¿Qué bellezas pueden crear nuestras máquinas? ¿Qué mundos habilitan si subvertimos sus usos convencionales? ¿De qué modos todavía impensados pueden confluir arte y tecnología? *Rascacielos parece surgir de esas inquietudes. La performance se desarrolló el sábado 18 de marzo en el playón del Parque de España, donde tres grúas eléctricas tripuladas por tres operarios bailaron un vals ejecutado por un cuarteto de cuerdas mientras un dron y dos cámaras fijas grababan, y desde las escalinatas del parque el público seguía los movimientos de los brazos mecánicos desplegarse para encontrarse arriba, en el centro y dar giros lentos, casi delicados, con el río Paraná como telón de fondo.
Su directora Ainelén Bertotti Burket, nació en Venado Tuerto en 1994. Estudia Bellas Artes en la UNR y hace diez años que es carpintera. Quizás por su historia familiar, desde la infancia siente cierta fascinación por las herramientas que se manifiesta en su hacer cotidiano y en su producción artística.
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Como artista, Ainelén forja su obra en el cruce de caminos, no para que repose, tranquila, en un punto de confluencia, sino para mejor desestabilizar esos caminos. Como en un sueño, los contrastes se atenúan, la atmósfera se enrarece, y así nacen las máquinas danzantes, los operarios artistas, las miniaturas herramientas. Su relación con el arte, exploratoria, “de tanteo”, encuentra en el sueño un lugar que prodiga ideas y soluciones, un océano creativo en el que surgen, de su capitana invisible, visiones artísticas a las que la vigilia terminará de darles forma. Pero también, porque la sabiduría familiar le enseñó a agudizar el ingenio, a “hacer mucho con poco”, esa relación con el arte, en la orilla opuesta a la de los sueños, es empírica, de prueba y error, material, incluso, de gran formato.
Rascacielos nos maravilla por el contraste entre la instrumentalidad y el movimiento festivo, a la vez que nos hace sentir nostalgia por un mundo antiguo, de máquinas enormes, lentas y tripuladas. ¿Tendremos nostalgia en el futuro de nuestras actuales máquinas?

Conversación con Ainelén:
–¿Cómo empezaste a pensar Rascacielos?
–Con esta obra en particular… ¿vieron que hay un montón de cuestiones que vienen inconscientes y después las empezás a asociar? Y decís “ah, claro! ¿cómo no voy a pensar en grúas si yo cuando era chica tal cosa, si me pasa ésto…?”. Pero sí, cuando dije “wow, quiero hacer esto” fue en un sueño, hay muchas obras que las pienso cuando estoy durmiendo. Tengo sueños, las veo, y al otro día me levanto y me quedo ahí maquinando. Y esa idea reposa y después me vuelvo a encontrar en otro sueño con soluciones, eso está buenísimo… y digo, “ah esto tengo que hacer, así lo tengo que solucionar…”. Esto que vivimos ahora es lo concreto, lo real… y el mundo de los sueños es el mundo de las posibilidades, donde no hay tantos límites, no hay demandas. Es un formato súper individual también, íntimo… es un lugar que habitás vos y quien tu inconsciente decida… Después también le empezás a encontrar respuestas dentro de lo cotidiano. En mi familia mi tío hasta el día de hoy trabaja haciendo movimiento de tierra con retroexcavadoras. Cuando yo era chica iba a manejar una retro con mi abuelo. A mí me encantaba acompañarlo a él, me quedaba dormida en su falda… me fascinaba, yo veía eso y veía un brazo que agarraba tierra y no lo podía creer.
–¿Tu abuelo de qué trabajaba?
–Mi abuelo es albañil, hasta el día de hoy labura de eso, y durante mucho tiempo trabajaba con una retroexcavadora. Es la que tiene como una pala con uñitas y rasca… Son jornadas de doce horas, tratan de que la máquina esté cubierta las veinticuatro horas. Y es irse de su casa… mi tío está acostumbrado a irse un mes, al medio del campo, en una casilla. Y bueno, yo siempre encontré la forma humana dentro de las herramientas, son mis compañeras de trabajo de todos los días. También un poco siento que hay una influencia inevitable de… ¿vieron esos videos de cuando los albañiles en las obras de construcción están jodiendo y usan las bolsas de cal para hacerse un vestido y hacen desfiles, como que boludean? Qué zarpado poder divertirse así en el trabajo, porque son trabajos re hostiles. De mucho maltrato, de prejuicio, la paga es malísima, las condiciones de trabajo son duras…
–¿Y esas grúas que usaron para la perfo para qué se usan en general?
–Tenés las telescópicas, que son las que van desplegando el bracito. Estas son articuladas. Tienen la cesta y se manejan desde la cesta. Las usan mucho en los puertos o en las empresas cuando tienen que hacer reparaciones en altura…
–¿Por qué tres grúas y no dos? Porque el vals… es de a dos, pero el tres te asegura la continuidad de la danza, ¿no? Rompe ese dúo que está bailando y lo renueva…
–Porque cuando yo pensaba la coreo siempre tuve una visión muy aérea de lo que sucedía. Entonces no lo pensaba como una danza de pareja sino como una composición. Y la verdad es que me encantan las figuras de tres, las puntas… me parece que es lo exacto para no ser ni mucho ni poco. Fue cuestión de cerrar los ojos y verlo así. Aparte hay figuras que me interesan mucho de la coreo, desde un triángulo hasta un remolino, todo lo que se va viendo desde arriba de a tres me parecía muy interesante.
–¿Y un vals…?
–A mí me sucedía dentro de lo anecdótico ir caminando por la calle y tener esta fascinación con las grúas que se mueven y se desplazan despacito por el cielo. Y siempre musicalmente en mi cabeza sonaba un vals, como que terminaba de concretar, de cerrar, cierta situación cinematográfica, romántica, onírica, el hecho de que haya un vals detrás. O sea, tiene un ritmo bastante marcado pero sus movimientos pueden ser más lentos. Me parecía que estaba acorde al relato visual.
–Te hiciste un videoclip en la cabeza.
–Videoclip o también como películas mudas que contaban un relato visual a través de los sonidos, esa música también era instrumental, era de orquesta. Para mí esta imagen se acompañaba de ese sonido, del vals de Strauss “Voces de primavera”.
–¿Y tu relación con la carpintería cómo surgió?
–En mi casa siempre se hicieron cosas, siempre me habilitaron los espacios de exploración con herramientas, con lo que sea. Por parte de la línea materna, vienen de la construcción, de la albañilería… También tiene que ver con una cuestión de recursos económicos, había pocos recursos económicos, pero sí había otro tipo de recursos, de exploración, de conocimiento empírico… y después por parte de mi papá también… todos muy buscavida, a mi abuela la he visto desde hacer sombreros hasta alpargatas y peluches. A partir de tener que sobrevivir había que aprender a hacer algo y eso siento que lo llevo todos los días. Empecé con la carpintería en parte quizás porque se suele recurrir a la carpintería como me dijo una vez un amigo porque es uno de los oficios en los que menos inversión se necesita para arrancar.
–En relación a eso el año pasado también hiciste accesorios con herramientas.
–El año pasado yo tenía ganas de trabajar varios objetos, que son del mundo del taller, de las herramientas, pero con una vuelta de rosca más estética y a la vez productiva, entonces con Gimena Galli, que trabaja con caucho reciclado, trabajamos unos portaherramientas que eran arneses, que eran lindos y eran muy versátiles, no solo lo podías usar como portaherramientas sino también para salir, después trabajamos con unas muñequeras imantadas, todo con cámaras de caucho. También trabajé con una línea de joyas con un joyero, o sea yo las diseñaba y él fue el realizador. Por ejemplo, hicimos un anillo que guardaba adentro puntas de atornillador y venía con un dedal al que se le podía poner una punta de grafito o de destornillador phillips o plano. También una pulsera esclava plegable que abre una regla de 15cm. Todo en latón, cobre, me gusta trabajar con materiales que son no lujosos, pero convertirlos en una pieza más de diseño.
–Es como darle al arte por el arte visos de utilidad, operarios que son performers…
–Sí, me gusta hacer todos los cruces posibles, son como relaciones impensadas por así decirlo: cómo un operario va a bailar, cómo va a usar una máquina para bailar o cómo un portaherramientas se va a poder usar para salir después o cómo una uña postiza puede ser destornillador. ¿Por qué no podría ser lindo, un objeto de lujo? ¿Cuál es el límite? ¿Por qué no podría tener un destornillador que vaya en mi dedo y sea de oro?