y nacimientos del mundo”, cuenta Natalia.

Pero no fue sólo ese proceso de adentro hacia afuera. También fue abrir los ojos y salir a mirar lo más pequeño que de tan cerca a veces no se ve: la experiencia de una planta que brota después de haber sido arrancada de cuajo. Entender lo cotidiano como sagrado fue la base de un ritual que la bailarina inició como parte del proceso creativo. Con un anotador y una bolsa en mano caminó y recolectó yuyos y hierbas, tomó notas, plantó semillas y volvió a anotar. Mirar de cerca el proceso de las plantas, tomar conciencia de ellas como criaturas vivientes, captar su ritmo pero también su poder y convertirlo en poesía escrita y danzada.

 

 

 

Pieles tiene la dirección de Severo Callaci, la música original de Martín Reinoso; la investigación visual, video y fotografía de Matías Sarlo, el registro fotográfico de Marcos Garfagnoli y la producción general es de Evangelina Jakas.

En un momento, Benedetto sintió que la danza sola no alcanzaba para sostener el decir. Fue ahí que decidió invitar al fotógrafo Matías Sarlo, investigador audiovisual, que se sumó con todo su bagaje vinculado a lo humano y la naturaleza que viene desarrolando en el interior de la provincia.

“El trabajo que vengo haciendo sobre el mundo rural la mayoría de las veces es solitario y la base es la fotografía, en algunas series incorporo el video, audios y desde hace unos años estoy realizando una serie de interrupciones en la llanura que proponen pensar la historia de este territorio”, cuenta Sarlo.

Y dice que la obra es una parte de este proceso que implica para él investigar y pensar el paisaje desde el arte: “Participar para mí fue aprender a trabajar colectivamente con otros creadores, a proponer y a su vez dar lugar, para que surjan de las combinaciones de lenguajes discursos diferentes y enriquecidos”.

El músico y compositor Martín Reinoso fue quien le puso música y sonoridad al paisaje de la obra. “Vengo haciendo música que identifica la región, como una forma de que el folclore regional sea real y no el costumbrismo romántico de siempre de la gente del campo que trabaja, el río con sus pescadores, y cosas que ya no son de esa manera. Los actuales paisajes y costumbres, la forma de trabajo y convivencia con el medio ambiente son agresivas y alejadas de la humanidad. Entonces encontré en Pieles la posibilidad  sonora de expresar eso que me parece es el sonido de una tierra arrasada, como así también lo bello que aún sigue vivo y nos toca cuidar y defender. Pero sin negar lo que ha sido llevado por delante por la maquinaria de los tiempos que corren”, dice Reinoso.

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Benedetto, Reinoso, Jakas, Sarlo habitan en la comunidad de Lucio V. López y eso no es un detalle menor. Desde el arte, pero también desde los activismos, tomaron no sólo un reconocimiento del territorio también una ética de cuidado. “Para que no se desmonte, para que se cuiden los árboles nativos, pensando cómo plantar y sembrar de otra manera, en contra de las fumigaciones”, manifiesta Jakas.

La puesta colectiva obtuvo en 2020 el apoyo del Instituto Nacional de Cine para proyectos desarrollados en entornos virtuales lo que les significó todo un desafío. “Teníamos 30 imágenes y tomas de una primera escena y tuvimos que hacer un enorme trabajo para definir qué es lo queríamos decir y qué es lo que mostramos a través de la pantalla para que llegue al público de la mejor manera”.

La simpleza y el despojo del vestuario, el blanco y negro de las fotografías proyectadas sobre el cuerpo de la bailarina, la música apoyada en una base de sonido ambiente del lugar, acercan al espectador a la llanura cotidiana. Y logran  evocar lo auténtico aún mediado por la tecnología.

Hay en los movimientos de Benedetto reminiscencias de sus trayectos de danza (se identifica lo contemporáneo, el folklore, tal vez algo de afro o de peruano, quizás guiños de danza Butoh) que se centraron fuertemente hasta 2003 en el  floklore. Pero ninguna técnica específica sobresale ni predomina sobre otra. “Es mi danza”, dice Benedetto, dueña de un cuerpo que despertó para contar.

 

*Viernes 28, ,Sábado 29 ,Domingo 30 a las 20:30. Las entradas se reservan a través de este link: https://wa.link/2billr.

Ficha técnica de la obra
Idea original y textos: 
Natalia Benedetto
Dirección: Severo Callaci
Bailarina: Natalia Benedetto
Música original: Martín Reinoso
Investigación visual con video y fotografía: Matias Sarlo
Producción: Evange Jakas
Dirección de fotografía y cámara: Marcos Garfagnoli
Vestuario: Florencia Marting
Gaffer: Ignacio Callusso
Cámara: Juan Macielo
Primer asistente de cámara: Gonzalo Serra
Edición y posproducción de color: Marcos Garfagnoli
Grabación sonora: Martín Reinoso

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Sobre el autor:

Acerca de Virginia Giacosa

Periodista y Comunicadora Social

Nació en Rosario. Es Comunicadora Social por la Universidad Nacional de Rosario. Trabajó en el diario El Ciudadano, en el semanario Notiexpress y en el diario digital Rosario3.com. Colaboró en Cruz del Sur, Crítica de Santa Fe y el suplemento de cultura del diario La Capital. Los viernes co-conduce Juana en el Arco (de 20 a 21 en Radio Universidad 103.3). Como productora audiovisual trabajó en cine, televisión y en el ciclo Color Natal de Señal Santa Fe. Cree que todos deberíamos ser feministas. De lo que hace, dice que lo que mejor le sale es conectar a unas personas con otras.

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