En Realistas, nuestro programa de radio que se emite los jueves de 23 a 00 en radio Universidad, conversamos con Silvana Rabinovich, traductora del hebreo, docente de Ética Política en la UNAM de México, alumna de Enrique Dussel. Silvana trae textos y momentos en los que conviven el hebreo, el árabe, el mundo musulmán y el judío. La historia responde al presente. Dice que Jacob Taubes le respondió a Carl Schmitt (autor de la Teología política): “Los dos somos apocalípticos, pero yo soy apocalíptico de la revolución y usted, de la reacción”. Estudia ahora el árabe y el judeo-árabe. Con respecto al conflicto candente entre Israel y Gaza se anima a decir: “Cada segundo es la pequeña puerta por la que puede entrar el mesías. En términos kafkianos: hay muchísima esperanza pero no para nosotros. Y me parece que este momento en el que una población (la israelí) que había sido engañada y se encuentra con su propia vulnerabilidad puede llegar a cambiar las cosas. Es muy alto el precio. Pero algo puede empezar a cambiar”. Le advertimos que, según la absurda moda argentina en la que un judío que no reverencia el sionismo y la política militar israelí, la puede convertir en “antisemita”. “No confundo fidelidad con complicidad”, responde.

La presentamos de éste modo:

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¿Que es lo monstruoso de una matanza? Para responder la pregunta el autor hace no sólo una genealogía histórico-política reciente de Israel, también la confronta con la perversión de sus genocidas.

Nuestra invitada de esta noche es una filósofa que creció y se educó en Rosario, pero vive en México, es traductora y se doctoró en México con el filósofo también argentino-mexicano, Enrique Dussel.
Nuestra entrevistada es traductora de hebreo, conocedora de la Biblia hebrea y tiene una clara posición con respecto al conflicto entre Palestina e Israel, que se intensificó y escaló luego del ataque terrorista de Hamás en el sur de Israel, asesinando y secuestrando civiles. Hoy la situación en Gaza es una conflicto militar espantoso en el que la mayoría de las víctimas de los misiles israelíes son niños.
Pero la conversación que intentaremos esta noche también tiene como objetivo perseguir la belleza que está en una de las culturas que más honró la palabra, la lectura y el libro, la cultura judía.
A mediados de septiembre, cientos de judíos y judías de Argentina lanzaron una carta abierta bajo el lema: “Milei no nos representa”. Sucedió luego de que el candidato del suicidio en masa coqueteara con su conversión al judaísmo.
La carta decía en uno de sus párrafos:
“Queremos expresar de forma clara: la ética judía que aprendimos y que aspiramos a poner en práctica en nuestras vidas está íntimamente vinculada a la noción de igualdad y de justicia social, la misma que Milei tilda de aberrante. Por lo tanto, nuestro judaísmo se encuentra en las antípodas de Javier Milei y su proyecto político. El profeta Amós, el mismo que Milei descontextualiza en su material de campaña, fue quien denunció la desigualdad entre los ricos y pobres de su pueblo. Otro profeta, Isaías, criticó duramente a quienes ayunaban siguiendo el ritual religioso sin ver la necesidad de liberar a los oprimidos de su yugo y de socorrer al necesitado. El texto lo encontramos en el Tanaj, el mismo libro que nos insiste en la necesidad de recordar siempre con humildad que descendemos de esclavos en Egipto, y que ordena proteger a los grupos más vulnerables de la sociedad a través de leyes y prácticas redistributivas basadas en la dignidad intrínseca del ser humano.”
Nuestra invitada se llama Silvana Rabinovich, publicó en España primero y luego en la editorial rosarina Casagrande, La biblia y el dron. Sobre usos y abusos de figuras bíblicas. En este libro repasa algunos de los mitos fundadores del estado-nación israelí, la filosofía del movimiento sionista nacido en Europa a fines del siglo XIX (que tuvo en sus filas a personalidades dispares como Theodor Herzl, Franz Rosenzweig o el mismo Martin Buber) y los conceptos surgidos de la religión y, sobre todo, de la lengua, que hoy le dan sustento en la guerra permanente que mantiene Israel en sus fronteras y en su interior con el mundo árabe y sobre todo, con los palestino. “El pubelo judío –me dijo una vez– no es uno solo”.

Los asuntos de la traducción, del origen de las lenguas, son mucho más importantes de lo que cabe pensar. El nacimiento de la Filología –en el siglo 19– no atrajo tanta atención en el pensamiento occidental como el de la Biología o la Economía Política. Sin embargo, las investigaciones filológicas de principios del siglo XIX trajeron a la historia contemporánea pesadillas interminables: el nazismo, el colonialismo, la globalización tuvieron su nacimiento en las teorías de los orígenes lingüísticos y mitológicos que formularan alrededor del 1800 figuras como Ernest Renan, F. Max Müller y J. G. Herder, a las que habría que oponer la de Ferdinand de Saussure, ampliamente conocida en los clases iniciales de cualquier carrera humanística.
Hacia 1810 se profundizaron los estudios del sánscrito, y esos estudios inspiraron un viejo anhelo occidental y cristiano: despegar el hebreo, la mácula judía, del idioma que Adán y Eva hablaron en el Paraíso.
Hay un libro muy entretenido y erudito que estudia este asunto. Lo escribió un académico francés llamado Maurice Olender y se llama Las lenguas del Paraíso y señala que entre las muchas fábulas creadas en torno al origen de la lengua aparecen los “aryos”, portadores de esta lengua originaria pero “felizmente” ajenos al hebreo por su vínculo con el sánscrito y el indoeuropeo. Estos “aryos” –arrien, tal como en el francés se señala a los herejes arrianos– es fácil reconocer a los arios de la fábula nazi.

Bien, leer y escuchar a Silvana Rabinovich con el fin de entender de un modo, digamos, sociológico, las raíces de la guerra entre Israel y Palestina sería desairar un poco su trabajo, porque lo que ella trata no es sólo ese conflicto específico sino nuestra propia historia con la lengua misma, las historias bíblicas que compartimos, cosas que habitamos como parientes dispersos de una enorme familia.

Hace unos años tuve una conversación con ella y me contó: “Aprendí el hebreo con mi abuelo, que era maestro de biblia hebrea, pero era muy irreverente –cuenta–, entonces no lo toleraban mucho tiempo en las comunidades. Tuvo que dejar de dar clases, que le gustaban mucho. Después se dedicó al comercio y le fue muy mal. Y cuando yo tenía 6 años mi padre comunista murió, mi familia dijo que bueno, que ya era hora de ir a la escuela hebrea y entonces le pidieron a mi abuelo que me enseñara la lengua hebrea. Y mi abuelo se encontró todos los días volviendo a hacer eso que tanto le gustaba, me enseñó con los diarios hebreos que llegaban al país en papel de arroz, el juego era descubrir las raíces de las palabras que ahora se habían vuelto la lengua cotidiana”.

Uno de los primeros puntos que Rabinovich aborda en su libro La biblia y el dron es los riesgos de adquirir el hebreo, que hasta entrado el siglo XX se reservaba sólo para el oficio religioso, como lengua cotidiana en Israel. Cita a Walter Benjamin, a Martin Buber, a Franz Rosenzweig, quien dijo: “Ni la lengua, ni la tierra son susceptibles de ser apropiadas”. Pero también se leen en sus páginas a pensadores palestinos como Edward Said o franceses como Jacques Derrida o René Girard. Escribe Rabinovich: “El hebreo moderno pretende despojarse de sus atavíos religiosos pero sus cuadradas letras demuestran lo absurdo (y peligroso) de tal empresa. El sueño del hebreo moderno puede crear monstruos, y sobre eso ya advertía (Gershom) Scholem: «¿No es posible que la fuerza religiosa de este lenguaje se vuelva violentamente contra los que lo hablan?»”

El proyecto que desarolla Silvana Rabinovich en la UNAM puede explorarse acá, se llama “Heteronomías de la justicia: nomadismo y hospitalidad en el lenguaje”.

El catálogo del proyecto y exposición Muros (“Mexicanos, palestinos y sharauianos”) que se menciona en la entrevista. puede indagarse acá.

Éste es el video del religioso judío israelí que mencionó Silvana y dice: “Emito este video desde un sitio oculto, donde permanezco porque temo por mi vida desde que grupos derechistas asecharon mi casa, amenazaron a mi familia y mis hijos y continúan haciéndolo incluso ahora. Sí, intentaron amedrentarme pero no voy a quebrarme. Mi nombre es Israel Fry, soy periodista y fueron tras de mí porque estoy a favor de considerar y rezar por los niños de Gaza que están siendo masacrados. Irael vive tiempos terribles. Las imágenes del ataque (de Hamás) son horribles, las pérdidas son gravísimas. Israel está traumatizada, pero el trauma y las emociones rápidamente cruzan el límite y nos enseñan a los israelíes lo que durante años fue un gobierno racista y extremista. Racismo, nacionalismo y superioridad judía. Los activistas de derechos humos israelíes están siendo atacados. Las gentes de derechas ofrecen su información online e incluyen sus direcciones para que vayan a atacarlos, algunos tuvieron que enviar sus familias al exterior y debieron esconderse. Los palestinos del (19)48, llamados árabes israelíes nos mostraron una responsabilidad inspiradora. Muchos optaron por ayudar con muchas iniciativas de socorro, ésto no puede tomarse como garantizado, son parte del pueblo palestino, que sufren discriminación y la gran mayoría de ellos tienen familia en Gaza, porque la mayor parte de la población en Gaza eran personas que estaban acá y fueron expulsadas después de que la derecha intentó infructuosamente inducirlas a un círculo de violencia con información falsa sobre disturbios en ciudades árabes. Entonces se subió al siguiente nivel: la policía, apoyada por las cortes y las fiscalías arrestó en los últimos días cerca de cien palestinos por incitación (a la violencia) debido a posteos en Instagram o por los likes que pusieron en apoyo a sus hermanos en Gaza. Entre los apresados hay artistas y académicos; una enorme operación de encarcelamiento político digno de los regímenes más oscuros que incluyen personas comunes y estudiantes que están siendo expulsados. La derecha piensa que esta es la forma en que puede alentar a loas árabes a volverse violentos de modo de poder reprimirlos…”

 

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Acerca de Pablo Makovsky

Periodista, escritor, crítico

"Nada que valga la pena aprender puede ser enseñado."

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