Los celulares, las malditas redes, el streaming nos acercan a la idea de que, no importa cuándo, todo está el alcance de la mano, nade se pierde y se transforma en un «contenido» que, en esta rueda de ilusiones, podemos elegir cuándo y a través de qué plataforma escuchar.
Pero entonces, ¿qué es la radio?
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En agosto pasado consultamos a unas 35 muchachas y muchachos de entre 17 y 32 años sobre sus preferencias radiales: ¿Qué radios escuchás y cómo (de aire, streaming, en diferido vía Spotify o YouTube)? ¿Qué radio suelen escuchar tus padres? ¿Qué radio, programa, periodista o conductor de radio de Rosario solés escuchar? ¿Qué clase de temáticas te interesa escuchar en radio (música, política, humor, humor político, ciencia, economía, espectáculos, etc.)? Algunas de las conclusiones –sobre una suerte de encuesta que acaso es una muestra muy parcial y sesgada–, en una primera lectura, nos dicen que hay un divorcio bastante pronunciado entre lo que escuchan esos jóvenes y lo que escuchan sus padres. También, que salvo excepciones, los conductores o periodistas más reconocidos son, en general varones (a excepción de Sonia Tessa o la Negra Vernaci) y pertenecen a viejos cuadros del gremio a nivel local y nacional: Reynaldo Sietecase, Aberto Lotuf, Pablo Feldman, Roberto Caferra, etcétera.
Otro aspecto a destacar es que la gran mayoría de los consultados señalan con frecuencia que hay dos instancias de la escucha radial: la que se realiza a través del clásico aire y la que se hace vía streaming: por YouTube, online, Radiocut; pero, sobre todo, no pocos señalaron la preferencia por el podcast a través de Spotify o de sus páginas específicas.
Que los cien años de la radio tengan como hito fundador una proeza técnica siempre me resultó incómodo. Es como asumir que el invento del cinematógrafo, en manos de los buenos burgueses Lumière, resulte también en la invención del cine, cosa que sucedería varios años después, cuando alguien ideó un lenguaje para ese hallazgo tecnológico según el cual las fotografías tenían movimiento.
Por muy encantadores que nos resulten Los Locos de la Azotea, sus intenciones se limitaron en ese momento fundacional a reafirmar por la positiva los preceptos culturales de entonces: participar a distancia de un concierto de la música culta, aceptada e incuestionable de su época.
La radio, como la conocemos, llegaría recién cuando se hallara su lenguaje, que no es otro que el de la voz humana. Ni bien hubo una voz, la radio perdió la “inocencia” de la técnica, perdió esa positividad, esa afirmación cultural, y se convirtió en un territorio en disputa.
Después de varios anuncios de una muerte inminente (la televisión, las FM, internet, las odiosas redes sociales, el podcast), la radio sigue en pie y debatiéndose en torno a disputas actuales y antiguas.
Les hicimos media docena de preguntas a varios de los periodistas, conductores, realizadores de radio de Rosario que, en su mayoría, son también realizadores de algunos de los mejores podcast que se hacen en la ciudad.
—¿Ves un cambio de hábitos en la escucha de radio?
Andrea Calamari*—Para empezar debería decir que, para hablar de hábitos, no voy a referirme sólo a la radio. Lo que ha cambiado es el entorno mediático en el que nos movemos todos, no sólo los oyentes. El siglo XX estuvo marcado por la aparición de los grandes medios (primero la novedad fue la radio, después la televisión y esto reubicó a la prensa escrita). Hablábamos de los medios, lo que “le hacían” a la gente: sesgo, manipulación, embrutecimiento y cosas por el estilo. Yo creo que el actual entorno mediático tiene en el centro al usuario que ya no podemos caracterizar en términos de lector, televidente u oyente. Es un usuario que busca y elige (y a la vez también produce) contenidos en distintos lenguajes y soportes.
Juan Cruz Revello*—Si por hábito entendemos la plataforma en la que se escucha radio, sí veo un cambio y bastante rotundo. A excepción de escuchar en un auto, son muy pocas las personas que todavía tienen el aparato llamado radio. Incluso veo un cambio en las nuevas plataformas. Hasta hace muy poco se sintonizaba radio en un celular, y ahora prácticamente no se “sintoniza” porque la mayoría de las radios tienen sus propias aplicaciones. De hecho, muchas las actualizaron hace muy poco, como es el caso de Radio Universidad. Si lo entendemos como los espacios o momentos donde se escucha radio, el cambio es relativo. Porque con las nuevas plataformas también podes escuchar radio en tu casa, a la mañana o cuando sea mientras preparas el desayuno o haces lo que tengas que hacer. Y si lo tomamos como práctica, sí hay un cambio radical, porque la juventud no escucha radio entendiendo esto en proporción a lo que se escuchaba no hace mucho tiempo atrás, pongamos, unos 15 años. Pero es lógico, porque la oferta cultural es mucho más amplia hoy, y hay mucho para elegir.
Pablo Franza*— Sí, sobre todo para los de la generación Boomers y X.
Lo nuevo es la ilusión de que podemos escuchar un programa sin tener que seguirlo ni ponerlo en nuestra agenda. Una promesa de que no hay manera de perderse algo. Y es cierto que no te perdés nada, pero esta idea de consumo cómodo fragmentó la comunión del vivo que ahora se sostiene solo en radios/comunidades muy pequeñas. Ya no existe el programa de radio que escuchan todos sino que existen partecitas pequeñas de un montón de intensidades que si tienen suerte de circular se “viralizan” y llegan a muchísima gente más. Una intensidad efímera pero en constante ebullición.
Martín Parodi*— Sí y no. Veo un sector muy grande de oyentes clásicos de la radio que la siguen consumiendo de la misma exacta manera: el encendido a la mañana temprano para informarse o buscar alguna editorial, la compañía durante el resto de la mañana casi en segundo plano, el soundtrack de la cocina, algo de la escucha nocturna relajada.
Por otro lado hay muchos hábitos nuevos. Por ejemplo, y me parece uno de los más grandes cambios, apareció fuerte la escucha a través de apps en los celulares. Veníamos de unos años en los que la radio había caído en una especie de punto ciego en relación a los teléfonos celulares, porque estos aparatos en algún momento dejaron de incluir el sintonizador de FM y para escuchar radio había que recurrir al navegador o a alguna app específica que indexaba radios. Y todo eso volvía un poco engorroso el acto de decidir escuchar la radio: si tengo que abrir un navegador, escribir la radio que quiero, encontrarla, ver si anda el streaming o necesito una actualización y que encima después la mitad de las veces al pasar a otra aplicación se cortaba el sonido, paso a otra cosa y me olvido de la radio. Pero con las apps exclusivas de cada radio, estás de nuevo a un botón de prender la radio, es sólo una acción, tocaste y ya estás escuchando y no se te corta y mientras te permite respoder mails, o mirar Instagram o lo que sea. Volvió a ser compañía, sólo que todo dentro del celular.
Y ahí se filtraron las radios exclusivamente online a competir mano a mano. O incluso con ventaja, porque al no estar atadas a viejas estructuras y al ser nativamente digitales, desarrollaron más rápido las apps, les agregaron servicios y funciones, las hicieron más atractivas e interactivas, las integraron mejor al resto del entorno del teléfono como las redes sociales. ¿Y a quién le importa si son sólo online o si tienen antena? Si el campo de competencia es el digital, ya se borró ese status de superioridad que tenían las radios de antena. Si tenés mejores contenidos o nombres convocantes o incluso una mejor estrategia de integración con redes o marketing digital, sacás ventaja aunque tengas cinco millones de pesos menos de equipos invertidos (número al voleo, probablemente sólo montar una antena sea más caro actualmente).
Y el otro gran cambio de hábito es finalmente la consolidación de la radio con cámaras. Con un público marcadamente joven, que quizá ni se hubiera molestado en escuchar una radio sin imagen, pero que igualmente adoptó los mismos comportamientos de la audiencia fan de los 90s. Esto de crear una comunidad y un código compartido, que después naturalmente se desborda a las redes sociales a través de memes, remixes, capturas. Ahí se armó un nuevo ecosistema que está cambiando todo el tiempo, lo que lo vuelve muy atractivo porque parece no haber fórmulas.
Y esto sin entrar en el universo del podcast, que por hábitos es completamente diferente al consumo de radio pero por contenidos muchas veces está mucho más cerca de lo que a ambas partes les gustaría admitir.
Federico Fritschi*—Veo un cambio de hábito en la escucha de radio sobre todo un oyente mucho más selectivo de propuestas que busca no solo en el dial aquello que quiere, sino recortes de momentos puntuales de programas de radio en particular. Y el cambio en el hábito lo noto en esta cuestión de que el oyente escucha cuando quiere y donde quiere el contenido que le place.
Vanina Cánepa*— Una respuesta a esta pregunta no podría dar cuenta de la totalidad de las audiencias y de la diversidad de las formas en que consumen, porque debe haber diferencias marcadas por la edad y hasta por el lugar de origen. “Mi mamá sigue escuchando radio en versión aparato, no en otro dispositivo. Hay lugares de nuestro país donde las personas viven y la función que tiene la radio en esas geografías es como emisora, cumpliendo una función social. Sirve para que alguien mande un mensaje pidiendo algo, avisando que llega tarde o que está en camino. Sigue siendo un medio para conectar con una función social que es de cercanía. Ahora, si pienso en mi círculo, que es más pequeño, el cambio de consumo pasa por el lugar del soporte por el cual escuchamos la radio, que desde hace varios años pasó del aparato radio a los dispositivos. En ese sentido, se perdió la idea de la emisora a partir de un dial porque escuchamos a través de internet o de bajar una app y entonces ya no tenemos idea de cómo es el número de determinadas emisoras de radio. La del dial, que era una marca importante, ahora no importa. Por otro lado, se amplía la oferta de escucha cuando (además de la radio que uno encuentra por internet y que es la misma que suena en el dial) se acerca una serie de podcast (que son una nueva forma de distribución) ya sean fragmentos de radio que luego devienen podcast o producciones específicas. Eso da una variedad más grande de escucha. Hay una oferta gratuita para escuchar en el momento que se quiera, lo que marca un distanciamiento entre el momento en que se produce y que se consume. Hay una elección ahí. Como también con propuestas como las de Radiocut, que da la posibilidad de escuchar un recorte diario. Creo que lo que se dieron fueron cambios en la distancia entre el momento de producción y de consumo.
Lisandro Leoni*— Hay un cambio de hábito en la escucha de radio. Hoy la radio se escucha desde cualquier lado, a cualquier hora y desde cualquier lugar porque vayas donde vayas casi todas ellas tienen aplicaciones o una página web de donde salen. Desde el teléfono podes escuchar escuchar FM y AM de Turquía, de Buenos Aires, de la Patagonia o Europa y eso hace que haya un cambio en la escucha; vamos a elegir lo que queremos escuchar y cómo lo queremos escuchar. Además, hay un cambio en cuanto a la escucha que dejó de ser una escucha sincrónica. Más allá que existe todavía ese vivo que nos acompañó en casa, en el trabajo, en los traslados en bici o con el auto, con la participación de los oyentes por whatsapp o por redes sociales con los programas, lo que lo sigue haciendo muy cercano y familiar, se está dando una escucha asincrónica desde hace unos cinco años, si no más, a esta parte en relación al crecimiento de aplicaciones como Radiocut como archivo sonoro, donde se puede marcar y volver para atrás, recortar las notas para volver a escuchar lo que no escuchaste, lo que te perdiste o también los recortes que hacen las propias radios de los programas y que lo suben a las redes sociales, particularmente a Spotify. Eso genera un hábito de que podemos escuchar todo, esté o no esté al aire. Muchas veces eso hace que se escuche un fragmento o te vayas a buscar la nota completa. Eso hace que haya un cambio de hábito importante.
—¿Cómo considerás que adecuaste tu propia práctica radial a partir de estos cambios?
Calamari—En relación a lo anterior, los modos de producción giraban en torno al medio y ahora, por supuesto, desplazaron su centro hacia el contenido y la distribución. ¿Qué importa que a la hora en punto o a las y media salga una tanda o el informativo? Al medio claro que le importa pero el usuario puede prescindir de eso: los hábitos actuales permiten la escucha asincrónica, el copy-paste y el remix, la selección y el descarte. En fin, quien busca contenido no está atado a unas dinámicas que no le son propias sino que son de unas empresas que se llaman medios (radios en este caso) y de las que pueden prescindir. Esto también se da en producción: se puede producir y hacer circular contenido, con sus propias dinámicas y tiempos, por fuera de esos medios.
Revello—Bien, utilizando la tecnología como una herramienta que complementa, nutre, potencia y enriquece lo anterior. La base siempre será la palabra, el sonido, y quienes escuchan. Y todos los años aparecen elementos que, a mi entender y gusto, fortalecen esa base.
Franza—Escucho de todo sin prejuicio y conecto rápidamente. Pero lo más llamativo es que no tengo radio; no tengo aparato. Desde hace años, no sé cómo, pero la radio desapareció de mi casa. Mi radio es un iPad, la notebook o el teléfono. Lo más parecido que tengo a una radio es el stereo del auto. Mi experiencia de radio en la vida analógica o anterior se mantiene ahora solo cuando limpio mi casa porque ahí hago una escucha continua y sin cambios, pero por fuera de eso escucho retazos. Es una manera injusta, pero no puedo escapar; ahí soy un oyente pasivo y entregado a un algoritmo.
Parodi—Hace dos o tres años ya me puse a tratar de implementar la mayor cantidad posible de estas nuevas formas de producción, formatos de contenidos y maneras de distribución. En lo personal fue muy sencillo, porque siempre me sentí más cómodo en la realización de producciones “enlatadas”, en los formatos cortos, en los contenidos que caminan entre lo sonoro y lo audiovisual. Y especialmente por haber tratado de huir siempre de cualquier tipo de rutina de producción, así que el cambio siempre es bienvenido. Así que lo viví casi como el futuro que estaba esperando. Pero trabajando en la coordinación artística de la radio fue más complejo porque hay que coordinar con una estructura enorme funcionando de una manera durante años. Lo que hicimos fue montar una oficina, si se quiere –en la que estuve solo hasta que entró mi compañera Virginia Tassone a trabajar conmigo el año pasado– dedicada a desarrollar todas estas nuevas estrategias. Por ejemplo, el desarrollo de la app y prestarle mayor atención al streaming (que suele generar más problemas técnicos que la antena). Después, desarrollar también una estrategia de comunicación para las redes sociales de la radio, que es a lo que seguimos dedicándole la mayor parte de nuestro tiempo. La decisión fue tomar a las redes como medios de comunicación en sí mismos, de manera que no las usamos como llamadores para que la gente prenda la radio sino que tratamos a esa audiencia como una audiencia individual, con sus propios hábitos y segmentación que la mayoría de las veces no tiene nada que ver con la audiencia de la radio en vivo. Y la consecuencia lógica de esa decisión fue que a esa audiencia le tenemos que llevar un contenido autoinclusivo, que se extrae obviamente de la producción que se hace en la radio pero que empieza y termina en la red social sin requerir nada más. Esto puede ser un tráiler de un podcast, un editado con frases graciosas de un programa, un extracto interesante de una entrevista o nuevos formatos que vamos pensando todo el tiempo. Es gente que consume la radio sin escuchar la radio.
También pasé a dedicarle mucha energía a los podcasts. Por un lado, a producirlos, especialmente acompañando a Juan Ignacio Isern en la creación de podcasts de contenidos científicos. Y por otro lado a ayudar a armar sistemas de trabajo junto a los distintos programas de la radio para poder generar nuevos podcasts desde la misma producción. Algunos son simplemente recortes de determinadas columnas, otros son producciones editadas que pueden ser de humor, musicales o periodísticas y que “suenan a podcast” pero que estrenamos al aire, otros son proyectos más personales de integrantes de la radio que nunca salen al aire pero los publicamos como podcasts o diferentes dinámicas que estamos intentando activar todo el tiempo. El objetivo es aprovechar lo que se produce diariamente para generar formatos para los diferentes “submedios” o canales de distribución. En todo eso se va mi práctica profesional, que años antes estaba casi enteramente dedicada a generar contenidos para el aire.
Fritschi—Me interesa que lo que hago en radio o en podcast tenga un fluido diálogo con las redes sociales porque hoy por hoy las considero un complemento insoslayable a la hora de amplificar la llegada a nuevos y otros públicos. La verdad es que pienso que hay gente que llega a los contenidos por recortes desde redes sociales.
Cánepa— En mi caso, hasta hace unos años trabajaba en una radio, de manera diaria, haciendo un programa donde se cubrían diferentes informaciones, algo del tipo magazine. Y cuando me fui, al tiempo me dieron ganas de hacer algo vinculado a lo radial, pero como no tenía el espacio para hacerlo surgió la idea de armar algo enlatado. Ese fue un recurso para que hacerlo y además que se pueda escuchar no sólo en la radio sino en otras plataformas. Pero no sólo fue la imposibilidad de acceder de manera directa a un espacio lo que posibilitó el producirlo. También se eligió hacer de esa manera porque es un programa que privilegia la voz de niñes y adolescentes, es decir, la tematización es muy fuerte. Para poder conversar con niñes y adolescentes y escuchar su palabra fue que se pensó en esta puesta al aire específica que es Este es el Plan. Generar desde la radio un espacio creativo, que apueste a la creatividad desde lo sonoro, sea como sea que se distribuya, la apuesta es a generar un contenido que pueda ser original. Y la distribución no sólo fue en Radio Universidad, espacio para el que inicialmente fue pensado, sino también en Aire Libre, Fm La Hormiga, en emisoras de Buenos Aires, en las redes sociales, en Spotify, Anchor, Google y demás plataformas.
Leoni—Considero que me adecué a esta nueva forma porque yo trabajo con el vivo, hago un noticiero que está basado en la coyuntura, en lo que va a pasar, lo que va sucediendo. Sin embargo, no nos quedamos con eso del “minuto a minuto” o de la urgencia absoluta. Aunque a veces es la búsqueda, cuando lo amerita, casi siempre nos centramos más en el el análisis del tema o de los temas del día donde vos podes dar otra mirada distinta que requiere de otro tiempo de entrevista y que no es la nota rápida y efímera. Eso genera un espacio de reflexión, de intercambio con el entrevistado pero también de los conductores del equipo y del entrevistado con los oyentes. Esto requiere que la escucha sea más atenta.
—¿Cómo observás que se han adaptado en general las radios de Rosario a ese cambio cultural?
Calamari— No lo están haciendo. También habría que pensar si deben hacerlo o morir con las botas puestas. Quiero decir, los medios son como unos animales grandes a los que les cuesta moverse rápido, hay otras subespecies que se mueven mejor porque ya nacieron con ciertos genes mutados (la metáfora de la ecología mediática me sigue pareciendo la más rica para pensar estas cosas). Podcast y twitch son ejemplos de eso, tienen características de la radio y el lenguaje radiofónico, pero son otra cosa: más ágiles, mejor adaptadas, mutables, con potencialidades.
Revello—Algunas creo que no se adaptaron, porque si bien tienen los elementos, no los explotan. Sobre todo las AM, que tienen sus FM y a veces ni los productores saben si andan las app o el link para escuchar online. En ese sentido, creo que Radio Universidad desde hace unos meses va por un camino que se acoplará pronto a estos cambios. Radio Sí en un principio también tuvo esa fuerza de cambio, de retroalimentación de herramientas tradicionales con actuales. Pero hay un problema gigante en el que confluyen por un lado la precarización laboral, por otro el criterio para profundizar en espacios paralelos a la radio que potenciarían a ésta y, por otro, la poca incorporación en espacios de decisión y ejecución de tareas de gente con ideas flexibles. Todo esto forma un cuello de botella que termina por resolver cosas inmediatas y poca apuesta a futuro.
Franza—Salvo excepciones, la mayoría no evolucionaron. Se sigue haciendo radio para una vida que no existe más. Ni siquiera con radios musicales tenemos innovación. Me entristece opinar esto y a veces pienso que debiera responder otra cosa más optimista, pero no puedo. Es la misma radio de hace 30 años pero con Facebook e Instagram en vez de una revistita o el club de oyentes.
Parodi—La verdad que no soy muy oyente, pero este desafío lo están viviendo todos, cada uno con sus estrategias. En plan listado de observaciones: apareció alguna radio usando mucho la palabra podcast, casi todas las radios ya tienen app y están direccionando sus audiencias a ese sistema, muchas radios se apoyan cada vez más en las redes sociales con community managers en el rol de nexo con nuevas audiencias, y cada vez son más las que incorporan cámaras y transmiten audiovisualmente (lo cual es un problema más que una solución, porque si el medio siempre fue un medio barato y bastante pobretón, de golpe, con los mismos presupuestos hay que salir a producir también imágenes).
Fritschi—A la radio de Rosario la veo atravesando un nuevo momento. Hay una diversidad enorme en el dial y esa diversidad de propuestas también genera que el público tenga más opciones y la posibilidad de darse con comunicadoras/comunicadores que realmente les place escuchar. Por supuesto que no todas las radios se adecúan a los cambios en tiempo y forma. Los medios de la ciudad están atravesando una importante crisis, muchas veces el recorte viene por el lado de la producción, la red, la producción de los contenidos.
Cánepa—No estoy tan segura que se hayan adaptado, como no estoy tan segura que ese cambio cultural se haya extendido. Insisto, no en un círculo más chico, donde la gente si puede escuchar podcast. Una encuesta que se hizo el año pasado, que realizó la comunidad de podcasteros, de Argentina participó un 17% de personas. Entonces, ahí ya veo que fueron muy pocos quienes respondieron de la población del país. Eran personas entre 15 y 50 años, de por sí da cuenta que les jóvenes no escuchan a través de la radio y quienes superan esa franja lo hacen a través del aparato y no de dispositivos. También cuando se les preguntaba por los formatos, los más elegidos eran los que tiene un formato de entrevistas. Me parece que ahí hay algo que me hace dudar de si hay un cambio de hábito tan extendido. De todas maneras, creo que algunas radios (Radio Universidad sobre todo) que han sabido producir contenidos o metacontenidos que son programación que va dentro de la programación y que se pueden escuchar por fuera de los programas apostando así a esta generación de contenidos.
Leoni—No sé si las radios de Rosario se adaptaron al cambio cultural, es más, creo que hay muchas que no. Lo que sí vemos es que las radios de Rosario tienen un crecimiento muy grande de escucha sobre todo en las FM, que tienen programas que no tienen tanta información y tantas noticias duras. Hay un crecimiento muy grande en los últimos años de la escucha de Radio FM como Comunidad Fan (que empezó siendo una radio por internet) o UNR. Y después tenés una amplia serie de radios FM como Boing, Radiofónica, Vida, Farenheit y otras que tienen más una propuesta musical que informativa, pero no sé si todas se adaptaron. La mayoría tiene su página web pero no sé si hay un gran cambio como el que se ve en Buenos Aires, donde se produce para el vivo radial y luego ese vivo es cortado, editado y difundido en redes sociales. Creo que todavía falta un poco más de ese cambio en Rosario.
—¿Cuáles radios –de Rosario, Buenos Aires o cualquier parte– te parece que mejor interpretan esos cambios?
Calamari—Retomando lo anterior, veo que hay algunas radios que lo intentan pero me parece que lo más novedoso en producciones sonoras se está dando por fuera del medio radio, y también creo que es lógico que así sea. Insisto, es difícil mover un mamotreto de mucho peso (las radios tienen dueño, gerente, publicitarios, operadores, productores, locutores, conductores, editores, gremiaciones, etcétera).
Revello—Lo dije en la respuesta anterior, y creo que pasa por ahí. Sumo también a Comunidad Fan. Hasta hace dos años Metro manejaba muy bien todo: redes sociales, streaming, web, aire. Pero bajó demasiado. Vorterix vio el futuro, con la plataforma, pero no termina de explotar, además muchos, muchísimos cambios en la programación. El sistema que implementó FutuRock es todavía novedoso, y puso el foco en una de las tres partes más importantes de la radio (y tal vez la más importante) que es quienes escuchan. El tema de las suscripciones fue muy bueno, y le salió bien. Pero no sé cuánto se puede sostener, en realidad, cuántos casos más así pueden existir. Radio Cantilo en La Plata, que lamentablemente cerró, tenía una programación bastante ortodoxa, pero estaban buenísimos los programas, y a su vez potenciaban los elementos tecnológicos complementarios muy bien. Radio Nacional (en Buenos Aires), con la apertura de las artistas de folclore, rock y clásica siguiendo un modelo similar al de BBC. En Córdoba Cadena 3, que tiene corresponsales en casi todo el país. Y del exterior creo que KEXP –en el plano musical y cuasi de nicho– entendió todo excelente.
Franza—En realidad creo que estos cambios los interpretaron otros espacios; no las radios. Lo hicieron los canales de YouTube, los canales en Twitch, los vivos de IG, los podcast, pero no la radio. La radio no es un espacio de libertad y donde no hay libertad no puede haber evolución. Rescato Vorterix, tal vez un poco Congo o Futurock y, en el otro extremo, en el exterior, el proyecto-negocio de Monocle desde Londres, pero creo que lo más interesante hoy pasa en otro lado que tiene algo de radio pero no lo es. En ese sentido no sé bien ya qué es la radio. Me llamó la atención hace poco que, para los cien años de la radio, todos decíamos que la radio está más viva que nunca pero lo hacíamos con todas referencias del pasado, nada del presente ni el futuro. Raro.
Parodi—Vorterix claramente terminó dando en la tecla después de años de intentarlo. Porque hace muchos años que están insistiendo con el audio y video, pero no terminaban de cuajar con la audiencia. Yo tengo una interpretación personal, creo que estuvieron anclados por el rock durante años, y sólo cuando se sacaron ese lastre y se decidieron a adaptar su programación musical a lo que escuchaba la audiencia que buscaban pudieron enganchar. O quizá necesitaban una renovación generacional que tardó en llegar. Lo que es seguro es que cuando llevaron Últimos Cartuchos a su radio terminó de hacer el último click y están generando un fenómeno que hace años que no veo saliendo de una radio.
Y después están las radios que venden el paquete completo de personalidad como Futurock y Con Vos, donde ser oyente de esas radios te define casi al 100% como persona, hay muy poquito disenso o ruptura. Son radios de escarapela, que interpretaron muy bien el momento de orfandad de una porción muy grande de la audiencia joven y le abren la puerta a su club, muchas veces literal, jaja.
Fritschi—Considero que FutuRock es un ejemplo de radio de este tiempo por su mirada de género, por su curaduría política, cultural y artística en todo sentido, es una radio que irrumpió en el éter con cosas para decir. Y se nota mucho ese juego en una plataforma que crea sentido con los contenidos que suenan en la radio. Realmente le da un plus y una llegada mucho más allá de la 9 de Julio, porque ese es el grave problema que tienen otras radios de gran poderío que sólo parece hablarles a Palermo.
Cánepa—Me parece que lo que han entendido las radios es que pueden dar a difundir sus contenidos más allá del espacio radial. Volvemos a esa idea del podcast como un medio de distribución. Muchas radios pueden hacer un programa que se emita cualquier día de la semana y que luego se puede volver a reproducir por la página de la radio, me parece que hay un entender de que esos contenidos se pueden volver a poner en circulación. Por eso, hay muchas web que tienen una especie de audioteca adonde se puede recurrir para escuchar esos contenidos. Me parece que se entiende una lógica de distribución, lo que no se si eso entraña una forma diferente de producir. Si sólo son recortes o sólo son entrevistas enlatadas eso no encierra una producción o puesta más creativa. Está bueno pensar en la disposición para la escucha, que se enlaza con la idea de la disponibilidad de escuchar en el momento en que uno quiera. Me gustan muchas cosas de Radio Nacional, Radio Universidad, y armo mi circuito con algunos podcast que no se incluyen o emiten en radios o emisoras.
Leoni—Creo que Radio Con Vos, Futurock, Congo (que impulsa Clemente Cancela cuando cierra Radio Blue), son las radios que mejor interpretan hoy por hoy este lenguaje multimedia a la hora de hacer radio. No sé si estoy tan de acuerdo con la cámara o con la televisación de la radio. Ahí tengo cierta reserva. Pero sí eso habla de la transformación de la radio y de que ahora es un abanico de posibilidades: es radio a través de internet, es radio en redes sociales, es podcast, es audiograma, es recorte de entrevistas.
—¿Cuáles te parecen los desafíos más urgentes de la radio en este panorama de nuevos hábitos culturales que incluyen la escucha en diferido, el podcast?
Calamari—No lo sé, habría que ver con todos esos actores que nombré antes. Me parece muy difícil cambiar rutinas productivas que involucran a empresas, personas y agremiaciones. Por otro lado, habría que preguntarse si es necesario. Nadie se pregunta cómo la televisión debe incorporar la lógica de YouTube o los youtubers para su producción. La tele sigue siendo la tele con sus sillones con panelistas y sigue habiendo televidentes que buscan eso. No sabemos cuánto va a durar con los recambios generacionales pero, bueno, cada vez que se habla del fin de algunos medios o mediaciones se producen cambios y adaptaciones. Esto parece contradictorio con lo que dije antes pero no lo es. Puede que la radio siga conservando su vivo y directo, su sincronicidad y su último momento y haya usuarios que elijan eso y busquen otro tipo de mediaciones y contenidos en otro lado.
Revello—Entender que esos formatos que son primos, hermanos, en fin, parientes de la radio, deben ser utilizados para potenciar el medio. A su vez, como decía, para retroalimentarse. La comunicación –si bien existe y cada vez es más fuerte la personalización, la firma, el apellido de quien comunica, pero eso es otro tema– no es más lineal. Por ende, no debiera ser más la radio solamente un aparato que se prende y sale una voz y del otro lado alguien escucha. Es eso, y sin eso no se puede hacer radio. Pero debe apoyarse y potenciarse con todo lo otro que también existe y funciona y le sirve. Se sirven.
Franza—El desafío más urgente es conseguir dinero y hacer productos flexibles que se puedan sostener en el tiempo. Hoy lo que antes entendíamos como “el aire” o la idea de la radio, es una parte de otra cosa mucho más compleja. Hoy no se crean programas, sino audiencias; no solo tenés que tener oyentes, sino que vas a necesitar usuarios. Es un momento genial.
Parodi—El desafío mayor es cómo reestructurar las salas de producción y la salida al aire para aprovechar mejor los contenidos que se producen. Hoy no alcanza sólo con el aire, porque los números de escucha sincrónica continúan bajando a medida que suben los de escucha en diferido y de podcasts. Y especialmente las radios deben dejar de darle la espalda al podcast como un contenido menor o amateur para empezar a destinar recursos a su producción, especialmente en géneros como el documental o la ficción. Tanto tiempo de aire se va en información de coyuntura o conversaciones pasatistas que luego no tienen valor de reproducción, es una pena. La vida útil de un podcast puede ser de años, mientras que un comentario al aire dura lo que dura su enunciación si no contiene algo valioso a largo plazo. Sobre eso tienen que reflexionar las radios, en cómo administrar esa proporción de contenidos efímeros y longevos y cómo distribuir los recursos disponibles para su producción; ahí está quizá la clave de la viabilidad de las radios en los próximos años.
Cánepa— A mí en general me parece que independientemente de cómo se distribuya el contenido lo que me interesa como oyente es pensar en las formas creativas de hacer radio. Eso me parece que lo encuentro en pocas producciones. Para mí Radio Ambulante es una perla, una de las cosas de mejor calidad que circula en formato de podcast. Se destaca por diferentes razones y circula a través de internet, de la página propia más que a través de otras plataformas. Son ellos quienes generan un contenido que es creativo. A mí me parece importante al momento de hacer radio pensar no solo en lo que digo sino en como lo digo. El contenido y la forma en que se presenta un contenido radiofónico, tiene que ver con el tiempo y con el dinero. Hacer algo de calidad lleva tiempo y dinero. En Radio Ambulante está la periodista que investiga en su país, el que escribe el guion, quien revisa ese guión, quien diseña el sonido. Todo eso implica tiempo y dinero, significa que producir contenidos sonoros es un trabajo. En ese sentido, muchas veces se piensa que hacer un podcast es hacer algo porque no se cuenta con un espacio radial donde difundirlo. Entonces se produce algo que es igual a lo que se haría en radio. A veces escuchas un montón de podcast que son contenidos parecidos a lo que harías en la radio y en eso se pierde la apuesta. El desafío es cómo pensamos una apuesta para oyentes ávidos de escuchar contenidos nuevos y disponibles para eso.
Leoni—Ahí me gusta hacer la diferencia porque a mi me parece que el recorte de un programa de radio no es específicamente un podcast. Creo que el podcast es una producción exclusiva que se realiza sin el formato del vivo, es asincrónico, se da de una manera particular para una escucha on demand. La radio es sincrónica, tiene sus espacios, tiene sus tiempos, tiene su momento de producción en el cual se produce para ese tiempo y está bien que se haga. Se puede volver a escuchar pero el recorte de radio para mí no es un podcast.
—¿Cómo analizás la intensa audiencia que tienen ciertas radios porteñas (Futurock, Con Vos, El Destape o Vorterix) en Rosario?
Calamari—Creo que las personas buscan aquello con lo que se sienten identificados o les aporta contenido de calidad, o los representa ideológicamente o los divierte, etcétera, y no cercanía espacial. En algún momento la radio ocupaba ese lugar, en primer lugar porque una radio de Rosario se escuchaba con mejor calidad que una de Buenos Aires, así de simple. La cercanía en cuanto a temas locales fue un derivado. Si pensamos en la actual ecología mediática, las redes sociales representan todos los niveles de cercanía. En cuanto a esas radios que nombrás, no conozco las cifras ni tampoco si es un fenómeno representativo más allá de un círculo socio cultural muy específico.
Revello—Son radios diferentes, con un estilo de comunicación diferente. Pero tienen un punto en común y es que a muchas de esas personas que hacen esas radios se les conoce la cara, ya sea por la televisión o porque ocupan espacios de mucho tráfico de gente en redes sociales, entonces legitiman el medio más allá de si está bueno o no lo que hacen. En un punto tiene que ver con eso. Otro factor es que están, y a los empresarios que tienen esas radios les sale mucho más barato dejar la programación de Buenos Aires que poner gente de acá en la que no confía, o a la que le tiene que pagar, o a la que le tiene que cobrar. Esto último, claro, que se adapta solo al público que todavía escucha sintonizando, porque por un teléfono hoy podes escuchar cualquier radio de cualquier punto del universo. Otro factor es que tienen algunos programas que están muy bien. Y otro, como el caso de Futurock, que lograron generar conceptualmente una identificación con el medio, más allá de quiénes hacen el medio.
Franza—Para mí las audiencias son siempre un tema abierto, algo en construcción constante, que evoluciona y que está lleno de contradicciones y que no hay que cerrar. Una audiencia es una comunión emocional, una comunidad de valores, una reunión a la que se va con lo que tenés y con lo que te falta. Magia pura.
Parodi—Creo que todas ofrecen modelos de radio que en la ciudad no existen, salvo Vorterix, que sigue la lógica de la Rock&Pop, de tener sus programas fuertes de Buenos Aires entremezclados con programación rosarina. A nivel local cuesta encontrar radios tan sólidas en una dirección artística como tienen todas esas, especialmente por la realidad económica del mercado publicitario. Prácticamente todas las radios de Rosario tienen alguna modalidad de venta de espacio aunque esté disfrazado bajo alguna otra figura, eso siempre debilita las programaciones, le baja el techo a la profesionalización del medio y hace imposible una unidad artística. Y es esa solidez artística la que genera oyentes fieles que saben que a cualquier hora que prendan la radio van a encontrar un producto que –sin entrar en si son buenos o malos– es consistente con una idea, una estética, un estilo. Esto no quiere decir que no pueda surgir en el futuro algún proyecto que logre atrapar y generar una audiencia con esa intensidad, pero seguramente emerja del underground y necesariamente rompa con alguna de las convenciones de la radio.
Cánepa—Me parece que hay varias cuestiones que hacen a ese consumir radios de Buenos Aires, cosa que se puede asemejar a veces al consumo de la televisión. A veces me pasa que al encender la radio de Buenos Aires de repente terminas escuchando como se atascó el tránsito en la General Paz. ¿Qué? Entonces, muchas veces creo que responde a un consumo cultural que para nosotros es demasiado habitual de alcanzar todo lo que se produce allá. Las radios locales reproducen mucho la programación de Buenos Aires y creo que ahí juega la variable económica: es más barato y más fácil reproducir un programa que generar uno propio. Eso hace que la oferta en Rosario sea reducida. Que no se destine una buena cantidad de dinero, salvo un par de radios la mayoría de Rosario no cuenta con una planta muy grande de empleados y eso hace que el que quiera tener un programa al aire vaya y pague por el espacio. No hay una política de las emisoras de generar un proyecto de comunicación. Ahí hay una cuestión económica que condiciona la oferta. En mi caso escucho Radio con Vos, una emisora que surge desde un proyecto de comunicación y periodístico que buscó desde el comienzo despegarse de la mal llamada grieta, y de ese periodismo pensado para un público convencido. Me parece que desde su origen buscó determinadas formas de pensar los contenidos, no es una radio que trabaje la primicia, que para mí es algo perimido, sino que buscan entrevistas que ayuden a pensar la realidad o a entrevistados valiosos para poder pensar lo actual. Desde ahí no se trabaja con el último momento, o las cuestiones del día a día, que se pueden encontrar en otro lado. Por eso pienso que el proyecto de comunicación o periodístico debe pasar por como ofrecer la información, hay algunas de Rosario que lo logran y otras que no, y eso puede hacer al porqué se eligen radios de Buenos Aires a la hora de escuchar.
Leoni—Creo que uno de los desafíos más grandes es pensar que hay producción para radio y producción para podcast, y que la producción de radio no siempre ni necesariamente es la misma que para el podcast. También, que los podcast pueden ser distribuidos a través de las radios como en otros medios. Esa producción de podcast es el gran desafío que tienen que darse las radios locales y los medios en este tiempo. Si bien hay mucho camino por recorrer en Argentina, en Buenos Aires hay muchísimo más explotado que en Rosario, acá todavía nos falta. Y también considero que las propuestas locales tienen que estar atentas a las propuestas no sólo en contenido y mensaje, sino también a los formatos de distribución sin perder de vista la presencia en redes sociales. Las radios de Buenos Aires que mencionaba más arriba tienen un peso muy importante desde lo editorial y desde lo político, comparten una mirada crítica y progresista que es transversal a la programación, tanto de los informativos como de los programas culturales. Y eso además propone una mirada distinta en cuanto a la llegada de ese material a los oyentes desde las redes sociales. Ese es el gran desafío que tienen hoy las radios rosarinas: pensar cómo aplicar cambios que son los que llaman a los rosarinos a escuchar la radio porteña para recuperar esa audiencia.
*Andrea Calamari Es Licenciada en Comunicación Social, investigadora y docente en la UNR. Realiza el podcast El oficio de leer
*Vanina Cánepa Es Licenciada en Comunicación Social, periodista, productora audiovisual y en el podcast Este es el Plan recupera la palabra de niñes y adolescentes para que circulen en los distintos medios de comunicación.
*Pablo Franza es actualmente gerente de Contenidos y Artística del Grupo Televisión Litoral. Fue Director Creativo Publicitario en agencias nacionales e internacionales hasta llegar a la radio y televisión como conductor, periodista y productor general. Entre sus creaciones se destacan los programas de radio y TV Antes de Salir, Cada Día, Orejas de Burro y Café con F, entre otros. En paralelo a su actividad profesional, cursa la licenciatura en Bellas Artes de la UNR.
*Federico Fritschi Es Licenciado en Comunicación Social, locutor nacional, conduce Hoja de Ruta y produce el podcast Circulantes.
*Martín Parodi Es Licenciado en Comunicación Social y director artístico de Radio Universidad de Rosario.
*Juan Cruz Revello Es periodista. Autor de La lengua universal, hace radio y es realizador del podcast Había una vez
*Lisandro Leoni Es periodista, productor en Radio Universidad de Rosario, integrante de Hitcast.