Ya publicamos en Rea crónicas sobre la derecha apocalíptica en la sede del imperio. A los militantes conspiracionistas de Q-Anon, a las proclamas libertarianas, al bestiario de un movimiento intolerante y global, se suman ahora ambientalistas que llevan adelante su lucha eliminando latinos con las armas que EEUU utiliza en sus guerras. P.M.

 

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Hace tres años, un hombre de 21 años condujo casi 1.200 kilómetros desde su ciudad natal en Allen, Texas, hasta un Walmart en El Paso. El supermercado, pocos kilómetros al norte de la frontera entre Estados Unidos y México, era un destino frecuente para los clientes mexicanos que cruzaban la frontera internacional para comprar productos baratos; algunos vecinos lo llaman el “Walmart mexicano”. Su clientela y la proximidad con México es lo que hizo que el hombre eligiera ese Walmart en particular. En un manifiesto publicado en 8chan ese mismo día, escribió que quería “balear a tantos mexicanos como fuera posible”. Usando un rifle estilo AK-47 que ordenó desde Rumania, mató a 23 personas e hirió a docenas más.

En las horas posteriores al tiroteo en El Paso, los periodistas intentaron reconstruir un motivo. El manifiesto, titulado “Una verdad incómoda”, lo hizo bastante fácil. En él, el presunto tirador afirmó que el ataque fue una “respuesta a la invasión hispana de Texas”. Los análisis del manifiesto destacaron sus similitudes con la retórica del entonces presidente Trump. Un año antes, Trump había reportado una caravana de centroamericanos que solicitaban asilo y se dirigía a Estados Unidos como una “invasión”.

Octubre de 2018, una caravana de inmigrantes hondureños se aproximan a la frontera entre México y EEUU. Foto de Pedro Pardo / AFP).

Infestados

En su manifiesto, el asesino decía que sus puntos de vista sobre la inmigración eran anteriores a la presidencia de Trump. También fueron más explícitos. Donde Trump había dicho que los demócratas querían que los inmigrantes “infesten” Estados Unidos y sugirió que George Soros financió la caravana de inmigrantes de 2018, el tirador escribió sobre el llamado “gran reemplazo”, la creencia de los supremacistas blancos de que los inmigrantes están siendo importados a Europa, los Estados Unidos y Australia para “reemplazar” a los blancos. Los inmigrantes, escribió, eran peligrosos debido a su gran número: eran una amenaza no solo para la raza blanca sino también para el planeta.

“El medio ambiente está empeorando cada año”, escribió. “La mayoría de ustedes son demasiado tercos para cambiar su estilo de vida. Entonces, el siguiente paso lógico es disminuir la cantidad de personas que usan los recursos de Estados Unidos. Si podemos deshacernos de suficientes personas, entonces nuestra forma de vida puede ser sostenible”. Aunque reconoció que los estadounidenses blancos consumen más recursos que los inmigrantes y las personas de color, el tirador se resistía a la idea de matar a su propia gente. Al apuntar a una comunidad predominantemente mexicano-estadounidense, razonó, estaba resolviendo simultáneamente los problemas de superpoblación e inmigración desenfrenada. Citaba como inspiración al asesino en masa que atacó a dos mezquitas en Christchurch, Nueva Zelanda. El tirador de El Paso se declaró ecofascista.

Personas rezando después de los asesinatos en Buffalo, estado de Nueva York, el domingo 15 de mayo de 2022. (Foto de AP/Matt Rourke).

Invitaciones

El tiroteo en El Paso no fue un incidente aislado, y los expertos que estudian los movimientos de supremacía blanca dicen que el ecofascismo se está convirtiendo en “una parte más aceptada de esa ideología“. El hombre que mató a 10 personas en una tienda de comestibles en Buffalo, Nueva York, también se autoproclamaba ecofascista. Al igual que el tirador de El Paso, hizo todo lo posible para apuntar a una comunidad de color; al igual que el tirador de El Paso, publicó un manifiesto en el que afirmaba que el cambio demográfico, la sobrepoblación y el cambio climático estaban vinculados. (En particular, algunas secciones de ese documento se extrajeron directamente del propio manifiesto del tirador de Christchurch). Como explicó la historiadora Kathleen Belew poco después del tiroteo en El Paso, estos ataques no son incidentes aislados, y las personas que los perpetran no son lobos solitarios, no importa cuántos vecinos los describan como parias victimizados. Lo que importa acá es que los tiroteos no son el objetivo final: están destinados a ser llamadas de atención, invitaciones para que otros hagan lo mismo.

En los años posteriores a los tiroteos en Christchurch y El Paso, los conservadores más notorios aceptaron rápidamente los principios fundamentales de la teoría del “gran reemplazo”. Una encuesta de mayo encontró que casi el 70 por ciento de los votantes republicanos cree que el cambio demográfico de EEUU “ha sido motivado por líderes progresistas y liberales que intentan activamente aprovechar el poder político reemplazando a los votantes blancos más conservadores”. La idea de que los inmigrantes son los culpables no solo del cambio demográfico, sino también del aumento de las temperaturas globales aún tiene que filtrarse en la corriente principal conservadora –los republicanos recién están cayendo en la cuenta de que el cambio climático es algo que existe–, pero ya se está extendiendo más allá de la franja violenta del movimiento.

Tucker Carlson, uno de los conductores de televisión más populares del país, ha promovido durante más de cinco años la idea de que la inmigración daña el medio ambiente. En un segmento de agosto de 2018, afirmó que una de las razones por las que está “tan en contra de la inmigración ilegal” es porque “odia la basura”. Unos meses después, dijo que los inmigrantes hacen que el país sea “más pobre y más sucio”. Eso le costó anunciantes, pero obtuvo el apoyo de los conservadores ansiosos por acusar de hipocresía a los defensores liberales de la inmigración. “La izquierda no quiere hablar de problemas ambientales que están directamente relacionados con una política específica que la mayoría de los estadounidenses quiere cambiar”, escribió Quentin Borges-Silva, oficial de comunicaciones de la Agencia de Protección Ambiental, para The Federalist. (Otro artículo de Borges-Silva, publicado en The Daily Caller, advirtió a los estadounidenses que tenían que elegir entre “inmigración masiva o especies en peligro de extinción”).

Historia

Esta línea de razonamiento neomaltusiana* no es nueva. Escribí sobre los vínculos históricos de larga data entre el nativismo y el ambientalismo antes de los tiroteos en Christchurch y El Paso. En su libro Border Walls Gone Green (Los muros de la frontera se volvieron verdes), John Hultgren señala que los movimientos de restricción ambiental y de inmigración surgieron casi al mismo tiempo –a fines del siglo XIX– e involucraron a muchos de los mismos actores clave. Los ambientalistas se preocuparon cada vez más por la superpoblación en las décadas de 1960 y 1970, y los temores de superpoblación pronto dieron paso al deseo de limitar la inmigración tanto legal como ilegal.

En 1979, John Tanton, expresidente del grupo Zero Population Growth (Crecimiento de Población Cero), dejó la organización para iniciar una propia: la Federación para la Reforma de la Inmigración Estadounidense (FAIR), que busca reducir tanto la inmigración ilegal como la legal para “manejar el crecimiento, abordar las preocupaciones ambientales y mantener una alta calidad de vida”. (Sidney Swensrud, ex director ejecutivo de Gulf Oil, fue uno de los cofundadores). Dos grupos disidentes, el Centro de Estudios de Inmigración (CIS) y NumbersUSA, llegaron después. Juntos, los tres grupos ayudaron a desbaratar los planes de reforma migratoria bajo las presidencias de Bush y Obama, e influyeron en las políticas de inmigración de Trump. Aunque las organizaciones de la red Tanton han optado principalmente por enmarcar la inmigración como un problema de asimilación –una versión reducida de la retórica del “gran reemplazo”–, de vez en cuando publican comunicados de prensa sobre los daños que los migrantes representan para el medio ambiente. Después de que The Washington Post notara similitudes entre el manifiesto del tirador de El Paso y las propias publicaciones de FAIR y CIS, ambos grupos se distanciaron de los tiroteos. (Sin embargo, el ejecutivo de CIS, Mark Krikorian, le dijo al Post que el manifiesto estaba “notablemente bien escrito para un solitario de 21 años”).

Dadas las historias compartidas de estos movimientos conservacionistas y anti-inmigración, es una tontería pensar que el deseo de proteger el medio ambiente es inherentemente de izquierda. Para Carlson y los de su calaña, conectar la inmigración y la degradación ambiental es una forma perfecta de adueñarse de los conceptos liberales. La negación climática de la corriente principal republicana es irrelevante para la propuesta de pseudoambientalismo nativista de Carlson, como lo es el hecho de que, año tras año, los demócratas hayan votado por aumentar los fondos para la ICE, las Aduanas y la Border Patrol**.

Ideología

La predicción de John Hultgren de que los nativistas tratarían de ganarse a los izquierdistas enmarcando la inmigración como un problema ambiental no se ha cumplido. En cambio, algunos en la extrema derecha han aceptado que el cambio climático representa una amenaza para la existencia humana, y han decidido que la mejor manera de detenerlo es no solo restringir la inmigración sino también eliminar a las poblaciones no blancas por cualquier medio necesario. Los demócratas no están preparados para este cambio. Están acostumbrados a que los conservadores nieguen la existencia del cambio climático. Pero muy pronto, los republicanos pueden admitir que el cambio climático es real y que, como resultado, debemos mantener la frontera cerrada.

El abordaje de Trump del covid-19 fue un anticipo de cómo podría funcionar esta estrategia. Pasó de minimizar la gravedad de la pandemia a usarla como pretexto para cerrar el sistema de asilo de la noche a la mañana. Más de dos años después, la administración Biden ha mantenido las restricciones pandémicas en la frontera. Cada vez que Biden ha insinuado levantarlos, un coro de republicanos (y algunos demócratas) lo han instado a mantenerlo.

Ya no podemos darnos el lujo de descartar el ecofascismo como una ideología marginal de extrema derecha. En cambio, deberíamos pensar en los tiradores en masa de El Paso y Buffalo como el ala militante de un movimiento cada vez más organizado. El juicio del presunto tirador de El Paso está programado para junio de 2023; si es declarado culpable, se enfrenta a la pena de muerte, al igual que el presunto tirador de Buffalo. Si bien ambos hombres pueden ser condenados por cargos penales, el movimiento en general no se desanimará y debe ser desafiado a nivel ideológico. No se puede enjuiciar la salida de la supremacía blanca. Centrarse solo en los atacantes más atroces deja a sus simpatizantes libres de culpa. De la misma manera que el cabildeo y el politiqueo socialmente aceptable de los activistas contra el aborto se complementan con un movimiento militante armado que ha asesinado a médicos abortistas y bombardeado clínicas de salud reproductiva, grupos de expertos antiinmigrantes como FAIR y CIS están brindando una cobertura ideológica para el asesinato en nombre del ecologismo.

* Neomaltusiana, de maltusianismo, se refiere a las teorías del clérigo británico Thomas Malthus de principios del siglo XIX, según las cuales la población tiende a crecer más allá de sus posibilidades de sustentación.
** ICE (Immigration and Customs Enforcement: Servicio de Inmigración) y Border Patrol (Patrulla de Fronteras) son organismos estadounidenses dedicados a la represión de la inmigración, sobre todo en la frontera con México.
Publicado en The Nation. Traducción y edición: Pablo Makovsky.
Nota bene: Se respetaron todos los hipervínculos del original en inglés.
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Sobre el autor:

Acerca de Gaby Del Valle

Reportera freelance sobre inmigración y cofundadora de BORDER/LINES, un boletín semanal sobre políticas de inmigración. Trabajó como reportera de inmigración en VICE News; The Goods, en Vox –sobre cultura de consumo, donde cubrió empresas laborales, patrimoniales y de marketing multinivel–; y fue redactora en The Outline, donde cubría las élites del poder. Su trabajo también […]

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