Diciembre es un mes de cierres y de balances. Cambia el calendario y hay que brindar. Hacer un repaso obligado. Pedir los tres deseos, chocar copas en un chinchin. Festejar con los seres queridos. Poner el foco en una nueva etapa. 

 

 

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¿Qué nos dejó el trabajo realizado? 

¿Qué hay de lo echado a perder? 

¿Cómo seguimos el año próximo? 

¿Cómo imaginamos lo que vendrá? 

¿Qué nos depara el más allá?

Los proyectos culturales no escapan a  los balances. El 2024 fue un año de crisis y también de atravesar el asombro. Como si hasta hace un tiempo no tan lejano, hubiésemos sabido qué teníamos que decir o cómo debíamos actuar. La escritora Claudia Piñeiro lo llama el azoramiento como una forma de describir esa sorpresa que nos ha paralizado desde diciembre de 2023. 

Hace unos días me preguntaron cuál era mi canción del 2024 y respondí que “Canción del ballotage” de Paula Trama y Los Besos, sobre todo cuando dice “primero pediría un manual para entender esta novela”.  Sólo hay una certeza: no existe nada escrito para salir de esta encerrona. Tal vez  se trate de componer algo nuevo.  

Si tuviese que resumir el año de Revista REA me animaría a decir que las sensaciones caben en tres palabras: entusiasmo, precarización, intemperie. 

I

Desde que nació esta revista insistimos con un mantra: “Hacemos REA con la intención de contar de manera afectiva el espíritu de nuestra época”. Pero también, buscando una genealogía, un modo no cristalizado  de ser rosarines. Lejos de ensalzar un ADN rosarigasino y cerca de los misterios y los mitos. Por eso una de las primeras notas que publicamos fue “Los gatos no se comen” de David Narciso. Así ratificamos que esta ciudad sin inicio preciso (aunque hoy forzado en la celebración de la virgen como imagen de arraigo) está más apegada a lo extraordinario que a lo fundante.  

Salimos a la luz con REA en el año 2018 pero la veníamos pensando de mucho antes. Tiempos macristas, de intemperie, y aún así  nos planteamos hacer una revista. Es cierto, no la imaginamos en papel: algo que podría haber sido una odisea. 

Este equipo nació y se crió en redacciones gráficas de diarios y revistas, habiendo pasado por algún que otro portal digital. Con ese bagaje buscamos, desde el primer momento y más allá de la crisis, ser una revista digital, inteligente y que pudiera leerse en el teléfono. 

Nos importó hacer una publicación que ofreciera hipervínculos. Links que marcaran los afluentes que los autores surcaron para escribir sus textos y que abiertos, ante los lectores, permitieran la navegación más allá de las fronteras de REA.

Sí, los hipervínculos llevan afuera de la revista. 

Sí, ponen en riesgo la permanencia dentro de un sitio. 

Sí, provocan un corrimiento de la mirada y la lectura. 

Sí, modifican el foco de atención y ratifican, al mismo tiempo que un desvío, un punto de partida.

Y así quisimos que REA fuese punto de vista y puerto de salida. Mientras las publicaciones insisten en retener a su público dentro de una nota, a nosotros nos importó hacer de un nombre (REA) una práctica cultural: la del descarrío. Que quién lea pueda irse, ampliar, derivar, seguir, renovar el contrato de lectura. Porque como cantaba Gabo Ferro:  “irse es volver a volver”.

II

Cada uno de nosotros consulta e integra una constelación de medios, periodistas, artefactos culturales que compusieron y dibujaron el deseo de nuestra revista. Lo que quería ser. REA tiene sus referencias en aquellas publicaciones de entrevistas y textos de largo aliento, con fuerte anclaje local pero con marcada mirada global, que le hablaron al habitante de Rosario pero también al del mundo. Publicaciones que se desplegaron en una zona difusa entre cultura y política, abriendo debates.

El equipo de REA ha participado en revistas y publicaciones culturales de la ciudad como Vasto Mundo, Lucera, Transatlántico, Anuario, Señales, entre otras. Siendo también lectores de esos espacios de conversación, nos sentimos inscriptos en esa suerte de tradición del periodismo cultural local. Hoy nos reconocemos en una gran asamblea de opiniones junto a distintos proyectos editoriales colegas y amigos como Apología, Inquieta, Río Belbo, Rapto, El cocodrilo, Enredando.

En tiempos en que la figura del periodista está en tensión, confundida incluso con la del influencer, rescatamos el oficio con una marca singular. Incluso desde lo visual fuimos a contrapelo del algoritmo homogeneizador y estandarizado. Creamos imágenes distintas con la idea que existe una IA más allá de los leones y los Terminator. Hay una superinteligencia y hay que saber usarla. O mejor dicho, si queremos un resultado beneficioso que nos deje sobrevivir tenemos que reconfigurarnos. 

III

Recuerdo que una de las primeras notas en REA fue una entrevista a la filósofa mexicana Sayak Valencia que se tituló “Una masculinidad necropolítica”. No imaginábamos todavía el crecimiento exponencial que tendrían las nuevas derechas. No imaginábamos a Javier Milei amplificado por hordas de trolls antifeministas. 

Sin embargo, algo se dejaba entrever aún en medio de esa creciente marea verde que se agitaba allá por el año 2018: el auge de una agenda anti derechos frente a los avances de las mujeres y las disidencias. Ya se vislumbraba a nivel global amparada en el lobby y el financiamiento internacional con la forma de una reacción conservadora organizada.

Estos varones, en su mayoría heterosexuales, que en la actualidad integran las fuerzas que apoyan al presidente Milei, se asomaban en ese tiempo en una idea de sujeto masculino que ya nos daba Valencia: 

“El endriago es este sujeto masculino cartografiado por la clase, cuya impronta racial está asociada con estigmas y estereotipos de la colonialidad. Es un sujeto obediente con la masculinidad más hegemónica, la que desprecia todo tipo de debilidad, la que cree que el rol de los varones es ser proveedores, arriesgados, violentos y que le pelea al Estado la posesión de la violencia. Pero también, es el que entendió que la masculinidad de los cuerpos biológicamente masculinos, tiene la potestad necropolítica de otorgar la muerte a otros. Ese poder de ejercer violencia contra los más débiles: mujeres, niños, disidentes sexuales, pobres”.

¿Cómo discutir las causas de la impotencia y los malestares que los varones sitúan en el feminismo y en el progresismo institucionalizados como aquello que vino a perjudicarlos? ¿Con qué herramientas hacerlo hoy cuando el antifeminismo es una cuestión de Estado? ¿Cómo hacerlo sin quedarnos fosilizadas en el lugar de víctimas? Vivimos bajo un Estado antifeminista que además tiene en la narrativa de las falsas denuncias un argumento central para desplegar su combo de acciones antiderecho.

Durante todo 2024 los feminismos fueron arrojados al lugar del enemigo político y son parte central de la guerra cultural de las ultra derechas. Y aún en 2023 aquellos que decían estar de su lado acusaron a las feministas de “haberse pasado tres pueblos”, justificando así el ascenso de Javier Milei al gobierno. Esa sí que no la vimos venir.   

En la última nota coral de diciembre del año pasado, “El futuro como mercancía”, antes del ballotage REA reunió las voces de escritores, periodistas, docentes, intelectuales que aceptaron la invitación para asomarse al escenario de ejercer su trabajo en un país gobernado por el candidato de la motosierra. 

En “Lo distópico y el devenir mujeres” decía en clave oracular: “los varones más enojados que nunca, la crueldad más alta, la conquista de los cuerpos, la extracción del paisaje, Gilead y las criadas, los cuerpos como incubadoras, el medioevo en clave cripto, las vidas descartadas, la vida delivery, la vida menos vivible. Y nosotras cuidando, haciendo comunidad y tribu”. 

La crueldad sólo promueve crueldad y lo experimentamos durante el año con todo el cuerpo. Por eso  devenir mujeres es más que “volver mujeres”. Es romper con lo rígido, incorporar lo nuevo, horadar en lo dominante.  Resistir y resetear.   

IV

¿Cómo se sostiene un proyecto cultural? 

¿Nos entregamos a él para verlo crecer y hacerse grande? 

¿Nos entregamos  hasta ser devorados por él? 

¿Ponemos límites al hacer? 

¿Cuánto vale un proyecto cultural? 

¿Qué pasa con el tiempo que lleva el desarrollo y la ejecución de un proyecto cultural? 

¿Qué hay además de las personas y las ideas qué lo nutren? 

¿Cuánto valen los cuerpos que lo hacen funcionar? 

¿Cuánto cuestan las horas persona (y no hombre) de trabajo al frente de una computadora?

Solemos poner el cuerpo, en todos y cada uno de nuestros proyectos. 

Damos el cuerpo y componemos un cuerpo colectivo en cada una de las iniciativas que hacemos con otres.  

Podemos ser nuestros propios precarizadores. No trabajamos para un patrón pero también podemos ser  nuestros  explotadores.    

Decía Sayak Valencia en aquella conversación: “El freelance es un mercenario del cognitariado, que articula una dimensión sacrificial, un kamikaze que se aniquila a sí mismo y le hace el trabajo a aquello que lo oprime. Se acorta la vida porque tiene que tener cinco trabajos, no tiene tiempo para nada, no tiene pareja, ni relaciones sociales, sino a través de la red”.

Es sabido que el capitalismo apunta en términos generales a apropiarse con más fuerza de la polivalencia, la multiactividad y la cualidad del trabajo de los cuerpos feminizados.

Los proyectos culturales nunca son en soledad. Pero hay detrás de todo proyecto cultural un trabajo feminizado que la mayoría de las veces queda invisible y precarizado.

V

Siempre nos importó que los colaboradores de la revista REA cobren por su participación. La remuneración, que en un momento nos pareció simbólica, con el tiempo se fue equiparando con la de los grandes medios de comunicación de la ciudad. ¿Pueden imaginarlo? Entonces un medio autogestivo es también una fuente, aunque modesta, de trabajo para el sector. Porque, aunque hoy todo está patas para arriba, seguimos pensando que la cultura es trabajo y que quienes hacen cultura son trabajadorxs. ¿Vale la pena aclararlo? 

Sin embargo, este 2024 empezamos perdiendo dos apoyos económicos que hacían posible el pago de las colaboraciones. Lo primero no fue sorpresa, lo había anunciado el propio presidente Javier Milei ni bien asumió la presidencia. Eso sí: se terminó la pauta, pero no los sobres. Y algo de esto se puede leer en las notas de Osvaldo Aguirre sobre el periodismo partenaire que le rinde pleitesías, recibe sus dádivas y a cambio no repregunta. 

Desde diciembre de 2023 el recorte alcanzó a las revistas culturales y autogestivas, muchas de ellas nucleadas en ARECIA, y se sostuvo durante todo el 2024.

Defendemos la democratización de la pauta oficial a través de un reparto equitativo y transparente. Y durante el año pedimos ser escuchados, sin éxito, por decisores políticos de la gestión de medios y de cultura para poner en agenda la situación de un sector específico: el periodismo cultural.  

En el mismo contexto en que disminuían  los apoyos económicos, se extinguieron varios suplementos y espacios culturales de los grandes medios de comunicación. Entonces, la demanda a las revistas autogestivas fue mayor. Más trabajo menos pago puesto al servicio de la producción cultural independiente que, pese a un año crítico, no se detuvo.

Hacer sustentables los proyectos por fuera del apoyo estatal sigue siendo el gran desafío de la autogestión, enfrentándose también este año a un estigma: “con la mía, con la nuestra”.  Sí, con la tuya.

Generar y distribuir contenidos culturales diversos es una tarea de los Estados en sus distintos niveles. Gestionar cultura pública implica, ante todo, hacerlo más allá de lo existente y de lo posible. Cooperar entre la sociedad que sueña un mundo improbable y el Estado es la condición para crear comunidad y también cultura. 

VI

Vivimos un tiempo de inercia hiper productiva y veloz. Hoy más que nunca necesitamos ejercitar la conciencia y la reflexión para construir alianzas subjetivas que se encaminen a construir más allá de lo íntimo opresivo. Ir del yo al nosotros, del singular al plural, de lo individual a lo político y lo colectivo.

Si REA promueve desde su inicio la posibilidad de un desvío, un corrimiento de lo habitual, la urgencia en este tiempo es sostener esa mirada más que nunca. Recuperar la imaginación como elemento fundamental para las acciones en el presente en proyección. Hacer de la mutación una novedad y de la creación algo más que una primicia.  

Tomo la frase que Julia Bartulovich hizo sticker, remera y proyecto cultural. La encontré mientras escribía estas líneas: “Si alguien sabe algo o tiene idea de algo me avisa”. 

El proyecto se piensa con otras personas, nace desde el empuje de tratar de hacer algo de este momento tan complejo y compartirlo. Por ahora esta es la instancia, ponerse una remera, ir a un lugar, juntarnos a charlar, hacer citas y colgar una bandera.

Estoy invitando a que participen, que vengan a poner el cuerpo y se sumen a esta conversación abierta que busca la charla del que no entiende y pregunta, del que no sabe ni quiere saber tanto, o del que sí sabe y quiere contar.

Lo imagino en forma de manifestación, de comunidad organizada. Digo imagino, porque esta idea juega y se guía un poco sola. El otro día mi hermana me contó que mientras caminaba con la remera por la calle, un señor que no conocía le gritó: “te aviso”. Mientras lo transcribo, me doy cuenta de que creo que este proyecto no tiene un final, porque nace de la idea de crear un espacio”, dice el texto de Julia Bartulovich sobre su proyecto.

Necesitamos ideas, necesitamos tener esta reunión junto a este árbol (como escribe June Jordan en “Llamado a todas las minorías silenciosas”), necesitamos de encuentros compartidos. Para seguir adelante tenemos que sacrificar, suspender, detener la productividad y construir vínculos.

Dice Rita Segato: “el proyecto histórico de los vínculos produce comunidad, el proyecto de las cosas produce individuos”.

En un contexto actual que tiene como propósito reducir nuestra potencia de hacer es preciso contrarrestar las políticas de la tristeza (al decir de Spinoza esas “pasiones tristes”) con políticas del hacer. Las experiencias culturales que construimos pueden ser también un kit de supervivencia para crear vínculos más comunitarios.

Que esto sea más que un deseo, un plan para 2025. Acá, allá, en REA, incluso en sus desvíos. Chin chin.  

Sobre el autor:

Acerca de Virginia Giacosa

Periodista y Comunicadora Social

Nació en Rosario. Es Comunicadora Social por la Universidad Nacional de Rosario. Trabajó en el diario El Ciudadano, en el semanario Notiexpress y en el diario digital Rosario3.com. Colaboró en Cruz del Sur, Crítica de Santa Fe y el suplemento de cultura del diario La Capital. Los viernes co-conduce Juana en el Arco (de 20 a 21 en Radio Universidad 103.3). Como productora audiovisual trabajó en cine, televisión y en el ciclo Color Natal de Señal Santa Fe. Cree que todos deberíamos ser feministas. De lo que hace, dice que lo que mejor le sale es conectar a unas personas con otras.

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