Una ristra de ajo, una valija con rueditas, un Maneki-neko, una herradura, galletas de la fortuna, un elefante de la suerte. “¿Tienen algún número favorito?”, pregunta la actriz parada en medio del living. Siete, seis, quince, veinticuatro. “¿Por qué? ¿Saben?”, abunda. Porque me educaron con la idea de que es el número perfecto, porque dicen que es el de la mala suerte y yo que soy contrera lo elijo siempre, la verdad que ni idea, dicen.

Estamos en un departamento del primer piso de Balcarce al 1300. Una mujer rubia nos abrió la puerta, un muchacho nos sirvió una copa de vino, nos dio un programa, un imán de la obra y una galleta de la fortuna horneada por la actriz y dramaturga: Renata Moreno.

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Partida* se llama la obra que tiene una característica: su escenario habitual son las casas. Por eso, al comienzo la actriz dirá que si tenemos una casa para ofrecer podemos escribirle un correo electrónico a partidaencasas@gmail.com.

Somos diez personas en medio del living, una actriz con un mameluco violeta y un director que desde el fondo y sobre una especie de bahiut con adornitos y portarretratos dispara las imágenes que se proyectan en una pared totalmente blanca.

La primera imagen es el frente de la casa familiar del Pasaje Salamanca. Y luego un video casero donde se ve a la mujer rubia que nos abrió la puerta hacer morisquetas a la cámara y bailar. Bailar y bailar. Confirmamos la intuición con la que entramos: la mujer rubia es la madre de Renata y la obra está sucediendo en el living de su casa.

 

 

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Partida, es teatro documental y biodrama. La protagonista se formó con Vivi Tellas en esa zona y hace unos años le dio cuerpo a esta obra que tiene que ver con su biografía, con su historia personal.

De alguna manera todo comenzó cuando Renata terminó de cursar en la Escuela de Teatro y se recibió, pero no podían entregarle el título porque había un error en su partida de nacimiento. La falla era que en el espacio donde dice “Sexo”, en el caso de Renata, figuraba “Masculino” en lugar de “Femenino”.

Binarismo que en un momento de la obra,  saliéndose del mosaico de recuerdos familiares y asumiendo la propia voz, se encargará de poner en tensión. Es cuando se declara feminista, se enuncia con nombre propio y completo (soy Renata Moreno Gualino, dirá, incluyendo también el apellido materno) y dejará flotando que la identidad es móvil, que se trata más de conocer el universo personal y de construirlo por fuera del casillero que exige marcar con una cruz la letra “F” o “M”. Hoy, aquí, ahora, Renata prefiere que no haya que explicar nada, ni exista ninguna etiqueta por rellenar.

Pero en ese momento precisó entender y buscar. A partir de eso, Renata fue al Registro Civil e inició el cambio y se encontró con otra sorpresa. En la partida comprobó que estaba anotada un día anterior al día en el que nació, y quince minutos después de lo que fue su nacimiento real si es que hay una realidad que certifique los hechos acontecidos.

Renata asumió un rol detectivesco de su historia y también de la familiar. Armó un cuestionario que envió a cada uno de los integrantes para saber quiénes la habían ido a conocer el día de su nacimiento. Le pidió a su mamá que buscara la historia clínica del día en que nació, habló con su tía numeróloga y con una arquitecta amiga de su madre, reunió recortes del diario La Capital de aquel día (en que hubo paro de colectivos) y hasta archivos televisivos de los sucesos relevantes que ocurrieron en el mundo en la fecha en que hasta ahí creía haber nacido (la caída del Muro de Berlín, por ejemplo). O mejor dicho, la que su madre había sostenido como su llegada a este mundo.

Que el día en que nació no hubiera transporte público de pasajeros en la ciudad por una huelga también dice lo suyo. Resulta que por ese motivo su padre nunca llegó al Hospital donde Renata nació (fue en El Español con el doctor Aguilar de quién remarca tuvo más de 15 mil partos en toda su vida y lo testifica con un recorte de prensa).

¿No pudo tomar un taxi? ¿No pudo pedirle a un amigo que lo lleve? ¿No pudo echar a caminar? No pudo estar. Su papá no pudo.

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Los números importan desde el comienzo. Hay entre los objetos unos caballos de juguete que hablan del destino o el azar que marcó a su familia. Su padre perdió la casa familiar en la que vivían Renata, su madre y sus hermanos apostando a las carreras. La casa que sus abuelos paternos se habían comprado con el premio de la Lotería que ganaron. La casa del Pasaje Salamanca, la casa perdida. Y el número que su padre heredó y compró durante años para no cortar la tradición de la búsqueda de la fortuna. Hasta que la madre de Renata se cansó y dijo basta.

Y si de números habla la obra, la partida de nacimiento decía 8 de noviembre de 1989, mientras que el relato materno decía, al menos hasta ese momento, que el día había sido el 9 de noviembre de 1989.

¿Qué fecha la marcaba más a Renata? ¿El 8 o el 9? ¿Cuál tenía más épica? ¿Acaso todo giraba en torno a la mística de la narrativa de su mamá? ¿Vale más un papel sellado que el arrullo que nos cuenta noche y día su verdad?

Renata junta pistas pero también señales cabuleras y se sumerge en una pesquisa que no escapa a la posición de los astros, al sentido de la suma de los números, a los gustos musicales, a la forma que encierran los guarismos. Y en cada coincidencia o en cada azar ella siempre elige uno de los dos.  Su favorito es el nueve. Los nueve meses de gestación, los nueve meses dentro de su mamá.

A mi lado está sentado D. con quien vine a ver Partida. Él conoce mi historia y yo conozco la suya o ese recorte que cada uno quiere y quiso dar a conocer.

Mi partida de nacimiento dice mi nombre pero no dice mi nombre. Lo que sucede es que el primer nombre (V.), ese por el que me llaman todes, es el segundo que aparece escrito. El primero (P.) nunca fue usado, salvo para trámites burocráticos. La memoria familiar dice que mi padre fue al Registro Civil con un nombre (el que sería el primero pero aparece estampado segundo en la partida) y que como le faltaba una documentación tuvo que regresar a casa sin anotarme. Al día siguiente, a pedido de mi hermano que me lleva menos de dos años (me pregunto si acaso ya hablaría como para poner en palabras un deseo así), volvió pero con la sugerencia de llamarme de otra manera: el segundo nombre en primer lugar y a la inversa.

D. en cambio me ha contado de la partida de su madre que fue anotada un 15 de diciembre pero que su cumpleaños siempre se lo festejaron un 15 de enero. “No un día después”, refuerza él, “un mes después”. Su madre nunca quiso hablar del tema. Intuímos ahí un casamiento de apuro y una fecha falsa para justificar el secreto de familia.

Vuelven las preguntas: ¿Cuánto puede el relato de mamá? ¿Hace falta completarlo, validarlo, desenmascararlo?

Al final de la obra Renata me saluda. Le cuento lo de mi partida de nacimiento. “Los padres”, dice. Sí, los padres también.

Partida Trailer 2021 from Renata Moreno on Vimeo.

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Partida es una narración construida sobre las grietas que conforman el paisaje de una pérdida o más bien de la necesidad de una búsqueda. Conocer el origen, la filiación, la genealogía pero también reencauzar la vida, dar un giro.

La actriz y dramaturga juega con los fragmentos de eso que somos y que fuimos (la niña a la que su padre llevaba a modelar en los años 90 para marcas locales como Archie Reiton y My Picture de las que nunca vio un peso) y de cómo nos vamos acomodando a través de los distintos momentos de la vida.

Pero también hace referencia a las partidas: las de juego, las maneras de irse y las pérdidas. Partida entre Rosario y Buenos Aires, Renata se busca en su partida de nacimiento para volver a nacer. Como lo dice su nombre, Renata quiere decir la renacida, la nacida de nuevo. La obra nos presenta a la dos: la mujer partida y la mujer nacida por segunda vez.

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Este fin de semana Partida se podrá ver en dos funciones en la zona de Pichincha invitada por La Baronesa, una librería on line de la ciudad de Rosario que abrió sus puertas virtuales en abril.

La Baronesa tiene su origen en dos amigas lectoras (Gisela Espinoza y Bárbara Corneli Colombatto) que se conocieron en un taller de escritura y empezaron a cruzar textos, escritoras, historias que les interesaban.

“Algo de nuestros recorridos lectores se unieron y nos animamos a abrir ese espacio de lectura que tanto nos hacía bien. Dimos un paso más y decidimos comenzar a compartir talleres grupales con otras personas. Al pasar el tiempo eso fue tomando otra materialidad y aparecieron las ganas de ser libreras, algo que veníamos haciendo por el ímpetu de la lectura y las ganas de compartir”, cuenta Gisela.

Al nombre de La Baronesa llegaron precisamente a través de la lectura. Fue con la novela Recuerdos del futuro de Siri Hustvedt que conocieron a esta poeta.

“La personaja principal de la novela rastrea los poemas de La Baronesa que en su mayoría; pese a que fueron escritos por ella, se hicieron públicos como escritos por varones”, cuenta Bárbara.

La Baronesa Dadá Elsa Von Freytag-Loringhoven (Polonia, 1874 – Francia, 1927), fue una poeta, performer, artista, precursora del arte contemporáneo. “Ella juntaba objetos usados, rotos y viejos. Su arte ensamblaba lo que otres hubieran considerado deshechos”, agrega Bárbara y dice: “El catálogo tiene algo de lo azaroso y lo constelativo. Es un cruce un poco caprichoso que une un libro con otro, a veces sin entenderlo mucho. Está en construcción permanente trazando una especie de mapa subterráneo donde conectamos autores, historias, lectores y geografías”.

La idea de las libreras amigas es hacer lugar a la potencia transformadora del rol lector y hacer de la lectura un acto colectivo. Por eso además de libros, se encontrarán actividades y talleres (presenciales y online) o lecturas grupales.

La Baronesa abrió sus puertas digitales el 27 de abril. Diría Renata Moreno en la obra: 2+7=9. Y hay algo del azar que mueve las lecturas. Vamos a los libros y venimos como vueltas a nacer.

 

*Partida / Ficha técnica

Intérprete: Renata Moreno
Audios: Patricia Gualino, Silvia Valle, Alvaro Moreno
Entrevistas en video: Graciela Schmidt, Tina Madussi
Realización de vestuario: Cecilia Gómez García
Soporte audiovisual: Pablo Madussi
Diseño de flyer: Facundo Kaminsky
Asistencia: Caterina Cantaro
Dramaturgia: Renata Moreno
Dirección: Gonzalo San Millán
Fotografías: Juan Chazo

Cámara de Diputados de Santa Fe
Sobre el autor:

Acerca de Virginia Giacosa

Periodista y Comunicadora Social

Nació en Rosario. Es Comunicadora Social por la Universidad Nacional de Rosario. Trabajó en el diario El Ciudadano, en el semanario Notiexpress y en el diario digital Rosario3.com. Colaboró en Cruz del Sur, Crítica de Santa Fe y el suplemento de cultura del diario La Capital. Los viernes co-conduce Juana en el Arco (de 20 a 21 en Radio Universidad 103.3). Como productora audiovisual trabajó en cine, televisión y en el ciclo Color Natal de Señal Santa Fe. Cree que todos deberíamos ser feministas. De lo que hace, dice que lo que mejor le sale es conectar a unas personas con otras.

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