Bajo el título “Una forma performativa. Escrituras del yo desde, en y con internet”, este texto es el primero del eBook –libro electrónico– que liberó en estos días la Editorial Municipal de Rosario: 2022 Veinte apuntes para una literatura argentina del siglo XXII, con edición y prólogo de Bernardo Orge y Nieves Battistoni. Y puede descargarse acá en el formato genérico ePUB (Google libros) y acá en el formato MOBI de Kindle (Amazon). 
El libro, que convocó a unas 22 autoras y autores jóvenes del país, “es una introducción a la literatura argentina actual y un acercamiento al modo en que la entienden algunos jóvenes críticos del país. Los veinte ensayos que conforman esta compilación –señalan desde la EMR– giran en torno a obras literarias que se empezaron a difundir después de 1995, año clave, porque fue cuando comenzó a comercializarse el servicio de internet para uso doméstico en Argentina. Escritos por autores nacidos a partir de 1980, estos textos proponen un recorrido panorámico y deliberadamente inespecífico por algunos de los fenómenos más significativos de la literatura argentina de las últimas dos décadas y media, y brindan algunas claves sobre un escenario en el que aún de manera incierta parece gestarse algo nuevo. Coeditado por el Centro de Estudios de Literatura Argentina y la Editorial Municipal de Rosario, 2022. Veinte apuntes para una literatura argentina del siglo XXII es un libro virtual de descarga gratuita que viene a completar la serie iniciada por 2020. Veinte episodios de la historia de la literatura argentina del siglo XX y continuada por 2021. Veinte ensayos sobre literatura y vida en el siglo XXI.” (Los enlaces anteriores llevan a esos libros de descarga gratuita. La serie de libros digitales editados por la EMR puede consultarse acá.)

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Ahora no alcanza con vivir, además hay que hacer la performance de estar vivo. A diferencia de las escrituras autobiográficas orientadas hacia la reconstrucción del pasado, el diario íntimo, por escribirse en tiempo presente, por la incertidumbre que registra acerca del porvenir, por su estructura fragmentaria y, sobre todo, por la escasa distancia entre lo vivido y el hecho de narrarlo, se presenta como un género “dócil ante los movimientos de la vida”, en palabras de Blanchot. Este uso de la primera persona, en su fragmentariedad e instantaneidad, forma parte del espíritu de la era digital. Como afirma Boris Groys, en internet producimos narrativas de nosotrxs mismxs que nos van convirtiendo a todxs en artistas y a la vez en nuestras propias obras de arte. Con estas nuevas versiones del diario íntimo en la web surgen también nuevas preguntas. ¿Sin recogimiento, sin candados en los cuadernos, no hay intimidad posible? ¿Qué posiciones adopta este yo, a diferencia del yo que escribe en soledad? ¿Cómo leer la inscripción de ciertas lógicas propias de las redes en las escrituras del yo contemporáneas?

En los últimos veinte años se publicaron gran variedad de libros que reúnen el contenido personal de blogs y de cuentas de Facebook o Twitter respetando su formato original en entradas sin mayores cambios, como Buena leche. Diarios de una joven (no tan) formal (2006) de Lola Copacabana, Diario de una princesa montonera (2012) de Mariana Eva Perez, Piletas (2017) de Félix Bruzzone, El tiempo de la convalecencia (2017) de Alberto Giordano, Once sur (2018) de Cecilia Pavón y “Pez mecedora / un blog” en Archivos de Word (2021) de Romina Paula. Asimismo, hay obras que no se publicaron como tales en la web pero que sin embargo ponen en evidencia el vínculo cotidiano con las plataformas digitales y el procesador de textos, que no solo puntúan el ritmo del verso o de la prosa, sino que también fagocitan el léxico y hasta se vuelven a veces parte de la trama. Tal es el caso de KIKI (2008) y KIKI 2 (2012) de Cuqui, Late un corazón (2019) y Paquete de fe: un PDF de cuentos inéditos (2020) de I Acevedo y Una oferta de pureza (2020) de Antolín, entre otras.

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Al expresar subjetividades y procesos que parecen tener su origen en tránsitos virtuales, estos textos se diferencian de las escrituras del yo asociadas preponderantemente a la soledad y al repliegue de quien escribe dentro de sí mismx. Según Paula Sibilia, en la actualidad, el yo no solo pierde el amparo de las instituciones modernas, sino que además ya no se siente protegido por el pasado individual ni tampoco encuentra refugio en una vida interior intensa. Entonces, asediado por los flujos de información constante de una realidad sumamente espectacularizada y mediatizada, “para fortalecerse y para constatar su existencia debe, a cualquier precio, hacerse visible”. Si en las redes, además de vivir, hay que hacer la performance de estar vivo, un acercamiento posible a estas escrituras podría partir de la pregunta sobre cómo realizan su performance de estar vivas, tanto en la construcción de la subjetividad que exhiben como en su composición textual.

“Voces que se empujan en desorden”

La publicación digital de contenidos personales comienza en los inicios de Internet, pero es a partir del año 1999, con la aparición de Blogger, que el fenómeno se dispara y muta, hasta alcanzar hoy los formatos renovados de las redes sociales. ¿Qué promueven estas plataformas, además de una experiencia multimedia? Intimidad como argumento –en un uso de la primera persona que renuncia a establecer límites entre realidad y ficción, entre lo público y lo privado–, brevedad, coloquialidad, actualización permanente, diálogo con el lector y, sobre todo, inmediatez. De hecho, el término weblog, del que proviene la palabra blog, hace referencia tanto al formato web como al verbo to log (“anotar”) y a la expresión log on ship (“diario de a bordo”). Escritura inmediata, de a bordo, distinta a la escritura que busca una forma preestablecida, pero también distinta a la escritura automática surrealista. Escritura inmediata en el sentido de que no hay largos intervalos de tiempo entre la experiencia, la escritura y, en la mayoría de los casos, la lectura. Cecilia Pavón, en su blog Once sur, reflexionó repetidamente sobre esta relación entre la forma poética y la inmediatez con la que escribe y publica sus poemas en internet: “Me doy cuenta de que pongo poemas que escribo muy rápido y sin corregir y después los vuelvo a leer y no tienen nada de música”.

La inmediatez muchas veces abre paso a la urgencia, que hasta puede expresarse en la ortografía, el léxico y el ritmo de las frases, como ocurre en “Pez mecedora / un blog”, de Romina Paula. Allí, la puntuación se acelera, hiperquinética (“bien. hoy es el aniversario del inmun. va por un año más. y está lejos. aquí, en la fotografía, también, también estamos lejos. de la lente. de aquí.”), y se pospone la selección de palabras para armar las frases, dejando las opciones consignadas, separadas por barras (“no sé qué significarían/ multiplicarían esas palabras antes, no sé en lugar de qué están/ qué representan ahora. La música sigue/ vuelve a estar linda”). Late un corazón de I Acevedo tiene la misma urgencia, aunque se trata de un libro que reúne textos que no surgieron en el marco de una plataforma online, sino que en su mayoría fueron escritos específicamente para ciertas lecturas o eventos. El primero, que le da nombre al libro, comienza de esta manera: “Al titular así este cuento cierro con urgencia un ciclo lleno de urgencias. Se abre un nuevo camino, lleno de urgencias también. Tengo que contar muchas cosas y debo contarlas aquí y ahora”. La urgencia que lo lleva a renunciar a “contar una historia de manera coherente” conduce asimismo a cierta postergación de la búsqueda de forma en sus escritos, compuestos “mezclando todo con todo”: el ensayo con la confesión, el mail con la proclama, audios de WhatsApp desgrabados con citas de Tamara Kamenszain. Es como si el lector/oyente acompañara el proceso simultáneo de pensamiento, sentimiento y escritura. Pero en su narrativa la no mediación es también una militancia en pos de hablar de los sentimientos de manera directa, llanamente. Acevedo intenta decirlo todo. Como si el lenguaje no tuviera opacidades. La misma intención guía la escritura de KIKI y KIKI 2, libros con formato de diario íntimo en los que Cuqui transcribe una performance realizada como parte de un ejercicio de autocuración que consistió en mantener encuentros recurrentes con diversos amantes que respondían a los avisos dejados por ella en la calle y en la web. Como observa Mariana Inés Lardone, el hecho de que los diarios empiecen y terminen en un día cualquiera, sin demasiadas explicaciones, en una narración con escaso pudor, sin metáfora ni distancia poética da la impresión de que Cuqui transcribe la experiencia de manera directa. “Perdía las erecciones con mucha facilidad. Cada vez, me decía: ‘No sé qué me pasa’ y yo le contestaba: ‘estás cansado’, o no le daba importancia, y me tiraba a que me acariciara y miráramos las pelis. De verdad no me importaba”, escribe en KIKI 2.

En poesía, la inmediatez puede derivar en una nueva percepción del verso y su relación con el poema, como ocurre en las publicaciones de Caterina Scicchitano, quien escribe en Tumblr desde 2011. Sus versos son como pajaritos volándole alrededor de la cabeza después de una caída. Para despejarse y seguir adelante, toma algunos al azar y los coloca uno atrás de otro en la página. El efecto es análogo al modo de reproducción random: los motivos que se recorren en cada poema muchas veces no tienen conexión semántica entre sí. Asimismo, la extensión de las frases y su disposición en página en un ritmo arrebatado por la ausencia de pausas expone la escritura en una instancia previa a cualquier tipo de versificación. Como si sus unidades mínimas fueran no versos, ni siquiera versículos, sino frases breves y urgentes que se acumulan al azar en un muro de Twitter:

todo lo que te puedo decir es mentira, y me la paso gozando con los chili peppers bien quemada en algún festival.

aunque en algún momento del día, si llego a pasar mucho tiempo fuera del departamento, pierdo registro de mis facciones.

siento que soy un flamenco mirándose en la playa.

si fuera un poco más pequeña de lo que soy, los tapados alcanzarían a tapar una cuarta parte de la grasa que creo que no se ve.

tomo jugo de un sorbete rayado, porque me gusta el contenido que tiene adentro.

Ni Scicchitano ni Pavón usan internet para compartir sus poemas escritos previamente, formados en la tranquilidad de la página en blanco de Word o de un cuaderno. Es decir, no utilizan la web como modo de difusión o como canal alternativo de publicación, sino que escriben desde, en y con los tiempos y lógicas de Internet. Entonces, ¿son poemas? “Me doy cuenta de que ya no escribo poemas, que los poemas eran de la libretita y ya no uso libretitas”, reconoce Pavón en su blog Once sur. ¿Qué ocurre con estos escritos publicados en internet cuando pasan a un libro? ¿Cómo realizan su “paso de arte” de la pantalla a la página? Una oferta de pureza de Antolín es una reescritura de las entradas de un antiguo fotolog al que ya no se puede acceder. Si bien editó mucho para la publicación en libro, sus composiciones –a diferencia de la operación realizada por Camila Sosa Villada en Las malas con las entradas de su viejo blog La novia de Sandro– no intentan reponer totalidades cerradas, no aspiran a armar “poemas” en un sentido prototípico, como Sosa Villada armó una “novela”, sino que reúnen frases sueltas bajo un título. Lo único que crea la ilusión de unidad de sentido es la primera persona.

Vi a un fantasma parado.

A sus pies corrían tres ríos: Limay, Neuquén y Negro.

Siempre vuelvo a los viejos sufrimientos que nacieron conmigo.

Crecí como crecen las plantas en el sótano. No sé qué es la vida.

La vida: los espacios entre las estrellas.

De cara al futuro tenemos que esperar lo mejor.

Prefiero la amistad verde al amor que solo es vanidad.

En lo_fragmental. Para una pos-teoría del arte, Roberto Echen opone lo fragmentario a lo fragmental. En línea con la crítica de Maurice Blanchot al romanticismo de Friedrich Schlegel, quien según Blanchot concibe el fragmento como parte de una totalidad previa, ya existente, para Echen lo fragmentario alude a una totalidad cerrada, mientras que lo fragmental se define como lo que no puede reconstruir una totalidad o como lo que construye una totalidad permanentemente abierta. Entonces, las escrituras en Internet podrían ser fragmentales en el sentido de que aluden a una totalidad permanentemente abierta y, aunque tal apertura es difícil de reponer en el pasaje al libro, tanto los poemas de Antolín como los de Scicchitano refieren a esa imposibilidad de reconstruir una breve y cerrada totalidad dentro del poema. Lo fragmental, urgente, abierto e instantáneo del diario personal como modo para capturar la vida mientras se la vive es reapropiado a partir de la masificación de la web 2.0 como el principal mecanismo de las plataformas para crear sensación de vida. Se potencia, en las lecturas y escrituras web, no la búsqueda de textos o discursos quietos/fijos, sino el interés por los procesos.

¿Cómo realizan entonces, estas escrituras, su performance de estar vivas? La performance está conectada, según Renato Cohen, a una manera de ver el arte que tiene íntimas relaciones con el arte en vivo, pero también con el arte vivo. Es una concepción que busca un acercamiento directo con la vida, por lo que lo espontáneo se prefiere a lo elaborado y ensayado. En estas escrituras, al ser inmediatas, el foco se desplaza del objeto a la práctica, como si se espectacularizara el proceso de escribir, y la forma se vuelve performativa, porque no se persigue una estructura intuida de antemano, sino que la intuición va tomando forma en vivo, mientras se escribe, de modo que se diluye la ilusión de un ideal previo al que se tenga que arribar.

Una forma performativa

Las tecnologías digitales ayudan a difuminar cada vez más una amplia serie de dicotomías modernas: realidad/ficción, público/privado, verdad/mentira, vida/arte. Las escrituras en las que nos detuvimos se diferencian de otras más asociadas a la soledad y al recogimiento por su relación con tecnologías que exigen al yo vivir siempre visible y conectado, en permanente actualización, es decir, siempre migrante, múltiple y en tránsito. Por lo tanto, el registro de su devenir en las redes no puede demorarse en buscar una forma. Sin embargo, ¿hasta qué punto podemos pensar que todo lo expuesto depende exclusivamente de la irrupción de la web? ¿Estas inflexiones no se anticipaban ya en parte de la literatura anterior a la masificación de internet en Argentina, sobre todo durante los años 90? Incluso, si actualmente se manifiestan en escrituras que no se relacionan de manera directa con experiencias en plataformas, ¿no significa que esta postergación de la forma o forma performativa está ya lo suficientemente generalizada como para convertirse en un tono de época?

Cámara de Diputados de Santa Fe
Sobre el autor:

Acerca de Anaclara Pugliese

Nació en 1989 en Arroyo Seco. Estudió Letras en la Universidad Nacional de Rosario. Publicó La sombra de las nubes (Editorial Municipal de Rosario, 2017), Dos poemas (Ediciones Arroyo, 2019) y Dos arcoíris & un desierto (La Vieja Sapa Cartonera, Santiago de Chile, 2019). En 2015 participó en el Festival Internacional de Poesía de Rosario y en 2019 en el Encuentro Nacional de Poetas […]

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