Es por lo menos curioso, para los ideales del periodismo contemporáneo, que el Día del Periodista en Argentina conmemore un periódico “oficial”, la Gazeta de Buenos Ayres, órgano creado por Mariano Moreno no sólo para informar las acciones y disposiciones del nuevo gobierno surgido de la Revolución de Mayo, así como algunas de las ideas que lo inspiraban. A tal punto podría considerarse “oficial” –las comillas aquí señalan la poca solidez ideológica de ese heterogéno grupo que formó el primer gobierno porteño– la Gazeta que en 1821 Bernardino Rivadavia decidió reemplazarla por el Registro Oficial y el nombre original derivó en la “gacetilla” de los órganos de difusión gubernamentales. Sin embargo, como ya señaló en esta misma revista Alejandro Moreira, Moreno y su facción tampoco eran lo que hoy, doscientos once años más tarde, podría considerarse el ala «oficial» de aquellos hombres que comenzaban a pensar al Río de la Plata separado de la corona de España. Por el contrario, los historiadores y la historia atribuyeron a los intelectuales y revolucionarios de la Gazeta el mote de jacobinos y exaltados. Algo hacía ruido allí, hasta que pudo serenarse en un discreto “registro oficial”.
Hace muy poco, Panamá, una de las revistas que creó una nueva órbita para leer la política en Argentina (no quiere decir sólo de Argentina), fue rediseñada y relanzada con un texto espléndido en el que leemos: “Las revistas, como los acuerdos, se hacen contra algo. Una pregunta que desde hace años se repite en la política y en los medios es: ¿desde dónde hablás?”. Contra esa pregunta hicimos la revista Panamá. En algún punto, contra el espíritu de nuestro tiempo. Como sostenía George Smiley, el legendario espía anti héroe creado por John Le Carré: “Hay personas que, cuando les parece que algo amenaza su pasado, temen perder todo lo que creían tener y quizá también todo lo que creían ser. Yo, en absoluto. La finalidad de mi existencia fue siempre la de poner fin a los tiempos que me tocó vivir”.
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Acaso envalentonados por ese espíritu, por esa “angustia de la influencia”, desde esta revista nacida en Rosario, ese Oeste a conquistar, tan lejos del lugar donde atiende Dios y, a la vez, tan cerca de Buenos Aires; donde el término cultura es un eco de eso que nos fascina de la política –porque ya experimentamos que sin política no hay nada de eso que llamamos cultura–, quisimos preguntar a algunos periodistas de todas partes cómo daban esa pelea contra el espíritu de nuestro tiempo, cómo hacían para sostener su trabajo contra lo “oficial”, incluso cuando lo “oficial” quepa en su lectura.
La irrupción de las mujeres y disidencias en las calles y el feminismo en la agenda pública (desde el primer #NiUnaMenos, que cumplió este 3 de junio los seis años) como movimiento social, político, cultural, también aparece como aquello que interpela la práctica y el oficio periodístico en este tiempo. Algo que arroja novedades, aporta nuevas formas de pensar, enriquece los temas y, sobre todo, aporta nuevas voces para contar la diversidad.
En las respuestas no sólo vibra el entusiasmo por el oficio de muchos de los encuestados, también señalan un mapa de lecturas y compromisos –muy alejados de la feroz concentración mediática que padece hoy la prensa vernácula– para una tarea que las nuevas generaciones se vieron en la obligación de mejorar para mejorarnos.
Les hicimos estas tres preguntas:
1. ¿Cómo cambió en estos últimos tiempos tu práctica del oficio (ampliaste la perspectiva, incorporaste análisis y variantes de otros géneros periodísticos, te cuestionaste tu tarea)? ¿Por qué?
2. ¿Qué te fastidió o preocupó más entre los síntomas actuales del periodismo, la posverdad, las fake news, los discursos de odio, la relevancia de las redes…?
3. ¿Cuáles te parecen las propuestas periodísticas más ricas entre las que aparecieron en los últimos años en el país, la región o el exterior?
Daniel Schreiner, secretario de la cooperativa y director periodístico de El Ciudadano
1. La pandemia hizo que cambiara todo, no voy a ser original. Por empezar, lograr que la redacción de un diario de papel y un diario web, como la de El Ciudadano, funcione vía whatsapp y Google Drive fue una práctica estresante, que profundizó en cada integrante de la cooperativa las angustias y ansiedades propias de las incertidumbres, existencial y económica, provocada por el covid. Una redacción está pensada para el intercambio permanente cara a cara, y no tenerlo limita muchísimo, tanto como las condiciones materiales de producción, como casi no poder salir a la calle. A la vez, en los proyectos colectivos obliga a redefinir la estrategia sobre la marcha con una discusión que no puede darse en los términos en que debiera. En estos quince meses que lleva la pandemia profundizamos, por ejemplo, el conocimiento sobre cómo funcionan las redes y también pensamos en cómo no ser rehenes de la dictadura del clic, que es la que te da visibilidad y existencia en estos tiempos, y sobre la que poco podemos decidir. Y que repercute en definitiva sobre tu identidad y también en tu bolsillo.
—2. Lo que más me fastidia, retomando la primera pregunta, es el desequilibrio entre los géneros periodísticos. La opinión es para mí el menos periodístico de los géneros, y se refleja en el auge del panelismo y los influencers, y a la vez parece ser el que más se consume. Y ahí no hay diferencia entre un periodista, un profesional especialista en algún tema específico o una ciudadana o ciudadano que sólo quiere saciar su ira con el aval del derecho constitucional a decir lo que se nos canta, pero ya no en las redes sino en los medios. Las fake news existieron siempre y seguirán existiendo en tanto y en cuanto la concentración mediática, como en el resto de las industrias del país, se siga profundizando. Y mientras estos medios, como parte del poder real, decidan quién gobierna y quién no, el discurso de odio será cada vez mayor. Por eso, a mayor opinión infundada que ratifique mis prejuicios y menor información que pueda relativizarlos todo seguirá empeorando. Es una mirada más escéptica que pesimista, porque pienso que siempre hay anticuerpos en la creación colectiva de las nuevas generaciones que pueden darnos alguna esperanza.
—3. Todo el tiempo me choco en redes con nuevos medios y, si no me hacen doler los ojos, por algún tiempo voy siguiéndolos. Incluso cuando por alguna razón como un cambio de algoritmo me desaparecen, voy y busco a ver en qué andan, sobre todo para leer notas que van más allá del día a día, y que pueden ser de política, cultura o deportes, coincidan o no con mis preferencias ideológicas. En Rosario, y si bien algunos ya tienen un buen recorrido, consulto REA, Rapto, Suma Política; en Santa Fe a las Periódicas; ElDiarioAR y Coolt. De cada uno de esos sitios, con su propio formato, por lo general me voy con algo leído cada vez que entro, si es que no me topo antes en las redes. Pero en realidad sigo más a colegas, no importa el medio para el que escriban o trabajen, ni si son o no renombradas o renombrados, a quienes elijo por su punto de vista, esté o no de acuerdo con ese abordaje. Y me refiero a leer porque escucho poco radio o podcasts y veo poca tele o videos.
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Noelia Barral Grigera, periodista de política en Pasaron Cosas (Radio Con Vos) y editora en IP noticias.
Entre otras cosas notables, Barral Grigera dice en estas respuestas enviadas a través de audios de WhatsApp que lo que más la fastidia es que “la polarización creó una dificultad creciente en la comunicación”.
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Laura Vilche, periodista diario La Capital
—1. Hubiera sido un verdadero fiasco que en 28 años de trabajo en el periodismo no cambiara mi perspectiva. Sí, muchas cosas que pensé y escribí en otro momento ya no las haría igual, o directamente no las haría. Con los años traté de no quedarme en la gacetilla, en la repetición, en lo que dice un funcionario o funcionaria: abundan esas notas y los funcionarios tienen sus buenos equipos de comunicación para reflejar sus acciones de gobierno. Trato de ir por “afuera de la cancha”, de encontrar otras miradas y voces. Con los años me fui animando más a la nota de opinión: a analizar, comparar, criticar y hacerme cargo de lo que digo con mi firma. Traté de incursionar un poco en la crónica y en el perfil periodístico, pero no llego a esos géneros, mi labor es más del día a día o del corto aliento. Aclaro que todo lo que me propongo no siempre lo logro y menos con la mejor calidad. Hay que seguir.
—2. Me fastidia y mucho la nota rápida, poco rigurosa, investida con lógica televisiva en su contenido y presentación; chismosa, la que se replica como un bostezo en todas las webs, donde el tema en cuestión podría ser apenas la charla de un pequeño grupo de café o de amigos y no apunta a un interés o problema colectivo. Me molesta la nota frívola, supuestamente divertida porque se supone que los problemas y dramas sociales aburren y más me fastidia que se diga “es lo que le interesa a la gente” o que “la nota debe ser corta porque ya la gente no lee”. Me espanta la carrera por el like, mucho el uso de palabras sajonas innecesarias, también el periodismo que se escandaliza y repite el “qué vergüenza” o “qué barbaridad”: debemos, los que trabajamos en esto, ir un poco más allá. Me parece de poco riesgo y complaciente retratar siempre a las clases populares y no a los dueños del poder. Obvio, me molesta mucho la construcción de la mentira y la concentración periodística. No deberíamos dejar de leer y escuchar medios alternativos.
—3. Hay muchas, no sé si son tan nuevas, sí para mí, y las abordo siempre que puedo. En el exterior The Clinic y Ciper, de Chile; Ojo Público, de Perú; La Silla Vacía, de Colombia; Efecto Cocuyo, Venezuela; Periodismo de Barrio, de Cuba; Las 5W, España. De Argentina: El Cohete a la Luna, Chequeado, La Garganta Poderosa, Anfibia, Economía Feminista, Brotes Verdes, Cosecha Roja, Diario Ar. Y de la región: Periódicas y Aire de Santa Fe, El Eslabón y Redacción Rosario, Rosario Plus y también REA: la excelente nota “Y también soy ciega”, de Rocío Muñoz Vergara fue mi entrada, y ya no me fui.
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María Cruz Ciarniello, Enredando
—1. En mi caso, siento que incorporar la perspectiva feminista en el trabajo cotidiano, en el enfoque de las notas y la elección de temas y fuentes, fue el principal aprendizaje que me dio y me sigue dando la militancia, el periodismo, el contacto con organizaciones, los feminismos. Hoy no podría concebir la gestión de un medio de comunicación –aclaro que trabajo en un medio autogestivo y mi experiencia siempre estuvo vinculada a la comunicación popular– sin esas gafas ultravioletas que transforman la visión y la mirada del mundo que nos rodea. Por otro lado, también considero que siempre tenemos algo que aprender en el periodismo: el lenguaje de los podcast, la nuevas maneras de crear un newsletter, el uso de las redes sociales, las narrativas digitales. Todo implica un aprendizaje e instancias de capacitación que, creo, son fundamentales. Desde cómo editar un audio o video a saber de qué manera funcionan los algoritmos de las redes o cómo escribir para un podcast. Son desafíos y son lenguajes que nos interpelan y también nos motivan a quienes estamos a cargo de la gestión de un medio y todo el tiempo estamos pensando en cómo generar nuevas audiencias, sobre todo en convocar a las más jóvenes. En mi caso particular, desde Enredando intentamos sumar nuevas maneras de contar una historia pero seguimos insistiendo en la escritura narrativa, en la profundidad de la noticia, en entender los contextos, aunque muchas veces la longitud de esas notas atenten contra una lectura más veloz y fugaz que hoy siento que es lo que predomina en el ecosistema de medios digitales. Esa es la tensión y el debate que todo el tiempo nos atraviesa. Y la pregunta que nunca dejamos de hacernos, para qué y para quiénes escribimos
—2. Las dos cosas que más me preocupan son las noticias falsas que se viralizan de manera muy rápida y los discursos de odio que predominan no solo en determinados medios masivos de comunicación y que claramente generan periodistas que operan para determinados intereses económicos, sino en los comentarios de lectores que tienen los medios en su versión digital o en la red Twitter. A veces me sorprende la virulencia de esos discursos que incluso van más allá de un comentario en alguna red. Te suelen perseguir a través de mensajes privados, te revisan tus fotos públicas, tu perfil, es un acoso violento que se hace a través del medio digital pero que no deja de ser una forma explícita de violencia y que no dudo que se potencia y se manifiesta con mucha más crudeza cuando son varones atacando a mujeres. Me ha pasado que me envíen mensajes privados en Facebook acusándome de abortera o asesina porque tenía el pañuelo verde en una de mis fotos de perfil. Con respecto a las falsas noticias, es muy preocupante porque no hay allí ningún tipo de responsabilidad de parte de los medios masivos y el impacto que ese tipo de informaciones falsas provocan en las audiencias, en la sociedad toda. Quienes trabajamos en medios comunitarios y populares asumimos una enorme tarea y responsabilidad que es la de hacer una vigilancia de cada noticia que producimos y lamentamos, aunque muchas veces ese trabajo no sea el que mayor alcance y difusión tenga. Por eso insistimos también en la tarea y en la responsabilidad de lxs lectorxs a la hora de consumir y difundir otro tipo de noticias, y otro tipo de medios fundamentalmente.
—3. A nivel local, en general, hay un periodismo de gran calidad. En general me suelo enfocar y leer más periodismo autogestivo, me gusta lo que se produce y han surgido medios nuevos que realmente son una revelación, sobre todo por la estética y la identidad que construyen, por el manejo que tienen de redes sociales y que conjugan con un contenido periodístico de gran calidad: hablo de Rapto, Periódicas en Santa Fe, Rea y Reveladas en Rosario. A nivel nacional, mi faro siempre ha sido la revista MU y todo lo que produce la cooperativa LaVaca, creo que son una usina de producción, creación, multiplicidad de lenguajes y además, una gran escuela donde hay mucho que aprender. A nivel internacional, destaco obviamente el trabajo de Femiñetas, que también tiene su pata local. Creo que por lo mismo que mencioné al principio, hay claridad en cómo se quiere construir un medio, hay una identidad fuerte en el producto y eso es fundamental y además porque sostiene la apuesta por la edición impresa. Y también sigo mucho el trabajo que hace Periodistas de a Pie de México y los podcast de Radio Ambulante, que creo es lo mejor que se hace dentro del género.
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Beatriz Vignoli, cronista cultural en Rosario 12 y colabora en el blog Cuidamos tu cabello Peluquería y Libros
A través de un audio la periodista y escritora rescata a los medios electrónicos como un nuevo sentido de lo informativo y del texto, entendido éste no sólo como la letra, sino con la narrativa multimedia. De lo que la preocupa destaca “la cultura de la cancelación” como uno de los males de este tiempo.
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Celeste Murillo, La Izquierda Diario
—1. Mi práctica en el periodismo es relativamente nueva y como parte de un proyecto colectivo, La Izquierda Diario (un medio “joven”, que nació en 2014 por iniciativa del Partido de Trabajadores Socialistas). La idea de La Izquierda Diario fue tener llegada más allá de los márgenes de lo que se denomina “prensa partidaria” y construir un medio en el que se difundan las ideas de la izquierda pero también que permita amplificar voces e historias que no están en los portales, de trabajadoras y trabajadores, de jóvenes. De la mano de ese proyecto intentamos siempre recuperar lo mejor de la tradición periodística argentina y otros países, especialmente la que escribe y habla con las letras y las voces de abajo. Personalmente, me interesa desarmar los prejuicios, estereotipos y discursos que se construyen y reproducen en los medios y producciones culturales. Trato de ampliar siempre mi perspectiva pensando no solamente en denunciar el machismo, los femicidios o la violencia patriarcal, sino también en buscar otras historias y otras imágenes. Mi cuestionamiento constante es evitar el lugar de víctimas que reservan los medios para las oprimidas y los oprimidos y no quedarnos siempre en la agenda propuesta por los grandes medios o las redes sociales. Siempre intento incorporar a mi análisis miradas con las que no estoy de acuerdo cien por ciento pero son sugerentes o proponen debates interesantes. El último desafío en el que me embarqué fue el newsletter («No somos una hermandad»), que me parece un formato ideal para pensar otras agendas y salir un rato de la vorágine de las redes sociales.
—2. Muchas de estas cosas me fastidian, pero creo que lo más alarmante es la concentración de medios que condiciona cada vez más las agendas según los intereses de las empresas que son propietarias. En un contexto de concentración tan grande, el lugar que ocuparon las redes (aunque siempre tienen resquicios y lados B positivos) está lleno de problemas, por las fake news o los discursos de odio pero también por el poder de censura que terminan teniendo empresas que están concentradas como los viejos medios.
—3. La Izquierda Diario me sigue pareciendo uno de los medios más interesantes que surgieron en los últimos años, aunque necesite mejorar sus herramientas, creo que busca caminos nuevos todo el tiempo para llegar a nuevas lectoras y lectores. Por supuesto, no estar condicionados por un dueño y su pauta permite probar y desarrollar más ideas, pero también es parte de la empresa colectiva mantener todo el tiempo el autosostenimiento del proyecto. Otros medios argentinos que me parecen interesantes y leo son Panamá, Revista Almagro, Anfibia y El Diario AR. Los leo por sus agendas (por lo que comparten con la mía y lo que no). Los medios extranjeros que me interesan son Vox (por su multiplicidad de formatos), 19thnews (por su agenda feminista y LGBT), ambos de Estados Unidos. De los tradicionales, uno de los que más me gusta es The Guardian.
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Sonia Tessa, periodista y editora Rosario 12, Las 12, Aire de Santa Fe, Radio Nacional Rosario
En estas respuestas enviadas a través de audios de WhatsApp Sonia Tessa habla de los aportes de los feminismos al hacer periodístico y de cómo la pandemia profundizo “la precarización y las condiciones de trabajo”.
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Álvaro Torriglia, editor de Economía del diario La Capital, conductor del programa La Banda Cambiaria.
—1. Con el tiempo, y sobre todo cuando se trata de trabajar sobre periodismo en áreas específicas, como es el caso de la economía, el trabajo te va poniendo la exigencia de estudiar más. Esto a su vez abre más temas y más dudas, y más conciencia de la propia ignorancia. Así es que con el tiempo, sin resignar una perspectiva propia o determinada mirada de las cosas, uno de los cambios más importantes ha sido volverse menos asertivo. Un poco a contramano de la tendencia general, que parece ir más hacia la opinión, apunto un poco más a buscar el análisis de los protagonistas y/o conocedores, y a poner el foco de la edición en la selección de la agenda de temas a seguir. No hago muchos cruces de género. Con la radio trato de mejorar la entrevista. Un punto que se ha profundizado es el trabajo en colaboración. En Economía del diario cada vez trabajamos más de esa manera.
—2. Todas esas cosas que están en la pregunta son extremadamente fastidiosas. Veo que hay mucha cabeza puesta en mentir, operar y confundir el periodismo con las prácticas del espionaje. También es notable cómo en los últimos años aumentó la crueldad con la que se trata en los medios a los trabajadores ocupados o desocupados cuando reclaman en forma organizada.
—3. Hay muchas propuestas muy buenas tanto en el formato tradicional, como en las redes. A nivel de “figuras”, en los grandes medios de Buenos Aires, radio y televisión, es interesante la camada de periodistas que tomaron protagonismo, como Alejandro Bercovich. En la región también hay cosas muy buenas. Me parece que daría para un estudio histórico muy profundo el gran salto que registró ya desde hace muchos años el tratamiento de los temas policiales en Rosario. Creo que los compañeros que trabajan en ese área en la ciudad, en distintos medios, son vanguardia a nivel nacional.
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Flor Coll, directora del periódico ilustrado Femiñetas
—1. En el último tiempo no sé sí incorporamos más análisis pero sí diferentes fuentes y enfoques para trabajar nuestras narrativas en el periódico. No solamente viñetas y crónicas ilustradas sino también mayor amplitud de infografías y producciones en serie que incluso tenían continuidad en la web. Tanto los podcast como los contenidos que nos llegaban por Correos fueron bien recibidos y fueron de algún modo a nuevas redes. De hecho nuestra página web surgió en los primeros meses de la pandemia y fue el espaldarazo y el complemento a nuestro periódico que es en papel y que debido a las restricciones no podía llegar a las/los lectores. Y fue de mucho aprendizaje y todo un desafío sobre todo por las herramientas digitales que existen hoy para mejorarlas, incluso ampliar el esquema analógico de distribución de periódicos vía Correos.
—2. Creo que me molestan las tres opciones típicas de estos tiempos o quizás más visibles en redes sociales como lo son las fake news y eso que llamamos la post verdad (mentiras). Las encuentro bastante similares y a pesar de que cada vez existen más espacios e instituciones para chequear que esa información sea correcta, sin embargo, muchos medios ni siquiera las utilizan y reproducen esas imágenes y/o textos muchas veces con una intención clarísima: sumar clicks y desestabilizar. Y sin duda la que más me jode es la que se ensaña sobre todo con los feminismos, con las mujeres, las disidencias, con los sectores LGTBIQ+ porque la intencionalidad sigue siendo la misma de siempre que es el disciplinamiento, el escarnio y el odio en todas sus formas. Sin ir más lejos la propia alcaldesa de Barcelona, Ada Colau abandonó su cuenta de Twitter en el último mes producto de los discursos de odio en su red social que contaba con más de un millón de seguidores. Tal vez a partir de esta falsa dicotomía sobre libertad de expresión y discursos de odio lo que más refleja es que en un punto sólo se pretende acallar a estas identidades o dejarlas fuera de las redes y los medios.
—3. Si bien no conocí demasiados medios nuevos en el último tiempo podría destacar el ejemplo de filonews, Revista Bardo, diario.ar, y Revista Chopsuey y La tundra, revista inglesa en español. Entre los podcast que más vengo escuchando están Deforme Semanal, De eso no se habla y Carne Cruda.