La libertad de ser idiota 
Idiota es una palabra que proviene del griego y era el adjetivo con el que se denominaba a aquellos que no se interesaban en la participación política dentro de la polis (que, vale aclararlo, no era un paraíso inclusivo, sino un espacio reservado a cierta ciudadanía privilegiada –si les da fiaca leer les recomiendo éste episodio de HistoriAr sobre la democracia en la Grecia antigua). El término es a esta altura incierto porque alcanza otros como idios (que tanto significa interior como idioma), de modo que el idiota de entonces era de alguna manera un privado de la lengua que no podía compartir su “interior” con el colectivo político. 
La época que vivimos es oscura, pero siempre puede ser mucho más oscura.
El siguiente texto fue traducido de la revista digital TruthDig, que originalmente fundara el gran periodista de izquierda Robert Scheer (quien ahora dirige el boletín digital ScheerPost, donde escribe semanalmente nuestro adorado Chris Hedges).
Se ofrecen cifras sobre los alarmantes niveles de censura de libros en estados republicanos postrumpismo como Florida (donde su gobernador Ron DeSantis es un enemigo de Donald Trump y, a la vez, un cruzado que promete una ultraderecha mucho más coherente y devastadora), Texas, Arizona, Iowa, Missouri y Oklahoma, del mismo signo político.
Acaso la nota, dirigida a un público de izquierda y estadounidense no es lo suficientemente clara con respecto a lo que significa esta tendencia: dice que cierto pensamiento crítico que puede encontrarse en una literatura accesible a cualquier lector, incluidos clásicos que formaron no sólo a escritores, sino a humoristas y comediantes de Hollywood, como Huckleberry Finn, de Mark Twain, se prohíben por la acción de minorías intensas como consejos de padres y otras agrupaciones de pequeños seres cargados de odio como los que vimos en la pandemia y los que posiblemente proliferarán en Argentina si las elecciones de octubre próximo llegan a dar rienda suelta a un ostentoso analfabetismo, es decir, a la idiotez.
Prohibir libros es algo espantoso no sólo por lo que significa la censura sobre ciertas obras, sino porque es la más fehaciente comprobación de que algunas ideologías fundadas en la ignorancia y el odio sólo pueden sobrevivir si eliminan todo aquello que las cuestiona o introduce dudas sobre sus dogmas. Es aceptar que sólo la ignorancia es garantía de libertad, que es lo mismo que el lema que leían los condenados que ingresaban a campos de exterminio como el de Auschwitz: “Arbeit macht frei”, es decir: “el trabajo nos hará libres”. 
A su vez, la nota cita libros y autores que pueden resultar ignotos para nuestros lectores. Obviando el Huckleberry Finn, exponemos de qué tratan esos libros.
Proyecto 1619, fue un trabajo colaborativo entre autores del New York Times que se lanzó como libro en 2021 y ganó los más importantes premios de EEUU. Se promocionó como “una nueva historia de los orígenes de la esclavitud” y lleva ese año en el título porque es el año en el que arribó el primer barco con esclavos africanos al puerto de Boston. Reúne, entre poemas, narraciones y dieciocho ensayos, el legado actual de la esclavitud en EEUU. Es decir, el pasado de hace más de 400 años está en disputa en el presente. ¿Cómo no pensar que el legado del Rodrigazo en 1975 y la dictadura burguesa genocida de 1976 no están en disputa en el más crudo presente?
Gender Queer: A Memoir es una memoria gráfica publicada en 2019, escrita e ilustrada por Maia Kobabe, que resume el camino de iniciación, desde la adolescencia a la adultez de la autora, su exploración en la identidad de género y su sexualidad por la que se define por fuera del binarismo de género.
Lawn Boy, es una novela de autoconocimiento de un escritor blanco estadounidense, Jonathan Evison, que cuenta la historia de un joven mexicano-americano que ha enfrentado dificultades desde su infancia y ahora está atravesando una fase de autodescubrimiento. Se publicó en 2018.
The Hate U Give. es la primera novela de la escritora afroestadounidense Angie Thomas publicada en 2017. Narra un ataque policial en el que un policía blaco mata a tiros a un adolescente negro. El libro está narrado por Starr Carter, una chica afroamericana de 16 años de un barrio pobre que asiste a una escuela privada de élite en una zona predominantemente blanca y próspera de la ciudad. El libro fue adaptado al cine en 2018.
Looking for Alaska es una novela del escritor blanco John Green publicada en 2005 y de la que la plataforma Hulu hizo una miniserie que se estrenó en 2019. Narra, en tono autobiográfico, la vida de un adolescente escritor que no se adapta a las escuelas secundarias por las que transita y está obsesionado con las frases que pronuncian al final de su vida personajes históricos que van desde François Rabelais hasta Simón Bolívar.
Beloved es una novela –a esta altura un clásico– de la escritora negra Toni Morrison (1931-2019, Nóbel de literatura en 1993). Novela histórica –transcurre después de la guerra de secesión estadounidense, en 1865– al mismo tiempo que política, sociológica y afectiva –o los adjetivos que prefieran para esa rara mezcla de subjetivación que ofrecen los opresores–, la trama de Beloved, protagonizada por esclavos libertos y en fuga es indescriptible. Hubo una película de 1998 basada en el libro y protagonizada por Oprah Winfrey y dirigida por el gran Jonathan Demme que, como suele suceder, apenas si reproduce la anécdota del libro.  
Pablo Makovsky

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Un 10 de mayo de 1933, la Unión de Estudiantes Alemanes organizó un día nacional de quema de libros para incinerar todos las obras consideradas incompatibles con la ideología nazi, incluidos títulos de autores judíos, medio judíos, comunistas, socialistas, anarquistas, liberales, pacifistas y sexólogos. Esta historia vuelve a cobrar una candente relevancia durante la actual Semana del Libro Prohibido, un evento anual patrocinado por decenas de organizaciones comprometidas con el libre acceso a la información, desde la Asociación Estadounidense de Bibliotecas hasta el Consejo Nacional de Profesores de Lengua Inglesa.

Esta no es una Semana del Libro Prohibido cualquiera. En el pasado, los estadounidenses por lo general lamentaban los escasos ejemplos de bibliotecas de pueblos pequeños y juntas escolares mojigatas que prohibían libros como Las aventuras de Huckleberry Finn. Aquellos números ahora parecen algo pintoresco. Entre julio de 2022 y julio de 2023, según un nuevo y sorprendente informe de PEN America –la organización internacional que reúne a escritores de EEUU–, se produjeron 3.362 casos de prohibición de libros en las aulas y bibliotecas de las escuelas públicas del país, negando a los estudiantes el acceso a 1.557 títulos de libros únicos creados por 1.480 autores, ilustradores y traductores. Esto representó un notable aumento del 33 % con respecto al año lectivo 2021-22. Los autores a los que se dirige la prohibición suelen ser mujeres, personas de color y/o personas LGBTQ+. “En medio de un creciente clima de censura”, concluye el informe, “la prohibición de libros escolares continúa propagándose a través de campañas coordinadas por parte de una minoría chillona de grupos y actores individuales y, cada vez más, como resultado de la presión de la legislación estatal”.

El lomo de “Das Unbehagen in der Kultur” (1929, “El malestar en la cultura”), quemado entre otros libros en la Alemania nazi en 1933.

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La tercera forma

"El lector de ensayo quiere ver otra vez la escenificación del pensamiento", dice el escritor santafesino Francisco Bitar en esta conversación en la que se refiere a su producción en pandemia.

Más del 40 por ciento de todas las prohibiciones de libros ocurrieron en los distritos escolares de Florida, una cantidad mayor que la de cualquier estado. PEN America registró 1.406 casos de prohibición de libros en Florida, seguidos por 625 prohibiciones en Texas, 333 prohibiciones en Missouri, 281 prohibiciones en Utah y 186 prohibiciones en Pensilvania. PEN descubrió que, de manera abrumadora, “las prohibiciones de libros se dirigen a libros sobre raza o racismo o que presentan personajes de color, así como a libros con personajes LGBTQ+”. Además,

los libros prohibidos también incluyen libros sobre abuso físico, salud y bienestar, y temáticas que incluyen el duelo y la muerte. En particular, la mayoría de los casos de prohibiciones de libros afectan a libros para adultos jóvenes, libros de grado medio, capítulos de libros o libros ilustrados (libros específicamente escritos y seleccionados para audiencias más jóvenes… [son más del 60 por ciento de las prohibiciones de libros] ocurrieron en ocho estados con una legislación que facilita directamente la prohibición de libros o que creó las condiciones para que grupos locales presionaran e intimidaran a educadores y bibliotecarios para que retiraran libros.

PEN no es el único grupo que sigue estas tendencias perturbadoras. En un informe publicado en marzo de 2023, la Asociación Estadounidense de Bibliotecas (American Library Association, ALA) reveló que el número de impugnaciones de libros en 2022 fue casi el doble del total récord de 2021 y, por lejos, el mayor desde que la ALA comenzó a almacenar datos hace 20 años. “Nunca había visto algo así”, dijo Deborah Caldwell-Stone, directora de la Oficina para la Libertad Intelectual de la ALA. «Los últimos dos años han sido agotadores, aterradores y provocan indignación».

Además de la favorita de los censores, Las aventuras de Huckleberry Finn, la gran mayoría de las quejas se dirigen a obras con temas LGBTIQA+ o raciales, incluidas Gender Queer de Maia Kobabe, Lawn Boy de Jonathan Evison, The Hate U Give de Angie Thomas, y una edición completa del Proyecto 1619, el informe ganador del Premio Pulitzer de The New York Times sobre el legado de la esclavitud.

El informe de la ALA indica que se han propuesto o aprobado proyectos de ley que facilitan la restricción de libros en Arizona, Iowa, Texas, Missouri y Oklahoma, entre otros estados. En Florida, donde el gobernador Ron DeSantis aprobó leyes para revisar los materiales de lectura y limitar las discusiones en el aula sobre identidad de género y raza, los libros retirados de forma indefinida o temporal incluyen Looking for Alaska de John Green, Hopeless de Colleen Hoover y la novela distópica de Margaret Atwood El cuento de la criada y el cuento ilustrado de Grace Lin “Dim Sum for Everyone!” Hace muy poco, el distrito escolar del condado de Martin en Florida eliminó docenas de libros de sus escuelas intermedias y secundarias, incluidas numerosas obras de la novelista Jodi Picoult, Beloved de Toni Morrison, ganadora del premio Pulitzer, y el policial Maximum Ride de James Patterson.

Recientemente regresé de un viaje a Europa que incluyó una parada en Bonn, Alemania. Nuestro guía local se detuvo frente al antiguo ayuntamiento y nos llamó la atención sobre los adoquines bajo nuestros pies. Vimos muchas placas en el suelo que conmemoraban los lomos de los libros que habían sido quemados en ese mismo lugar el 10 de mayo de 1933. Llevaban los nombres de autores como Jack London, Karl Marx, André Gide, Ernest Hemingway y Sigmund Freud, entre muchos más. No fueron sólo los camisas pardas quienes participaron en la quema de estos libros. Los estudiantes y profesores de la universidad cercana recorrieron con entusiasmo sus estantes y obedientemente trajeron títulos ofensivos para agregarlos a la pila. En un viaje anterior a Alemania, estuve en la Operplatz de Berlín y miré a través de una pequeña plataforma transparente hacia un espacio subterráneo lleno de estanterías blancas vacías, acompañado por una placa con las palabras proféticas escritas por Heinrich Heine, un poeta y escritor alemán cuyas opiniones políticas radicales llevaron a que las autoridades alemanas prohibieran muchas de sus obras.

“Eso no fue más que un preludio”, escribió en 1821. “Donde queman libros, al final queman personas”.

Nota bene: se respetó el único hipervínculo de la nota original en TruthDig (“La prohibición de libros alcanza niveles históricos y ominosos en Estados Unidos”) y se agregaron otros que podrían ayudar al lector a extender su lectura. Traducción de P.M.

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Sobre el autor:

Acerca de Stephen Rohde

Según su perfil en TruthDig, Rohde es un constitucionalista, conferenciante, escritor, activista político y abogado jubilado de derechos civiles. Es autor de American Words of Freedom y Freedom of Assembly y colabora habitualmente con la revista Los Angeles Review of Books y Los Angeles Lawyer.

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