“A ese momento en que varias cosas se ponen a orbitar juntas yo le llamo Oportunidad, y en esa categoría precaria que se me ocurrió, incluyo también toda la vida.”
Fernando Callero

Camino por una calle que va hacia el río y escucho que desde un balcón gritan mi nombre: son Cecilia de Michele y Emilia Pérez que me avisan que me estoy pasando la sede de la asamblea semanal de Perfeito Ediciones, que vuelva sobre mis pasos. Subo. Cuentan entusiasmadas que llegó la muestra del próximo libro: Partes del tropezón, de Beco Pignocco. Intercambian correcciones de detalles que “son pavadas”, dice una, y “no, no lo son”, dice la otra. Se dan la razón, se corrigen. De ese cuidado está hecho el “hacer libros”.  “Ya hicimos cinco, podríamos hacer los próximos cinco completamente distintos”, dice Emilia y sus ojos se abren grandes como quien de pronto escucha que está teniendo una idea mientras la enuncia. Cecilia no escucha el comentario; vuelve con vasos y botellas de la cocina. Se hacen las 8 y el resto de los autores, editores y comercializadores de Perfeito van llegando de a uno, y es el último en llegar quien baja a abrir al siguiente. 

Llega Ramiro y su sonrisa lo delata. 

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–¿Cómo estás con la salida de la reseña de Beatriz?– le preguntan sus compañeros

–Agrandado– dice mientras se ríe, y comenta sorprendido la reseña de Beatriz Vignoli sobre su libro en Rosario 12

Hace una semana exactamente Perfeito presentó el libro doble solista de Ramiro García El cuaderno celeste/El cuaderno negro en el bar El Tradicional, en la esquina de Pellegrini y Alem, donde Tomás Boasso y Marcelo Scalona compartieron reseñas afectivas y García leyó. En una vereda de una avenida de Rosario, un poeta recitó poemas mientras algunas personas escucharon, otras pasaron por la esquina preguntando qué pasaba, un colectivo ahogó el sonido de un último verso. La poesía como parte del paisaje. 

Cada integrante que llega pregunta por la muestra del libro de Beco, y pide verlo. Lo revisan, hacen preguntas, van hacia la acción y el movimiento. Cuando todo parece estar listo para comenzar, Diego se retira de la ronda para llamar y pedir empanadas. No pregunta gustos. En este grupo algunas cosas ya no se debaten. 

La lista de temas a tratar es larga pero tiene ejes claros: se debaten cuestiones vinculadas a la distribución de los libros, a las ventas, se habla del carácter de la próxima presentación, se deciden los próximos pasos con la imprenta de los libros que siguen, caso a caso, persona a persona. La matriz de Perfeito es una ética de la amistad: un aliento sistematizado que permite potenciar y acompañar con trabajo y cuidado a quien está próximo a publicar, en cada instancia del proceso. 

Edición afectiva

Hay encuentros oportunos y el de Perfeito lo fue. Empezaron como alumnos en el taller de poesía de Tomás Boasso en 2018, donde también iniciaron la producción de los poemas que hoy son parte de la colección de diez libros, de los cuales cinco ya fueron publicados. 

El grupo está integrado por diez personas entre 24 y 50 años, con distintas historias y trayectorias: Tomás Boasso, Cecilia de Michele, Ramiro García, Leonela Julieta Guajardo Marcos, Diego Margutti, Lisandro Nowak, Emilia Pérez, Beco Pignocco, Mariana Terrile y Roberto Vince. Todo pasó muy rápido. Se formó un grupo potente en el ejercicio de taller, y más que nada, se hicieron amigos, hasta que la cofradía poética fue total. Boasso, que coordinaba el taller con una escucha más que certera, expresó alguna incomodidad en seguir en ese rol. Una fuerza construida por las afinidades más allá de las diferencias ya estaba consolidada.  Varios experimentos se pusieron en funcionamiento: desde clínicas y talleres con Daniel Durand hasta una coordinación itinerante del taller (cada encuentro estaría coordinado por un tallerista). “El 2020 arranca el año con pandemia y nos aferramos al día y horario del taller, que se extendía durante muchas horas. Ahí compartíamos discusiones, conversaciones en torno a la poesía, lecturas, correcciones, y empezamos a pensar hacia dónde queríamos ir”, explica De Michele.  Ese deseo en común tomó la forma de un proyecto editorial.

Ganadores del Fomento Editorial Línea Producción por el Plan de Fomento a las Industrias Creativas de la provincia de Santa Fe, Perfeito Ediciones comenzó un recorrido que los llevó a la fundación de una editorial. La misión: diez personas (poetas publicados y no publicados) corrigen, editan y publican de manera colaborativa un libro por integrante. Y acompañan en todas las instancias desde que el libro nace: comercialización, distribución, promoción, gestión de eventos, presentaciones y lecturas que le dan visibilidad. 

“Nosotros presentamos cuatro títulos a Fomento, y vamos por el quinto”, explica De Michele. “Con el dinero de los primeros libros solventamos los otros que vienen, y en ese sentido el subsidio nos sirvió para arrancar. Este proyecto inicial incluye una colección de 10”. 

Hasta el momento, la colección está conformada por Vainilla y coco, de Emilia pérez, Fósforo, de Diego Margutti, Tiras de muestra, de Mariana Terrile, Un país de noche, de Roberto Vince y El cuaderno celeste/El cuaderno negro de Ramiro García. Los próximos a salir son Parte del tropezón, de Beco Pignocco, Drop, de Lisandro Nowak, La creciente, de Cecilia De Michele y El bazar, de Tomás Boasso. El arte de tapa es de Manué Colomba y la maquetación está a cargo de Lucas Collosa.

Diálogo y linaje 

Cecilia De Michele cuenta que Perfeito viene del poema homónimo del poeta y músico Fernando Callero que siempre les gustó y divirtió mucho y que empieza así: 

Mi viejo decía perfeito, no perfecto,

y a mí me agarraba un sopor nervioso

y me quería morir. O que se muera.

Después de todo era preferible ser muerto

o huérfano

antes que tener un padre que diga “perfeito”.

A mediados de 2020, en plena gestación del proyecto, hicieron una relectura de ese poema. Cecilia De Michele repasa: “Nos reuníamos desde las siete de la tarde hasta las dos de la mañana. Siempre que leíamos ese poema arrastrábamos el perfeito como un modismo. Cuando tuvimos que ver cómo nos nombrábamos rápidamente apareció. Nos gusta, nos divierte pero no sabemos si se entiende. En el medio falleció Callero y nos pareció una forma de que esté”.

En este péndulo entre conversación y linaje que es elegir un nombre, ubicarse en alguna tradición o en algún gesto de creación, Perfeito dice en su manifiesto: “Una especie de maestro zen, que cada tanto aparece por el taller, es Daniel Durand. June Jordan nos mostró una forma de escribir y luchar. Hicimos clases por zoom con un poeta chileno con el cual compartimos gusto por Zurita y ahí nació un recorrido por la poesía chilena actual. Juan L. Ortiz está siempre presente de algunas maneras extrañas. Catulo como ejemplo clásico y su traducción por diferentes autores como Sergio Raimondi, Los Objetivistas, los poetas de los 90. Como decía William Carlos Williams: ‘No hay idea sino en las cosas’”.

Pero lo más importante, siempre, es la poesía entendida, según el mismo Callero, como un laboratorio de lengua, una disciplina, o juego (…) orientada a captar las modalidades con que opera la lengua para comprender y afirmar el mundo. Para Perfeito, la poesía está adelante. 

El método perfeito 

Terminado el repaso de temas de la lista, las y los Perfeito se dedican a trabajar en la corrección del libro de Leonela Julieta Guajardo Marcos, pero antes, Cecilia sugiere repensar el título, argumenta que no siente que represente realmente el espíritu del libro. Toma su celular y dice: “Hice una lista de algunos versos que para mí son muy potentes y podrían funcionar”. Scrollea y lee hasta que uno parece generar un entusiasmo colectivo. Esta periodista no spoilea así que no se enterarán del título por mí. Sí puedo decir que es genial. 

Leonela saca su computadora, Diego y Beco comparten otra. Cecilia sigue leyendo desde su celular, Emilia y Ramiro escuchan. Es momento de editar. Leonela lee en voz alta un documento que ya contiene comentarios de todos y cada uno de los integrantes del grupo, y se dedican a debatir qué es lo mejor para el poema, en tanto y en cuanto su autora o autor esté de acuerdo:

–ver puntuación

–conchas

–el poema entero o la palabra

–la palabra

–me gusta mucho el verso de arriba

–lo sacaría

–lo sacaría

–puede no estar, brotar es nacer algo nuevo

–sugerencia aceptada

–¿vivir es lo opuesto de escribir?

–lo sacaría

–coincido

–sugerencia rechazada

Para Mariana Terrile es una forma de edición colectiva: “Lo que hacemos es leer todos los textos, los vamos puliendo, los podamos, como nos gusta decir. Los compartimos en un documento de drive que nos permite el tiempo para leerlo, corregirlo y reflexionar sobre lo que leemos. Así como marcamos lo bueno que tienen los textos de los compañeros, podemos a veces ser un poco exigentes. Después nos encontramos de manera sincrónica, y nos ponemos de acuerdo para llegar al texto final. Cuando el libro sale, creo que todos lo sentimos un poco parte de todos”. 

Tomás Boasso cree que para corregir todes cuentan con ciertas herramientas tanto estéticas como lingüísticas, algunas particularmente poéticas: “Pero estas herramientas las aplicamos desde la intuición individual de cada une y la conciencia de grupo que tenemos”.

Si Beco Pignocco le tuviera que poner una definición al trabajo diría: “Es un método personalizado a cada autor, a cada estilo. Hay veces que toca un libro que está más armado y solo hay que corregir cosas menores, entonces nos enfocamos en los poemas y en los versos, y hay veces que hay que trabajar más el conjunto de todo el libro. Es también un poco tormenta de ideas ir armando todo por las partes. Estamos muy abiertos a las ideas, a cada cosa, tratamos de aportar, a veces con disparates, pero terminan tomando alguna forma y siempre algo sale. Ninguno tiene mucha experiencia en edición pero salen cosas que nos gustan mucho y la verdad que sentimos un placer muy grande”.

Para Diego Margutti es bastante fácil corregir y editarse porque: “Venimos conociéndonos a través de nuestra escritura, y tenemos esa sensibilidad de leer desde la voz de quien escribió sin dejar de lado la sensibilidad de cada uno. Por otro lado, nos preguntamos mucho sobre el sentido, para ver si esa búsqueda nos llega. Estamos en proceso de aprendizaje en que veníamos muy afilados corrigiendo textos individuales, y ahora hay que ver el libro con su cuerpo entero, los textos como parte del todo que es el libro”. 

Y Roberto Vince ve ahí un método colectivo, honesto y respetuoso de la voz del autor o autora: “Se busca musicalidad, en que el poema suene bien y que no le sobre nada. Que el poema no se recargue”. 

Son las once de la noche del primer miércoles de febrero y, después de una jornada de observación participante y antes de que pasen al próximo poema, decido dejar la asamblea de Perfeito. Emilia baja a abrirme, me agradece por haber ido y me dice que no sabe si se me ocurrió a mí o a quién, pero que le gustó la expresión “el método perfeito” para hablar del trabajo de la editorial. Camino y me alejo del río. Desde la vereda se escuchan algunas voces que llegan de un balcón, alguien lee un poema mientras el viento sopla dejando el calor atrás. 

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Sobre el autor:

Acerca de Lucía Rodriguez

Periodista

Nació en Corrientes y vive en Rosario. Es licenciada en Comunicación social. Actualmente pasa sus mañanas como parte del equipo de La marca de la almohada, transmitido por Radio Universidad de Rosario y sus tardes como co-conductora de Tardenautas, en 5RTV. Cuando puede colabora para distintos medios gráficos. Como gestora cultural, organiza actividades vinculadas a la música y al ámbito editorial.

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